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31 de octubre: Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile
Foto: Agencia Uno

31 de octubre: Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile

Por: Benjamín Escobedo | 31.10.2025
El Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile 2025 debe versar sobre la base de un diálogo fructífero y agudo, de lo contrario, ahogamos lo realmente importante de la jornada, aquella valorización de cómo esta se construyó en nuestro país y como ella se presenta hacia el futuro.

El presente año, con fecha 31 de octubre, Chile vuelve a conmemorar el Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes. Un hito para la presencia no católica del ala del cristiano nacional que busca visibilizar su trabajo, obra y desafíos en el territorio chileno.

Para algunos hablamos de un feriado más, para otros de una necesaria pausa en lo público para repensar el fenómeno religioso en Chile y sus implicancias en la historia, política, memoria y sociedad civil propiamente tal.

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En primer lugar, el llamado Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile nació tras la promulgación de la Ley N° 20.299 el 10 de octubre del año 2018 por parte de la ex Presidenta de la República, Michelle Bachelet, la que buscaba realzar y reconocer el rol que han jugado las iglesias evangélicas y protestantes en Chile a través de la historia.

Esta fecha es propiciada para los protestantes y evangélicos de nuestro país como argumento y justificación a partir del acontecimiento de la Reforma Protestante del siglo XVI (año 1517) de la mano del monje Martín Lutero con sus 95 tesis clavadas en la puerta de la Iglesia del Palacio, en Wittenberg, Alemania.

Este hecho abrió paso a la modernidad, ahí donde el mundo precisamente se rendía ante la razón, filosofía y pensamiento cartesiano, por tanto, poco a poco empezó a quedar relegada la fe, teología del medioevo y excesivo dogmatismo impulsado por la iglesia católica romana hasta aquel entonces.

Los reclamos (protesta) de las 95 tesis de Lutero, estaban asociadas entre otras cosas, al tema de las indulgencias, problemas de la institucionalidad de la iglesia católica romana, asuntos de dogma, entre otras cosas. Ahora bien, más allá de estos preceptos de corte eclesiástico, salvífico e institucional, lo cierto es que la llamada Reforma Protestante sigue siendo un hito a nivel mundial.

Tal vez, vendría bien revisitar el sitio del acontecimiento y releer sus postulados, así, divisar de qué forma ellos han sido acogidos por el mundo, en este caso, por Chile. Por ejemplo, la cosmovisión que hasta el día de hoy penetra en la teología protestante chilena resulta muy poco abrazada por la sociedad nacional, no olvidemos que la Encuesta CEP (Centro de Estudios Públicos) del año 2024 señaló que el 18% era evangélico protestante. A su vez, la Encuesta Bicentenario del año 2023 afirmó que el 17% de la población resultaba ser evangélico protestante, sin haber superado nunca el 18% hasta ahora.

Ahora, el Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile indudablemente sirve (entre otras cosas) para repensar cual es el impacto del mundo protestante y que teología mantiene como insumo a la hora de construir sus grandes narrativas.

Este segmento de la población feligrés que circula en nuestro país ha dado que hablar hace bastante tiempo producto de su penetración en la esfera pública a través de la política, tras la llamada “bancada evangélica”, dicho sea de paso, habría que ser muy estúpido para creer en semejante pretensión, ya que la política por definición busca el poder, convencer y persuadir de ideas, no de axiomas dogmáticos propios de la Biblia.

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El 31 de octubre también es una oportunidad para colocar sobre la mesa varias preguntas a modo de reflexión social, esas donde todas y todos tengan una mirada a conciencia y aporte conjunto

¿Es Chile un país religioso? ¿Qué tanto “peso” tienen las comunidades evangélicas en el territorio nacional? ¿Qué función cumplen? ¿El denominado Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile busca un reconocimiento público por parte del Estado hacia estas comunidades dada su memoria, historia y legado, o bien, se busca conciliar y quitar peso a la Iglesia Católica chilena?

¿Son los evangélicos una masa de fanáticos, amantes de lo sobrenatural, o ello responde a un prejuicio de meter a todos en el mismo saco? ¿Alberga desafíos la iglesia evangélica protestante de Chile frente a otro 31 de octubre en nuestro país, o bien, ella tiene sus “ojitos más blancos que nunca” divisando al invisible como símbolo de pureza, realizando proselitismo religioso una y otra vez?

Estas y otras preguntas enarbolan una reflexión descafeinada, transversal, necesaria y horizontal, no encallando la fe y dicha jornada en un día de aplausos y abrazos, por el contrario, que sea una jornada de pensamiento, sinceridad y de grandes desafíos para el Chile del siglo XXI.

Por último, el Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile 2025 debe versar sobre la base de un diálogo fructífero y agudo, de lo contrario, ahogamos lo realmente importante de la jornada, aquella valorización de cómo esta se construyó en nuestro país y como ella se presenta hacia el futuro.

Una proyección que se bifurca, por una parte, insistiendo con su “banderita de lucha” en contra del aborto, eutanasia y diversos temas valóricos, o bien, mostrando al país diálogo, investigación pública y real contribución social, de esta forma, dejando la decisión personal y libertad de conciencia como parámetros personales para cada ser humano.

Sin duda, estamos frente a una jornada de profundos desafíos si la presencia evangélica nacional desea salir de sus templos y contribuir en lo público, ahí donde resuena la frase bíblica: “Al César lo que es del César y al Dios lo que es de Dios”.

No podemos gobernar con la Biblia. Por eso, este es un día para dialogar, pensar y reconocer la historia, no para instalar proselitismo religioso e izar la bandera de lo “santo y puro”. Es una jornada propiciada por el Estado, no para para el púlpito evangélico, ya que aquí el foco está en el reconocimiento estatal y la invitación a repensar el rol de las iglesias evangélicas protestantes de Chile, en ningún caso para aplaudir sus dogmas religiosos e incentivar a un fideísmo dislocado de nuestra realidad, algo que abunda en algunos lideres y comunidades de este estilo.

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