Héctor Morales, director Festine: "Es una gran deuda para el país haber dejado fuera la cultura de la conversación presidencial"
En un país como Chile donde la oferta cultural suele concentrarse en las capitales regionales y la programación se define desde los centros urbanos hacia la periferia, pensar un festival de teatro desde el territorio y sus espectadores implica invertir esa lógica. Significa entender que las audiencias no son receptoras pasivas, sino comunidades que exigen contar sus propias historias.
Ese es el modelo que encarna el Festival de Teatro de Isla Negra (Festine), organizado por la Municipalidad de El Quisco, que en su edición 2025 reunió entre el 27 y 30 de noviembre a cinco compañías teatrales nacionales. La programación incluyó homenajes a Teatro Ictus, que cumple 70 años, y a Trío Teatro Banda, que celebra 25 años de trayectoria.
En ese contexto, el viernes 28 de noviembre, tras la función de "Animales de trabajo" la compañia Geografía Teatral, su director artístico, el actor Héctor Morales, conversó con El Desconcierto sobre este trabajo territorial, pero también sobre el estado del ecosistema cultural chileno en pleno contexto electoral de cara a la segunda vuelta presidencial. En sus respuestas, aparece una reflexión crítica sobre la ausencia de políticas culturales en el debate público y la normalización de la precariedad como condición estructural del teatro chileno.
Cultura ausente del debate presidencial
-Estamos en pleno proceso eleccionario. ¿Has sentido que ha estado ausente el debate por las políticas culturales en lo presidencial?
Completamente ausente. Se están hablando de temas que son importantes, pero para mí la cultura es un tema de educación que nos conforma como sociedad. He extrañado que en los debates presidenciales se hable de cultura, en contraste con que años atrás había ocasiones específicas para esto. En una ocasión en el GAM tuve la suerte de conducir un debate cultural, que es algo que ahora es impensado. Es una gran deuda para el país haber dejado fuera la cultura de la conversación presidencial.
-Se habla de recortes y una de las primeras áreas afectadas siempre es la cultura. Este gobierno hizo un intento de llegar al 1% en presupuesto. ¿Cómo ves esa discusión y el ecosistema cultural en este momento?
Siempre se está hablando de la precariedad porque es una realidad para muchos artistas. El teatro en particular, que es de donde yo puedo hablar, tiene muchas formas distintas de existir. Cuando se habla de cultura pareciera ser que hablamos de cultura y arte como un todo homogéneo, y no es así. Son realidades muy distintas, muchas formas diferentes de ser artista en este país, muchas formas diferentes de ser actores y actrices.
Desde mi realidad, considero que el teatro está pasando por un muy buen momento. Está siendo reconocido internacionalmente, hay muchas compañías que se están presentando en el extranjero. Pero esas mismas compañías que tienen mucho éxito afuera tienen que estar lidiando con la precarización, con el levantamiento de fondos y la subsistencia.
Esa realidad, independiente de los gobiernos, siempre se ha mantenido. Es un lugar que siempre vive en base a la precariedad. Esa incertidumbre constante es una forma de existir, hemos estado siempre en ese lugar. Y eso hace que también la creatividad se asome desde otros lugares, desde lo mínimo o lo más sencillo. A veces desde la nada se construyen obras maravillosas. Eso es parte también del ADN de nuestra cultura y del teatro.
Espacio público y apropiación comunitaria
-Se habla mucho de seguridad, de que la gente no puede hacer uso del espacio público. Pero estos espacios también permiten otra forma de apropiación comunitaria. ¿Cómo ves ese debate?
Para mí el teatro y la cultura siempre han sido un lugar de resguardo. Creo que el municipio de El Quisco y su alcalde, con el apoyo a este proyecto, han hecho una demostración maravillosa de cómo un espectáculo, un evento así, reencanta a las personas con el compartir, con el encontrarse, con salir a la calle.
A modo de anécdota, había muchos vecinos que no tenían cómo llegar y el municipio puso un bus. Eso me parece profundamente humano y considerado con las personas que a veces se dejan más de lado. Creyendo que con la información que reciben a diario sobre inseguridad se van a quedar en sus casas aterrorizadas, esto es una demostración de que si se puede desarrollar en distintos lugares, siempre va a ser algo que va a aportar a la cultura y a la sociedad.
Formación de audiencias y trabajo territorial
-El festival realiza también formación de audiencias. ¿Cómo se desarrolla este trabajo con la comunidad?
Desde Isla Negra incentivamos la participación comunal en todas las actividades culturales. Trabajamos desde febrero en la programación del festival, vamos a todas las obras que podemos y siempre estamos en diálogo con el Centro Cultural Camilo Mori, que es quien organiza el festival. Se realizan instancias de diálogo, conversación y encuentro.
El año pasado hicimos una obra a partir de las necesidades de la comunidad. Existía la necesidad de contar la historia de las bordadoras de Isla Negra, bordadoras textiles que son las que hicieron el bordado mural que está en el GAM. La comunidad exigía que se contaran las historias locales también, así surgió la idea de hacer una investigación dirigida por Manuela Oyarzún con un texto de Mariana Muñoz. Yo hice la investigación a partir de todos los relatos y las entrevistas que pudimos conseguir.
Eso es una muestra de cómo la comunidad está inserta en el festival y cómo traer obras es una necesidad patrimonial. No es una cuestión jerárquica de arriba hacia abajo. No es que desde Santiago vengamos a Isla Negra con obras. Es que desde Isla Negra necesitamos teatro y vamos a buscarlo a Santiago o a donde sea.
-Además de las obras, el festival incluye talleres y otras instancias de formación. ¿Cómo funciona esto?
La programación siempre incluye clases magistrales, talleres, encuentros, escuelas. Este año decidimos poner el foco en las compañías de teatro. Siempre se habla de los elencos, de los directores, de los dramaturgos. Muy pocas veces se reconoce el trabajo de las compañías. Por eso escogimos dos compañías muy importantes: Teatro Ictus, que cumple 70 años, y Trío Teatro Banda, que cumple 25 años. Trajimos cinco compañías en total e hicimos un homenaje a Ictus y otro a Trío Teatro Banda.
Este año decidimos que las clases magistrales, en vez de darlas un director o un dramaturgo, las dieran las compañías de teatro. También nos hemos dado cuenta de que los espectadores de la comuna son bastante exigentes porque consumen mucho teatro, llenan y repletan siempre las funciones. Por eso nos pareció buena idea invitar a Javier Ibacache con su escuela de espectadores, que pone en diálogo al público con la obra e incentiva la idea de lo que significa ser espectador. Que sean parte importantísima y protagónica del festival.