
La otra crisis olvidada: Salud sexual fuera de los programas presidenciales
Chile se prepara para una nueva elección presidencial, y los programas de las principales candidaturas muestran un marcado énfasis en dos grandes áreas: seguridad pública y crecimiento económico.
Evelyn Matthei, Jeannette Jara y José Antonio Kast coinciden en que el miedo al crimen y el estancamiento económico son los ejes que hoy preocupan a la ciudadanía, y sus propuestas se concentran en dar respuestas rápidas y contundentes en estos ámbitos.
Sin embargo, al revisar en detalle sus documentos programáticos, aparece una ausencia que no puede pasarse por alto: la salud sexual, la prevención del VIH y las políticas integrales en esta materia siguen fuera.
En el caso de Evelyn Matthei, su propuesta en salud se centra en reducir listas de espera, implementar una alerta oncológica con foco en cáncer cervicouterino y de mama, además de avanzar en fertilización asistida. Son medidas relevantes, pero que apenas rozan el terreno de la salud sexual. No hay mención alguna a VIH, infecciones de transmisión sexual ni a educación sexual integral.
Por su parte, Jeannette Jara plantea una reforma amplia en salud, con reducción drástica de tiempos de espera, fortalecimiento de la atención primaria, salud mental y acceso equitativo a medicamentos. También reconoce la deuda en garantías asociadas al cáncer cervicouterino y propone programas contra la violencia de género. Sin embargo, la salud sexual integral y la respuesta al VIH aún no están suficientemente presentes.
En el caso de José Antonio Kast propone un sistema basado en la libre elección entre seguros públicos y privados, con incentivos a la participación de clínicas regionales y un enfoque fuerte en eficiencia del gasto. No hay referencias a salud sexual, ni a VIH, ni a programas de prevención o educación en la materia.
Esta omisión resulta especialmente grave en un país como Chile, que ostenta un triste récord en la región: el mayor aumento porcentual de notificaciones por VIH en los últimos ocho años.
Mientras en 2010 se registraban 2.982 casos, en 2018 esa cifra ascendía a 6.984, más del doble en menos de una década. Estos números muestran que la epidemia no ha sido controlada y que las políticas actuales no están dando la respuesta que las comunidades necesitan.
La experiencia nos muestra que no basta con hablar de listas de espera, ni de inversiones hospitalarias, ni de modernización administrativa. La salud sexual requiere ser reconocida como parte fundamental del derecho a la salud. Ignorarla es condenar a miles de personas a diagnósticos tardíos, tratamientos interrumpidos y a una vida marcada por el estigma.
Es legítimo y urgente que Chile busque seguridad y crecimiento económico. Pero un país seguro y próspero no puede construirse si deja de lado algo tan básico como el derecho a vivir una sexualidad plena, libre y segura. En la próxima elección, pedimos a todas y todos los candidatos que pongan la salud sexual en el centro de sus programas. El VIH no espera, y la prevención tampoco debería hacerlo.