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La IA es la nueva electricidad
Imagen: Ideogram.ai

La IA es la nueva electricidad

Por: Alejandro Gandarillas | 20.09.2025
Quienes se anticiparon a la electrificación lideraron el siglo XX. Hoy estamos frente a una oportunidad similar. La IA no es una moda pasajera. Es la nueva electricidad. Y todavía estamos a tiempo de decidir si seremos consumidores rezagados o protagonistas activos de esta transformación.

La frase “la Inteligencia Artificial es la nueva electricidad”, planteada por Andrew Ng en 2017, parece más vigente que nunca. No es un slogan futurista ni un simple entusiasmo tecnológico, es la constatación de que estamos ante una infraestructura que, al igual que la electricidad en su momento, tiene la capacidad de transformar todas las dimensiones de nuestra vida.

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Vale la pena recordar la experiencia histórica. La electricidad no se masificó de un día para otro. Se descubrió en el siglo XVIII, se aplicó tímidamente en el XIX y recién transformó la industria y los hogares en el XX. Pasaron décadas para que dejara de ser un lujo y se convirtiera en una condición básica para el desarrollo. Hoy nos cuesta imaginar un mundo sin electricidad, pero su adopción fue lenta, desigual y llena de resistencias.

Con la Inteligencia Artificial ocurre algo parecido. Estamos en la fase de los cambios visibles con aplicaciones llamativas como los chatbots, asistentes virtuales o imágenes generadas en segundos.

Pero la verdadera disrupción llegará cuando la IA se convierta en el núcleo de los procesos productivos, de la salud, del transporte, de la educación. Cuando, en vez de agregarla como una herramienta más, rediseñemos el sistema completo con ella en el centro.

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Este proceso tampoco será inmediato. Igual que la electricidad, la IA se desplegará en etapas y tomará años, quizás décadas. Mientras tanto, conviviremos con modelos antiguos que siguen funcionando y con innovaciones que muestran apenas la punta del iceberg.

La pregunta clave es: ¿qué haremos en Chile y en América Latina? ¿Esperaremos pasivamente a que los cambios nos lleguen importados desde Silicon Valley o Shenzhen? ¿O seremos capaces de anticiparnos, invertir y repensar desde ahora cómo la IA puede ayudarnos a resolver nuestros desafíos más urgentes: la desigualdad, el acceso a la salud, la crisis climática, la educación?

La historia nos da una pista: quienes se anticiparon a la electrificación lideraron el siglo XX. Hoy estamos frente a una oportunidad similar. La IA no es una moda pasajera. Es la nueva electricidad. Y todavía estamos a tiempo de decidir si seremos consumidores rezagados o protagonistas activos de esta transformación.

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