
Larga vida a las abejas: Científicos desarrollan suplemento que podría mejorar la resistencia y vitalidad de las colmenas
En el marco de la creciente preocupación por la disminución acelerada de las poblaciones de abejas en todo el mundo, científicos de la Universidad de Oxford desarrollaron un complemento nutricional que podría marcar un hito en la protección de estos polinizadores.
La iniciativa, encabezada por la académica Geraldine Wright, logró mediante ingeniería genética modificar una levadura para que produzca los seis esteroles esenciales que requieren las abejas para su desarrollo, compuestos que normalmente obtienen exclusivamente del polen.
Publicado en la revista Nature, el estudio mostró que las colmenas alimentadas con esta levadura generaron hasta 15 veces más crías viables que aquellas que recibieron dietas convencionales. Este avance cobra relevancia frente a un escenario en el que la pérdida de flores, las sequías prolongadas y el uso intensivo de agroquímicos han reducido drásticamente la disponibilidad de recursos florales, debilitando colmenas y reduciendo su capacidad reproductiva.
“La nutrición incide directamente en la vitalidad de la colmena. Una dieta incompleta interrumpe el ciclo de cría y deja a las abejas más expuestas a enfermedades, estrés ambiental y parásitos”, explica Pablo Villarreal, investigador del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), quien ha seguido de cerca el desarrollo de este tipo de soluciones.
En países como Chile, la situación se ve agravada por una megasequía que ya se extiende por más de una década y afecta gravemente los ecosistemas del centro y sur del país. “La reducción de floraciones obliga a suplementar con mayor frecuencia, lo que encarece la actividad apícola y compromete la producción de miel y otros servicios ecosistémicos”, advierte Villarreal.
En ese escenario, el nuevo suplemento se presenta como una herramienta con potencial transformador. “A diferencia de los alimentos tradicionales, esta levadura sintetiza los componentes del polen que las abejas no pueden generar por sí mismas, como el 24-metilenecolesterol, indispensable para el desarrollo larval”, precisa.
Impacto global
Además de mejorar la resistencia y longevidad de las colmenas, esta innovación podría contribuir a reducir la competencia entre especies por las flores disponibles, mitigando el impacto que las colmenas manejadas tienen sobre los polinizadores silvestres.
“El colapso de las abejas no solo afecta la producción de miel. Va más allá. Compromete la seguridad alimentaria, la productividad agrícola y la diversidad vegetal. Este avance podría ayudar a estabilizar cultivos que dependen de la polinización, especialmente en regiones afectadas por el monocultivo y la degradación ambiental”, comenta el investigador.
Desafíos pendientes
Sin embargo, Villarreal advierte que aún existen desafíos significativos antes de implementar esta solución de manera masiva. Entre ellos, destaca la necesidad de evaluar su desempeño en condiciones reales, su impacto en la microbiota intestinal de las abejas y su interacción con tratamientos sanitarios habituales. También menciona el posible rechazo por parte de consumidores y mercados que priorizan productos apícolas libres de organismos genéticamente modificados.
“La adopción de este tipo de tecnologías debe acompañarse de políticas que promuevan la conservación de hábitats florales, la regulación del uso de plaguicidas y el control de patógenos como Varroa destructor y Nosema ceranae. De lo contrario, estaremos abordando solo una parte del problema”, recalca el científico del IBio.
Si supera las pruebas de campo, el suplemento estaría disponible comercialmente dentro de dos años. Mientras tanto, representa una señal concreta de que la biotecnología puede ofrecer soluciones innovadoras ante una crisis que no solo amenaza a las abejas, sino a los sistemas alimentarios en su conjunto.