
La Iglesia y el debate por la eutanasia en Chile: "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"
Hace algunos días volvió a entrar en escena el debate público por la eutanasia en Chile, donde los protagonistas fueron en esta oportunidad el Arzobispo de Santiago Fernando Chomalí, él Te Deum Ecuménico y las autoridades políticas de nuestro país.
Para algunos la discusión es sinónimo del “asesinato” de un ser humano, sin embargo, para otros de una obstrucción a las libertades individuales de cada ciudadano. Una reducción de la libertad personal y del Estado laico en que vivimos.
Pese a que el Presidente Gabriel Boric anunció en su cuenta pública del 1 de junio pasado que aceleraría la tramitación del proyecto de “muerte digna” o eutanasia, la iniciativa siguió sin avanzar en el Senado por varias semanas. Sin embargo, finalmente hace pocos días se aprobó la idea de legislar sobre la eutanasia en Chile.
El proyecto de ley establece condiciones estrictas y específicas, con múltiples salvaguardas para garantizar que se trate de decisiones libres, informadas y en situaciones excepcionales de sufrimiento. Cabe señalar que este esfuerzo de aprobación se suscita después de 10 años desde que se presentó la primera propuesta.
Por su parte, entre los aspectos más relevantes de las mejoras presentadas por el Gobierno al Proyecto de Ley de Eutanasia se encuentran los siguientes puntos a considerar:
Establecimiento de una comisión previa. Se creará una instancia que evaluará cada caso de manera individual, garantizando el cumplimiento estricto de los requisitos establecidos por la ley antes de proceder con cualquier solicitud.
Perfeccionamiento de procedimientos. Las indicaciones buscan mejorar los protocolos y causales establecidas, otorgando mayores garantías tanto para los pacientes como para los profesionales de la salud.
Respecto a la objeción de conciencia. El proyecto contempla y respeta el derecho de los profesionales de la salud a manifestar objeción de conciencia.
A nivel internacional la eutanasia es legal en países como Bélgica, Países Bajos, Colombia, Luxemburgo, Canadá y algunos estados de Estados Unidos, donde los pacientes tienen derecho a solicitar una muerte asistida bajo ciertas condiciones. Por consecuencia, para muchos la eutanasia va a tener que llegar sí o sí, y que hay que poner ciertas condiciones para que ella funcione óptimamente.
En tanto, el arzobispo Fernando Chomali cuestionó duramente la iniciativa legal de eutanasia impulsada por el actual Gobierno de Chile. En una homilía, marcada por críticas a los proyectos "valóricos", el líder de la Iglesia Católica nacional hizo un llamado a los creyentes a no guardar silencio en estas cosas.
Chomali expresó que “Chile es un país laico, lo sabemos, pero ello no significa que los creyentes tengamos que guardar silencio cuando vemos amenazados los fundamentos de la democracia y del Estado de Derecho, sobre todo cuando se pretende aprobar leyes claramente injustas como el aborto y la eutanasia, porque atentan contra quienes el Estado debiese cuidar y proteger celosamente, los más débiles”.
Los candidatos presidenciales también se pronunciaron ante la problemática. Para algunos el tema es posible y necesario, para otros (bajo argumentos religiosos) una clara mutilación de la vida humana.
Pero es necesario acentuar que Chile es un país laico desde la Constitución de 1925, que instaló el expresidente Alessandri, lo cual debe hacernos indudablemente conscientes en materia religiosa y valórica, ya que no podemos pretender gobernar con la Biblia, hacer leyes para evangélicos y católicos y relegar de la discusión pública necesidades biológicas, existenciales y humanas con meras aprensiones dogmáticas que, dicho sea de paso, hace rato mantienen trabada la deliberación y ejecución de estos temas.
La Iglesia, en cualquiera de sus tradiciones cristianas y con sus lideres respectivos, debe limitarse a su función pastoral y misionera en la sociedad, no a cercenar el debate izando la bandera de axiomas bíblicos propios de la fe cristiana. Ello corresponde a la opción personal de una espiritualidad y religiosidad de la privada del ser humano.
Basta de tonterías, vivimos en un Estado laico y ello debe ser garante de horizontalidad en el debate público, de lo contrario, se podría pensar que somos un Estado laico en el “papel” y en la práctica tenemos “aires de laico solamente”.
Por último, resulta interesante hacernos algunas preguntas a modo de reflexión social e interpelación pública dado el tema esbozado. De esta forma, encontramos las siguientes interrogantes.:
¿Qué entendemos por libertad? ¿Dónde se trazan los límites de la autonomía personal? ¿Qué papel juegan la ética, la moral y la dignidad en el final de la vida? ¿Es la Iglesia en cualquiera de sus tradiciones religiosas la encargada de “aprobar o rechazar” a priori la eutanasia en Chile? ¿Es realmente nuestro país un Estado laico, o simplemente un registro constitucional que en la práctica se ve debilitado por la presión comunicación de lideres eclesiásticos? ¿Es él Te Deum Ecuménico la instancia para reprochar al Gobierno y pretender guiarlo en materia valórica?
Estas y otras preguntas responden a nuestra premisa sugerida inicialmente, donde la Iglesia y el debate por la eutanasia en Chile necesitan reconocer sus roles y limitaciones, solo así la institucionalidad cristiana, lideres políticos, candidatos presidenciales y elementos propios de la discusión entenderán el viejo refrán de “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.