Hoy se cumplen cuatro meses desde que se anunció el primer caso comprobado de COVID-19 en nuestro país. Tiempo suficiente para hacer un balance con algo más de perspectiva. Desgraciadamente, de acuerdo a los resultados de contagios y muertes a esta fecha, la conclusión es devastadora: ya estamos frente a la peor tragedia sanitaria y humanitaria desde la gripe española de 1918-1920, pero con la posibilidad cierta de que se transforme en la mayor tragedia de la historia de nuestro país como república independiente.

En El Desconcierto nos sumamos al sentido de urgencia que exige el crítico momento que estamos viviendo. Ya se perdió el control de la propagación del virus y de los contagios en varias regiones. En este sentido nos hacemos parte de las dos cartas dirigidas al Presidente de la República encabezadas por la Sociedad Chilena de Epidemiología y Microbiología, en conjunto con cientos de investigadores(as), académicos(as) y científicos(as) de nuestro país que adhirieron a la misma. En ellas se concluye y se advierte que “si el Gobierno no decretara medidas anticipatorias y drásticas de confinamiento que impidan que el contagio se expanda como hasta ahora, en el largo plazo, al final de la pandemia, las estimaciones nos alertan de la posibilidad de alcanzar la magra cifra de 70 mil personas fallecidas”.

En este panorama, hacemos un llamado urgente a los tomadores de decisiones del más alto nivel de la nación, principalmente al gobierno pero también al parlamento y partidos políticos: Aún es posible salvar miles de vidas si se aplican medidas más estrictas de cuarentena o confinamiento en todas las regiones, por tres semanas consecutivas.

Hablamos de cuarentenas que nada tienen que ver con las que conocemos hasta ahora: Ni parciales, ni dinámicas, tampoco totales como la decretada en la Región Metropolitana pero donde la movilidad, esto es, el número de viajes diarios promedio que hacen las personas, se mantiene en torno al 60% de un período normal. Hablamos de una paralización completa; es decir, restringir severamente el transporte de personas entre regiones y, para el caso de las regiones con mayor tasa de incidencia (RM, Antofagasta, Tarapacá, O'higgins, Arica, Valparaíso, Maule), sumar el cierre de todas las empresas y servicios públicos no esenciales, así como el transporte urbano, pudiendo desplazarse sólo personal de servicios esenciales, de urgencias y de abastecimiento, con el fin de reducir la movilidad a un máximo de 20%.

Para llevar a cabo lo anterior es necesario que el Estado implemente un conjunto de políticas y programas en forma previa. En primer lugar, asegurar el ingreso de los hogares, de manera que las familias puedan mantenerse en sus casas sin verse obligadas a seguir saliendo y exponerse debido a la necesidad de generar esos ingresos. Aunque tardíamente, algo se ha avanzado en este sentido respecto de los hogares más pobres, pero no así en sectores medios, que no han recibido ningún tipo de apoyo estatal. Una alternativa de solución que se ha venido imponiendo a este respecto, es que las personas puedan recurrir a parte de sus ahorros previsionales. En este momento hay al menos tres proyectos de ley en el parlamento que proponen una solución en este sentido. No habiendo mejores alternativas, creemos que esta medida puede ser eficaz.

Ya vendrá el tiempo de evaluar en profundidad la gestión de la pandemia por parte del gobierno. Hoy son innumerables las vidas las que están en juego si es que no hay un rápido cambio de estrategia orientado a detener el virus. Ese es el llamado que hace la comunidad científica y al que nos sumamos como medio de comunicación.

Directorio El Desconcierto