Chacao, el "Manhattan" de Caracas donde los jóvenes opositores a Maduro protestan de día y toman whisky de noche
"En el día, estoy en las marchas o las barricadas", cuenta Alexandra Lovera. "Llego a casa, me baño, cambio y le escribo a mis amigos: '¿Cuál es el plan?'", agrega. "Es como una rutina".
La joven de 24 años es estudiante de cocina y recurrente manifestante contra el gobierno de Venezuela, y se encuentra en el patio de La Esquina, un restaurante en las alturas de distrito de Chacao en Caracas, en una fiesta de cumpleaños que incluye a un presentador de televisión, un agente de beisbol y una manada de empresarios. Todos fuman de un hookah [pipa de agua] y toman sangría y whisky.
[caption id="attachment_156203" align="alignnone" width="620"] Fotógrafa: Meridith Kohut/Bloomberg[/caption]
De lejos, la capital venezolana parece arder de día y de noche. Las protestas contra el presidente Nicolás Maduro se han extendido por más de 100 días reclamando decenas de vidas mientras la economía se desmorona y las masas pasan hambre.
Este mes el país enfrenta la posibilidad de una Asamblea Constituyente que puede debilitar la democracia, generar una huelga general y alza la posibilidad de nuevas sanciones económicas. Pero tras las oscuridad, una clase elite emerge para llenar los bares de Chacao, clubes de striptease y los centros comerciales con pisos de mármol.
El distrito de Chacao es definido por su alcalde Ramón Muchacho como "el Manhattan de Caracas", y es el más pequeño pero más próspero de la capital: alberga una zona financiera, media docena de centros comerciales y un enclave de golf de élite llamado The Country Club. Mientras que el delgado barrio lleno de edificios de apartamentos de poca altura y residencias se extiende desde el río Guaire hasta la exuberante montaña verde que separa a Caracas del Caribe, describe un reportaje de Bloomberg.
Chacao ha emergido como un bastión para los opositores al gobierno socialista, y de hecho dos de sus alcaldes compitieron contra Hugo Chávez por la presidencia. Ahora, el vecindario es una arena de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro porque es el distrito más céntrico que controla la oposición, el más cercano a los ministerios del centro y el palacio presidencial de Miraflores.
[caption id="attachment_156206" align="alignnone" width="1000"] Fotógrafa: Meridith Kohut/Bloomberg[/caption]
De este modo, como Alexandra Lovero, en las mañanas y en las tardes los manifestantes toman las calles y plazas de Chacao, levantando barricadas y lanzando piedras. Pero luego que el sol se pone, las luces de los bares se encienden y el cocktail a elegir no es una molotov sino un whisky. Para algunos pocos venezolanos, el epicentro de los disturbios es también el mejor lugar para escapar de las aflicciones del país.
Tras las manifestaciones, los clientes llegan al restaurant La Esquina usando la ropa blanca de la oposición y capas rojas, amarillas y azules, relata Juan Carlos Senior, de 31 años, quien abrió un restaurante en el 2015 junto a un socio. "Uno protesta en el día", dice Senior, "pero eso no implica que dejas de vivir".
[caption id="attachment_156217" align="alignnone" width="1000"] Fotógrafa: Meridith Kohut/Bloomberg[/caption]
Debido al miedo por los crímenes, las ruidosas fiestas nocturnas en el distrito han dado paso a almuerzos por las tardes. Pero los fines de semana, filas de camionetas lujosas -algunas blindadas y protegidas por guardaespaldas- esperan a los pasajeros que salen de las fiestas hasta altas horas de la noche.
Los venezolanos que no cuentan con estos recursos también encuentran la forma de disfrutar la vida en medio de tantos conflictos. Los viernes, grupos de lugareños se pasan las botellas a las afueras de las licorerías de Chacao, mientras otros grupos asisten a pubs de estilo español para ver eventos deportivos. "Todos buscan una válvula de escape - cada uno a su nivel", dice Pedro Mezquita, crítico de restaurantes y conductor radial.
Jose Cabrera, un estudiante universitario de 22 años que se encuentra en un bar ubicado en una azotea, dice que cuando no está estudiando participa en cada protesta que puede, pero sus amigos lo critican por sus salidas. "Mira, yo marcho, yo protesto, cumplo con mi deber por mi país", dice Cabrera. "¿Pero qué vamos a hacer por la noche? ¿Bloquear las calles? ¿Marchar al Palacio de Miraflores? Mañana estaré de nuevo en las calles, a las 7 de la mañana, así sea con una resaca".