Autismo y fiestas de fin de año: qué factores sensoriales desatan crisis en niñas y niños y cómo reducir su impacto
El término del año escolar y la llegada de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo traen consigo modificaciones importantes en la dinámica familiar que pueden resultar complejas para niños y niñas con condición del espectro autista (CEA).
Vacaciones, viajes, reuniones y actividades sociales alteran los horarios y hábitos cotidianos produciendo malestar general en las y los menores.
Así lo plantea Monona Valdés, directora de Educación Diferencial de la Universidad Andrés Bello, quien advierte que los cambios abruptos en la rutina pueden generar altos niveles de ansiedad, afectando la regulación emocional, la conducta y la comunicación.
Frente a este escenario, la especialista destaca que la anticipación es una herramienta fundamental para enfrentar las festividades de manera más segura y positiva.
¿Cómo resguardar el bienestar de niños y niñas autista durante fiestas de fin de año?
Valdés subraya la importancia de preparar con antelación a los niños y niñss respecto de lo que ocurrirá durante las celebraciones.
El uso de calendarios visuales, pictogramas, secuencias de actividades o historias sociales permite explicar de forma simple cómo será la jornada, quiénes participarán y qué cambios se producirán en los horarios habituales, entregando mayor sensación de control.
¿A qué factores sensoriales prestar atención?
Junto con la anticipación, la académica recomienda poner atención a factores sensoriales que suelen intensificarse en estas fechas.
Ruidos fuertes como música elevada o fuegos artificiales, alimentos con nuevas texturas o sabores, y celebraciones extensas sin pausas pueden generar sobrecarga.
En ese sentido, sugiere contar con espacios tranquilos de descanso, respetar preferencias alimentarias y planificar tiempos acotados de participación.
¿A qué conductas prestar atención?
Otro aspecto clave es la comprensión emocional. Cambios de conducta durante las fiestas no deben interpretarse como falta de disciplina, sino como una forma de expresar malestar. Acompañar con calma, validar emociones y ofrecer contención resulta esencial para evitar crisis y fortalecer el vínculo familiar.