
La comunidad chilena en el exterior como sujeto político: Una agenda inaplazable para el Chile que viene
La política exterior del programa de Jeannette Jara destaca la importancia de estrechar vínculos con la comunidad chilena en el exterior, reconociendo su potencial estratégico para el desarrollo integral del país. Es lo que se propone en la medida 344 de su programa:
“Trabajaremos en estrechar el vínculo con la comunidad chilena en el exterior, buscando aprovechar los talentos, experiencias y redes de contactos que nos puedan aportar los compatriotas trabajadores, técnicos, profesionales y científicos”.
Esta propuesta es inédita. No ha existido en otros gobiernos, ni de la centroizquierda ni de la derecha.
Aunque distintos gobiernos, particularmente los de Michelle Bachelet y Gabriel Boric, han dado pasos importantes como el reconocimiento del exilio, el derecho a voto en el exterior y la diplomacia cultural, ninguno ha propuesto ni implementado una política pública integral que articule sistemáticamente a la comunidad chilena en el exterior como actor estratégico de un proyecto de país justo y plural.
En ese sentido, lo planteado por Jara en la medida 344 de su programa presidencial representa un avance cualitativo, al reconocer explícitamente el valor de las trayectorias, saberes y redes tejidas por quienes han vivido fuera de Chile, e integrarlas en un proyecto de desarrollo con justicia social.
Esta comunidad en el exterior, conformada por más de un millón de compatriotas en el mundo, ha acumulado una riqueza colectiva de conocimientos, experiencias y vínculos internacionales, muchos de ellos forjados a partir de la dolorosa experiencia del exilio y la migración forzada, que puede contribuir de manera concreta, diversa y significativa al futuro del país.
En el ámbito académico, científico y técnico, existe un importante potencial para fortalecer el intercambio y la transferencia de conocimientos entre la comunidad chilena en el exterior y las instituciones nacionales.
Si bien Chile cuenta con programas como los de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), que permiten estadías breves para investigadores e investigadoras residentes en el extranjero, aún persiste una falta de articulación estratégica y de mecanismos sistemáticos de vinculación que permitan activar estos saberes de forma coordinada, sostenible y al servicio de las prioridades nacionales.
En esa línea, para hacer efectiva la valoración de la comunidad de chilenos en el exterior se debe instaurar un sólido apoyo estratégico, que conecte a profesionales chilenos en el exterior con ministerios, gobiernos locales y organizaciones sociales, para contribuir, desde sus experiencias internacionales, al diseño e implementación de políticas públicas en ciencia, tecnología, salud, educación o transición energética. Esta articulación podría canalizarse mediante una plataforma cogestionada por Cancillería, AGCID y universidades estatales.
La experiencia acumulada por integrantes de la comunidad chilena en el exterior en universidades, administraciones públicas, organismos internacionales y espacios de cooperación técnica representa una oportunidad valiosa para enriquecer los procesos de fortalecimiento institucional y democratización del Estado. Estas trayectorias no solo aportan conocimientos técnicos, sino también visiones comparadas sobre cómo enfrentar desafíos estructurales desde enfoques participativos, con criterios de eficiencia pública, justicia territorial y garantía de derechos.
Es importante reconocer que la comunidad chilena en el exterior no solo posee saberes técnicos y trayectorias valiosas, sino que también conforma una red transnacional con capacidad de articulación cultural, política y simbólica en múltiples escalas. Su presencia activa en espacios internacionales puede contribuir a posicionar de forma legítima y plural los intereses del país, desde una diplomacia ciudadana que complemente la acción del Estado con enfoques colaborativos, descentralizados y culturalmente significativos.
Para hacer efectivo el aporte de la comunidad chilena en el exterior es indispensable que no se dependa de esfuerzos aislados o voluntaristas. Se requiere una política de Estado clara, con partidas presupuestarias y una institucionalidad responsable que lidere esta articulación de manera continua.
Si bien ya existen algunas iniciativas relevantes, tales como el Encuentro de Investigadores/as "Observando a Chile desde la distancia", programas como ChileGlobal o el Comité Interministerial para la Comunidad Chilena en el Exterior, al igual que organizaciones (inter)universitarias y redes espontáneas organizadas por la propia diáspora, estas deben ser fortalecidas, democratizadas y articuladas bajo un enfoque estratégico, participativo y de largo plazo. Un rediseño actualizado, co-construido con las comunidades chilenas en el exterior, permitiría ampliar su alcance e impacto real.
Al mismo tiempo, es esencial evitar una visión instrumental que entienda esta relación como una simple "extracción" de conocimiento o redes. Chile debe ofrecer algo a cambio: oportunidades reales de colaboración retribuida, reconocimiento institucional y condiciones de reciprocidad, donde esta reconexión también enriquezca profesional y personalmente a quienes han hecho su vida en otros países.
Finalmente, es clave involucrar activamente a las nuevas generaciones, particularmente a los hijos e hijas del exilio y la migración, quienes muchas veces mantienen un vínculo afectivo y cultural profundo con Chile, y cuentan con habilidades, trayectorias híbridas y perspectivas valiosas que pueden enriquecer este puente transnacional.
En suma, la comunidad chilena en el exterior, nacida en muchos casos desde la tragedia del exilio, se ha transformado en un reservorio de saberes, redes y experiencias de incalculable valor. Aprovechar este potencial no es un acto de reparación, sino una estrategia de desarrollo inteligente, solidaria y con visión de futuro. Chile tiene hoy la oportunidad histórica de construir una relación sistemática, plural y mutuamente beneficiosa con su diáspora, siempre que exista la voluntad política y social para establecer los puentes que permitan este reencuentro transformador.