Geografía de una herida: Raúl Zurita a las salas de cine
La proyección de 78 minutos contó con la presencia del escritor. Presencia que nos brindó al ciento de invitados la oportunidad de disfrutar junto al poeta de la inmensidad del mar, de ver su poesía superpuesta a los paredones y abismos de Pisagua como última obra que cierra un ciclo de dolor, de compartir con él, de cuerpo presente, las consecuencias del golpe en ese cuerpo, al amor y al arte como trincheras de resistencia, la lucha contra la opresión/depresión y la realidad del Parkinson que no mella, ni por un segundo, la voluntad de expresión de Zurita.
La paleta de colores del desierto, las huellas del tiempo en los surcos de la tierra, la geografía monumental de un país que se traicionó a sí mismo, la tierra alcalina que preservó tercamente las huellas de los crímenes de lesa humanidad, son algunas instantáneas de Zurita, verás no ver. Documental dedicado a los ejecutados en Pisagua durante la dictadura militar que rescata, a través de textos y recuerdos del poeta, los principales hitos de su vida y obra artístico-literaria. Un trabajo colectivo que destaca por su cuidada estética, transmutando el género en verdadero ensayo poético visual. Y es que el personaje así lo inspira y lo requiere. Toda una trayectoria alrededor de la palabra y la acción performática, crítico activo contra el régimen dictatorial, hombre sencillo de trayectoria extraordinaria.
En el peor lugar en el momento exacto
Una muchacha, la sola imagen de una muchacha, le decidió a estudiar en la Universidad Federico Santa María y aunque nunca le dijo hola, se matriculó en Ingeniería Civil en Estructuras, carrera de la que no se tituló. En 1973, Zurita junto con cientos de sus compañeros, es uno de los primeros receptores de la violencia concreta del golpe de Estado. La Armada, desde Valparaíso y Viña del Mar, fue la primera rama en actuar y realiza una detención masiva de universitarios; el joven poeta es capturado y enviado al estadio de Playa Ancha. Allí conocerá el miedo a morir a patadas. Luego lo trasladan a las bodegas del carguero Maipo y lo hacinan junto con cientos de personas igual de asustadas que él. Le arrojan sus poemas al mar y como salvavidas ante la locura, los reconstruye de memoria.
Frente a los acantilados de Pisagua soñó con versos proyectados en las rocas como testimonio final de su búsqueda de belleza en medio del paraje inhóspito, cargado arbitrariamente de sangre e injusticias.
Altura de miras
El uso de cámaras/drones cambia la perspectiva y nos eleva a un punto de vista donde el desierto se aprecia majestuoso, insondable y atemporal. El poeta solitario y su andar trémulo se confunden con las piedras del terreno. Solo desde las alturas se puede leer el texto petrificado “ni pena ni miedo” como un mensaje imperecedero para las generaciones futuras del quehacer cultural de los que hoy estamos vivos.
El trabajo de cámaras, fotografía y dirección de arte es delicado, bello, poético. Respeta los silencios y da cuenta de la fragilidad de los cuerpos, un tema fundamental en Zurita, que ha hecho de su cuerpo espacio de protesta política permanente al grado de marcarlo con hierros al rojo. Sin embargo, no ha dejado al Parkinson impedirle continuar con sus clases y con su literatura.
Si bien reitera que nunca le ha importado mucho el cuerpo, hoy agradece el acto fallido de quemarse los ojos con amoniaco. Por esos años le parecía hermosa la imagen de escribir en el cielo poemas que jamás podría ver. Nosotros también agradecemos que no se apagara esa mirada atenta y alerta que, amalgamada a la voz, nos conecta con el sufrimiento de los otros, de aquellos despojos torturados sin miradas y sin voces.
Tampoco teme trabajar con la imagen de su propia desaparición. La idea de la muerte parece quitarle el sueño menos que la incógnita del porqué los hombres no se matan ante tanta angustia.
El infierno de Dante
Raul Zurita nace el 10 de enero de 1950. La temprana pérdida del padre obligó a su madre a trabajar como secretaria dejándolo al cuidado de la abuela, quien le heredaría su nostalgia por las tierras italianas y su amor por Dante y La divina comedia.
Proscrito por un tiempo de las librerías a las que se le prohibió la entrada durante el gobierno de la junta militar, se le otorgó el Premio Nacional de Literatura el 2000 y el Premio Iberoamericano de Literatura el 2006. Militante del Partido Comunista, formó parte del Colectivo de acciones de arte (CADA), junto al sociólogo Fernando Balcells y Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Diamela Eltit, con quienes realiza numerosas instalaciones poéticas.
Zurita, verás no ver cosecha tres años de trabajo colectivo en el que se resume una vida dedicada a la poesía y el arte mientras atraviesa un infierno dantesco poblado de ciegos.
El purgatorio y la antesala del paraíso
Para Raúl Zurita el gran poema de la humanidad sería que dejaran de existir las causas motivadoras de los poemas. Porque, desde su punto de vista -el poema aflora por la herida. Entonces, sería lícito preguntarnos: ¿cuánto sufrimiento será suficiente para arribar, por fin, a ese gran poema tan humano que abolirá nuestra necesidad permanente de poesía? Ojalá ese Zurita que nos acompañó ayer siga de cuerpo presente cuando arribemos al paraíso, si es que arribamos. ¡Y que se muera la poesía!
Revisa aquí las salas donde se presentará el documental