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Realpolitik: Ofrézcale a Parisi un ministerio, ahora
Foto: Agencia Uno

Realpolitik: Ofrézcale a Parisi un ministerio, ahora

Por: Esteban Celis Vilchez | 26.11.2025
Así están las cosas. Realpolitik… ¿Es tan terrible? ¿Acaso la democracia no significa otorgar valor al voto de otros, por errado que nos parezca? Y, sobre todo, acaso el demócrata, antes que sus ideas y proyectos de sociedad, ¿no debe defender la democracia misma, para que sus ideas y las de otros puedan competir democráticamente por el derecho a ser implementadas? ¿No debería ser esta elección una entre demócratas y aspirantes a dictadores?

Si hay algo que no me gusta y que en general previene mis naturales impulsos por ser parte de la política es la llamada “realpolitik”, término indisolublemente ligado a Bismarck en su estrategia pragmática para lograr la unificación de Alemania a fines del siglo XIX.

En general, ese término se asocia a un pragmatismo en el actuar político en virtud de consideraciones prácticas que se imponen a la ideología o la moral. Para mí, la realpolitik es inaceptable en estado puro, pero creo que puede tolerarse un pragmatismo inesperado.

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Por lo demás, también me parece inaceptable la intransigencia moral que condena al sufrimiento a los demás, al estilo de “hágase justicia, aunque caiga el cielo”, frase atribuida a Fernando I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Hegel la mutó en un “hágase justicia, aunque el mundo perezca”.

Vamos al grano. En tres semanas más, José Antonio Kast será presidente de Chile. Terrorífico. Es como empezar una versión chilena de El cuento de la criada, de Margaret Atwood, donde Matthei correría riesgo serio de convertirse en una Serena Joy.

¿Puede evitarse? Creo que sí. Pero no haciendo lo que se está haciendo. Ni haciendo nada de lo que se ha insinuado que se quiere hacer. Una de las causas profundas de la debacle de la izquierda es la ausencia de discurso, de propuesta. Con Allende murió esa izquierda democrática que ofrecía una alternativa al individualismo, la competencia desatada y el endiosamiento del mercado.

Este gobierno del FA y su presidente joven están lejos de un estadista como Allende. Han sido administradores, en tono menor, del neoliberalismo que no desafían: ahí están las AFPs, las Isapres y la educación y salud públicas alicaídas; ahí sigue el cobre y todos los recursos naturales que rescatarían de la pobreza a tantos niños en manos de los acaparadores de siempre; ahí siguen los derechos humanos de todos, olvidados. Pero en tres semanas Jeanette Jara, aunque brillante y encantadora, no podrá articular el nuevo discurso que entusiasme y movilice. Eso es de más largo plazo. El programa, de verdad, nadie lo va a leer.

La estrategia debe ser más efectiva y de shock. Una estrategia simple y doble: confrontar sin concesiones; negociar sin remilgos ni complejos.

Vamos con lo primero. Darío Quiroga, el despedido estratega del comando de Jeanette Jara, antes de caer traicionado por sus expresiones clasistas, tiene razón: a Kast hay que confrontarlo hasta el cansancio. Es un ser que aplaude la dictadura, las violaciones a los derechos humanos y el abuso. Pero hay que confrontar también a sus votantes (no me refiero a los que ya votaron en primera vuelta por él, sino a los que piensan hacerlo en segunda), porque tal vez se les pueda despertar para que vean la fealdad moral que representa votar por alguien así. Basta de adular.

Eso no servirá. ¿Por qué habría que adular al pobre que vota a favor del amante de la concentración de la riqueza, al extranjero que vota a favor del xenófobo y fanático de las deportaciones, a las mujeres que votan por un sujeto claramente misógino y patriarcal, a los enfermos que votan por quien jamás priorizará la salud pública, a los pensionados que votan por quien alegremente defenderá un sistema malévolo como el de las AFPs, a los estudiantes que votan por un feliz partidario de un sistema educativo que deje a los amigos pateando piedras, a los dueños de pymes que votan por un firme protector de las grandes empresas que las ahogan, a los trabajadores que votan por el campeón del anti sindicalismo y de la precariedad laboral, a las personas humildes que votan por un sujeto que jamás ha mostrado el más mínimo afecto por ellas?

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Es mejor tomarlos de las solapas y suplicarles que no se comporten como idiotas. A quien está a punto de tomar una decisión estúpida se le habla fuerte y claro, no se le adula. ¿Arriesgado? Claro, pero pueden ser tres puntos obtenidos del mundo de Matthei. No pido más.

Asumamos que los votos de Artés y MEO están ahí. Digamos, otros dos puntos. Vamos en 31. Y aquí viene la segunda parte, la realpolitik… Los votos de Parisi son claves. Pero todos ellos, no unos pocos, la mitad ni la mayoría. Todos.

Ahí bordearíamos el 50%. Entonces se podría ganar.

Pero esos votos no se obtienen incluyendo la rebaja del IVA a los medicamentos en el programa ni con otros guiños semejantes. Se gana de un solo modo: con Parisi en el gobierno, en un ministerio, y con un gobierno que reúna lo mejor de las ideas de Jara con lo mejor de las propuestas de Parisi. Solo entonces, ese casi 20% daría el voto a Jara. Apoyarían no al gobierno de Jara, sino a uno propio, donde su líder sería pieza clave.

Así están las cosas. Realpolitik… ¿Es tan terrible? ¿Acaso la democracia no significa otorgar valor al voto de otros, por errado que nos parezca? Y, sobre todo, acaso el demócrata, antes que sus ideas y proyectos de sociedad, ¿no debe defender la democracia misma, para que sus ideas y las de otros puedan competir democráticamente por el derecho a ser implementadas? ¿No debería ser esta elección una entre demócratas y aspirantes a dictadores?

No veo un problema ético, la verdad. No es traicionar el progresismo, sino protegerlo, pues no hay progresismo posible si no se conserva la democracia. La dictadura de Pinochet causó un daño que sigue presente. Un gobierno de Kast causará estragos a largo plazo que ni siquiera imaginamos. Hay que evitar a toda costa entregarle el poder democráticamente a quienes harán lo imposible por desmantelar la democracia, a lo Hitler, a lo Trump, a lo Bukele. Esta es una prioridad moral.

En serio, en nombre de la democracia, responsablemente le ruego actuar como nadie espera: negocie ahora, converse y ofrézcale un ministerio y una participación en el gobierno. Ninguna otra cosa servirá. Ninguna. Y proteger la democracia es un propósito noble, muy noble. Parisi dijo que no quería que los cuicos ganaran. Ninguno de los dos por sí solo podrá impedirlo. Los dos juntos, sí. Simple. Realpolitik puede decirle.

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