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Bacterias del desierto de Atacama para revitalizar suelos agrícolas: Conoce la investigación de científicas chilenas
Foto: brandteurope

Bacterias del desierto de Atacama para revitalizar suelos agrícolas: Conoce la investigación de científicas chilenas

Por: Pablo Oyarzún | 11.09.2025
La degradación de los suelos mengua la productividad agrícola y afecta de forma directa a las comunidades que trabajan la tierra para obtener su sustento. Andrea Calixto y Yoanna Eissler, investigadoras de la UV, buscan aplicar la nueva biotecnología a suelos agrícolas de Chile.

Científicas chilenas investigan el potencial de la vida microscópica con el fin de brindar una solución sustentable. La iniciativa, llamada “Desarrollo de eco-consorcios microbianos para la recuperación de suelos en proceso de desertificación”, espera devolver la fertilidad de los suelos agrícolas recurriendo a bacterias provenientes del desierto de Atacama.

El proyecto lo encabeza la investigadora del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso (UV) y el Centro Interdisciplinario de Neurociencia (CINV), Andrea Calixto, en conjunto con la doctora del Instituto de Química y Bioquímica de la misma casa de estudios, Yoanna Eissler

Las investigadoras Yoanna Eissler y Andrea Calixto.
Las investigadoras Yoanna Eissler y Andrea Calixto. Fotos: Google

Uno de los propósitos más importantes de su labor es la creación de comunidades de bacterias saludables y eficientes que puedan regenerar los suelos afectados por la salinización y la pérdida de nutrientes. La clave yace en los microorganismos del desierto de Atacama, que han evolucionado a lo largo de millones de años para sobrevivir en uno de los ambientes más extremos de la Tierra, generando una resistencia a condiciones adversas similares a las que actualmente enfrenta la agricultura. 

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Solución local

“Quisimos poner la mente y las manos para resolver un problema que no solo afecta a la región de Valparaíso, sino al mundo”, sostiene la doctora Calixto. Esta degradación mengua la productividad agrícola y afecta de forma directa a las comunidades que trabajan la tierra para obtener su sustento.

Para testar la eficacia de estos “eco-consorcios”, el equipo utiliza como modelo experimental al gusano Caenorhabditis elegans. Esta especie de un milímetro, usada frecuentemente en la investigación científica, es un indicador fundamental de la salud del suelo. “Los suelos que tienen nemátodos son saludables. En cambio, aquellos donde no los encuentras, suelen estar empobrecidos”, explica Calixto.

El C. elegans se alimenta de las bacterias, permitiendo a las científicas observar cómo los consorcios microbianos influyen en su desarrollo y fertilidad. Las bacterias del desierto de Atacama también producen vitamina B12, compuesto crucial para el desarrollo del sistema nervioso que acelera el crecimiento y la reproducción de los nemátodos, enriqueciendo de este modo la microbiota del suelo.

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Directo al campo

El proyecto se estructura en tres ejes esenciales: el estudio de las bacterias del desierto, el análisis de los nemátodos como bioindicadores y la aplicación en cultivos agrícolas. Para transportar esta innovadora solución del laboratorio al terreno, las investigadoras se asociaron con la empresa regional Agroqtral, liderada por mujeres agricultoras con conocimiento acerca de los desafíos del campo.

“Queremos que estos eco-consorcios bacterianos se instalen, formen comunidades estables con las bacterias locales y se perpetúen en el tiempo. Es una estrategia sustentable, sin fertilizantes ni soluciones transitorias”, destaca Calixto. Las pruebas iniciales en laboratorio han sido promisorias, demostrando que las bacterias atacameñas pueden adaptarse y prosperar en las condiciones de los suelos de la región de Valparaíso.

Con una duración de dos años, el proyecto se dispone para el siguiente paso: la aplicación en terreno. El equipo científico secuenciará y analizará los microorganismos presentes en suelos fértiles y degradados de la región para identificar cuáles son necesarios reintroducir. “Nuestro sueño es encontrar una herramienta sustentable que no solo mejore los suelos de Valparaíso, sino que también sirva en otros países, porque la desertificación avanza en otros lugares del mundo”, finaliza la doctora Calixto.

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