Las alianzas de Trump y Clinton en América Latina

Las alianzas de Trump y Clinton en América Latina

Por: Silvina M. Romano | 08.11.2016
De partidos a fundaciones, de fundaciones a relaciones empresariales. Las grandes coincidencias entre los partidos Demócrata y Republicano se refleja en las relaciones que tienen con América Latina.

Nadie lo debe dudar: existen grandes coincidencias entre el Partido Demócrata y Republicano que se materializan en el vínculo entre éstos y las diversas organizaciones internacionales y latinoamericanas.

El Partido Republicano es miembro de la Unión de Partidos Latinoamericanos (UPLA), creada en 1992, integrada entre otros, por el Partido Conservador de Colombia, el partido Propuesta Republicana (PRO) de Argentina, el Movimiento Demócrata Social de Bolivia, el Partido Conservador de Nicaragua, etc. A su vez, este grupo de partidos forma parte de la Unión Democrática Internacional (UDI), fundada en 1983 por la vanguardia del neoliberalismo, Margaret Thatcher, George H.W. Bush, entre otros. Actualmente presidida por el ex presidente colombiano Andrés Pastrana y que, entre otras personalidades, cuenta como vicepresidente para Europa con la figura de Mariano Rajoy. Estos nombres dan un panorama más que completo sobre el perfil político ideológico de esta organización.

Los autoproclamados partidos de “centro y humanistas” (que se diferenciarían de los conservadores) componen la Organización Demócrata Cristiana para América Latina (ODCA), cuyos miembros también forman parte de la UDI (borrando así la débil frontera entre “centro” y “derecha conservadora”). Una de las reuniones de ODCA en el 2016 fue sobre las “Nuevas tendencias políticas en América Latina”. Se planteó de modo abierto cómo derrotar a los populismos y su herencia. Entre los expositores había representantes del PRO de Argentina, del partido Movimiento Demócrata Social de Bolivia, de la Mesa de la Unidad Democrática de Venezuela, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Es curioso, porque el vínculo ODCA-IDU-UPLA nos llevaría a afirmar que es el Partido Republicano el que mayor presencia tiene en la región. Sin embargo, si consideramos los presentes en la reunión de la ODCA, hay que señalar que la Mesa Unión Democrática tiene vínculos (aunque no necesariamente visibles) con el gobierno demócrata (que viene apoyando de modo abierto y encubierto las acciones de la oposición en Venezuela), además de que el PRO, a pesar de ser miembro asociado de la UDI, apoyará la campaña de Hillary Clinton. Asimismo, personajes clave del PSDB como Aloysio Nunes, en pleno golpe a Dilma Rousseff, se vincularon con lobistas de Clinton en EEUU.

De los Partidos a las Fundaciones

Los partidos políticos extienden también sus vínculos a través de su relación con fundaciones. El mencionado evento de la ODCA contó con el apoyo de la Konrad Adenauer y su programa “Partidos políticos y democracia en América Latina”. Además de la Konrad, encontramos a FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) liderada por el español José María Aznar, como otra de las fundaciones asociadas. Un dato relevante es que ambas fundaciones destinaron recursos y tiempo a promover una imagen absolutamente negativa de los gobiernos de Evo Morales en Bolivia (donde la Konrad tiene enorme protagonismo) y del gobierno de Venezuela en España.

Otro dato con respecto a las fundaciones vinculadas a los partidos políticos es la presencia en América Latina de la National Endowment for Democracy (NED), que desde 1983 y en el marco de la guerra en Centroamérica (contra el sandinismo y la “subversión”) deriva fondos al Instituto Nacional Democrático (NDI), al Instituto Internacional Republicano (IRI), al Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE) y el Centro Americano para la Solidaridad de los Trabajadores. Hay pruebas de que estas instituciones han participado de actividades encubiertas y de injerencia en países de América Latina. Según informe, la NED gasta 30 millones de dólares al año para apoyar a partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos, asociados a procesos de desestabilización de gobiernos no alineados a la política exterior de EEUU.

La presencia de la NED en Bolivia es especialmente notable a través del financiamiento de la Fundación Nueva Democracia que nuclea a diversos sectores de la oposición al gobierno de turno. La NED desembolsó más de 7.7 millones entre 2003 y 2014 para financiar organismos con objetivos políticos opuestos al gobierno de Morales.

La NED junto con USAID en Venezuela han financiado partidos políticos como Primero Justicia, Voluntad Popular e incluso a la Mesa Unidad Democrática; también han financiado ONGs como Forma. Entre 2013-2014 ambos organismos destinaron a instituciones venezolanas un monto aproximado de 14 millones dólares.

Con respecto a los Republicanos, el Instituto Internacional Republicano desarrolla estrategias similares a la NED. Dos de los targets han sido el derrocamiento de los gobierno chavistas y del gobierno haitiano de Aristide. En el 2001, el gobierno estadounidense, en un escenario de aversión al giro dado por la administración chavista, aumentó exponencialmente el presupuesto para actividades del IRI en Venezuela, que pasó de 50.000 dólares a 300.000 dólares, fue el mayor presupuesto a agencias vinculadas a la NED ese año.

De las Fundaciones a las relaciones empresariales

El vínculo es también claro en las relaciones personales de político a político y de político a empresario. Así lo demuestra la trayectoria de Bill Clinton y su cercanía tanto a Uribe como a Juan Manuel Santos. Clinton es el ex presidente demócrata que lanzó el Plan Colombia, haciendo oficial la “guerra contra las drogas” en América Latina y que parece sigue teniendo una importante influencia en las altas esferas de política colombiana. A su vez, es una figura que mantiene estrechos vínculos con grandes empresarios latinoamericanos como Carlos Slim y otros millonarios con los que celebran reuniones familiares y diferentes eventos compartidos.

Este vínculo se aceita también por medio de la Fundación de la familia Clinton, que ha acercado a Hillary con el mundo empresarial latinoamericano. En Colombia la Fundación Clinton tiene un papel protagónico, aunque en los últimos años se han hecho públicas las críticas: “los trabajadores y activistas progresistas aseguran que los programas de la fundación han causado daños ambientales, desplazado a la población indígena, y que ha concentrado una buena porción de las reservas de gas y petróleo de la mano de Giustra”. En Argentina, empresarios como Gerardo Werthein, Matías Garfunkel, Eduardo Eurnekian y José Luis Manzano aportaron dinero a la Fundación en plena campaña electoral. Este vínculo ha generado incluso “suspicacias” por el entramado clientelar que se genera a partir de la Fundación para apoyar la campaña de Hillary.

Con respecto a Trump, son claras sus estrechas relaciones con empresarios. El presidente de la Asociación de Cámaras Americanas de Comercio en América Latina afirma seriamente que “el señor Trump es una persona que ha hecho grande su fortuna. Además, él conoce que el libre comercio es lo más importante en los negocios”. En Panamá hay una “Trump Tower” (2011) que alberga residencias, un hotel y un casino. En Río de Janeiro Trump inauguró el hotel en el que se alojaron los miembros del Comité Olímpico y hay posibilidades de que construya cinco rascacielos para oficinas. Según uno de los empresarios brasileños asociados a la marca Trump, el hotel en Río redituará al candidato republicano 25 millones de dólares al año.

Está en construcción un edificio Trump en Punta del Este y los inversores argentinos del proyecto en Uruguay planean edificar una torre Trump de oficinas en Buenos Aires. Uno de sus socios en estos emprendimientos es el empresario Fernando Yaryura, que fue invitado a la Convención del Partido Republicano, desde donde declaró que “América Latina no tiene que tenerle miedo a Trump. Él personalmente cuenta con muchas inversiones en la región (…) Estados Unidos fue y seguirá siendo, en un eventual gobierno de Trump, un país abierto a los latinoamericanos”.

El modelo de Trump para la región es cobrar a empresarios que utilicen la “marca Trump”. Además de un pago inicial, su empresa se adjudica una comisión de entre el 5 y el 13% de las ventas y a la vez busque exenciones impositivas y otros beneficios de parte del Estado anfitrión o el gobierno local. De este modo, puede esperarse que su política hacia la región siga esta lógica, como lo especifican los expertos en negocios: “Como hombre de negocios, Trump se ha vinculado con políticos y empresarios para reforzar sus negocios. Del mismo modo, seguirá este modelo de búsqueda de resultados en la política exterior hacia la región”.

*Original en CELAG.