
A 105 años de su muerte: Cómo el poeta José Domingo Gómez Rojas se convirtió en símbolo de la lucha social y estudiantil
El próximo lunes 29 de septiembre se conmemoran 105 años del fallecimiento del poeta José Domingo Gómez Rojas, figura clave de las primeras luchas sociales del siglo XX en Chile como la resistencia entre estudiantes, trabajadores y movimientos sociales.
Nacido en Santiago y proveniente de una familia obrera, su vida, marcada por la poesía, la militancia y la persecución política, continúa resonando.
Gómez Rojas inició su formación en el Liceo Manuel Barros Borgoño, para luego ingresar a la Universidad de Chile, donde cursó Derecho y Pedagogía en Castellano.
Allí comenzó su activa participación en la Federación de Estudiantes de Chile (FECh), estableciendo además lazos con organizaciones obreras como la IWW y la FOCH.
Su compromiso político no solo se manifestó en las calles y en los espacios de organización estudiantil, sino también en su obra literaria.
A los 17 años publicó Rebeldías líricas, único libro editado en vida, en el que —como destaca el académico Ignacio Álvarez— “dedicó varios poemas a los ‘locos sublimes’ —Cristo, el Quijote, Colón—, a la revolución mexicana, a los inmigrantes, y subraya su entusiasmo por una radical originalidad”.
En ese texto, el joven autor escribió con fuerza visionaria: “Yo, hijo de este siglo hipócrita y canalla, reniego de mi siglo y salgo a la batalla, con gritos de amenaza y ayes de rebelión, y son mis cantos rojos, como la dinamita, y como mis dolores, como mi ansia infinita, como mi sed eterna de eterna redención”.
Una vida marcada por la represión
Conocido como el “poeta cohete” y más tarde como el “Rimbaud chileno”, su figura fue destacada por contemporáneos como Pablo Neruda —quien lo consideró la “joven esperanza de la poesía chilena”— y retratada en las memorias de Manuel Rojas, José Santos González Vera y Antonio Acevedo Hernández.
Sin embargo, su breve existencia terminó marcada por la brutalidad de la represión estatal. En un contexto de agitación social y militarismo impulsado por el gobierno —durante lo que se conoció como la “Guerra de Don Ladislao”—, la FECh adoptó una postura pacifista y crítica frente a la política belicista y la crisis social. Esto desató una oleada de represión, conocida como el “proceso a los subversivos”.
El 25 de julio de 1920, Gómez Rojas fue detenido en su domicilio por orden del fiscal José Astorquiza. Se le acusó de “subversión” y se le incautaron libros de ideologías consideradas peligrosas en la época, como el anarquismo y el socialismo.
Tras ser recluido en la Cárcel de Santiago, y luego trasladado a la Penitenciaría, sufrió torturas, aislamiento y condiciones inhumanas que deterioraron rápidamente su salud.
A pesar de los intentos por obtener su liberación, fue finalmente enviado a la Casa de Orates, donde falleció el 29 de septiembre de 1920 a sus 24 años, a las 10:30 horas, a causa de meningitis.
El legado a 105 años de su muerte
Manuel Rojas rememora una de las escenas más agudas de su historia en La oscura vida radiante, relatando cómo la locura se convirtió en un último refugio frente a la opresión. Y en sus memorias, recuerda con especial fuerza la respuesta de Gómez Rojas al juez Astorquiza durante su interrogatorio:
“No tengo, señor ministro, la disciplina moral suficiente para pretender ese título, que nunca mereceré”.
Su muerte causó un impacto profundo en el país. El 1 de octubre de 1920, más de 50 mil personas asistieron a su funeral, una de las manifestaciones más masivas de la época. Se detuvieron los tranvías, hubo un paro general, y se realizaron discursos públicos de condena a la represión estatal.
Pedro León Ugalde, entonces presidente del Centro de Estudiantes de Derecho, expresó durante la ceremonia dos sentimientos contrapuestos: el dolor por la pérdida y la determinación de continuar la lucha social. Fue en ese momento que José Domingo Gómez Rojas se convirtió en un mártir de la causa estudiantil y obrera.
Desde entonces, su figura ha sido resignificada por generaciones de estudiantes, especialmente durante la dictadura militar, cuando su imagen reapareció en panfletos y actos de resistencia.
Hoy, su legado sigue vivo. Frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile se ubica un parque que lleva su nombre, y su obra es resguardada por el Archivo Central Andrés Bello.
Allí se conservan textos originales escritos entre 1913 y 1915 bajo el título Opera Omnia, una carta a Daniel Galdames y una copia original de Rebeldías líricas —perteneciente a la Colección Neruda—, todos disponibles para consulta en la Biblioteca Digital de la Universidad de Chile.
También se preservan ejemplares de la revista Claridad, nacida tras su muerte como órgano de difusión de la FECh. Sus páginas dan cuenta de los homenajes póstumos y de las detenciones sufridas por estudiantes e intelectuales en una de las épocas más convulsas del Chile republicano.