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A 52 años del golpe de Estado: La historia como cimiento de futuro
Foto: Agencia Uno

A 52 años del golpe de Estado: La historia como cimiento de futuro

Por: Lorena Pizarro Sierra | 11.09.2025
Cuando hablamos de memoria, también hablamos de futuro. Memoria y futuro son parte del mismo engranaje, son indivisibles. Hablamos de lo que pasó para que no vuelva a pasar jamás. No es “quedarse pegado” en el pasado, como dicen quienes no les conviene recordar la historia, es justamente todo lo contrario: es pensar y hacer futuro.

Lo sabemos: la historia incomoda a quienes tuvieron el rol de opresor, a quienes se impusieron, mediante la fuerza, a las mayorías.

Pasó con el imperio romano, cuyos representantes, un día para otro, se olvidaron de lo que hicieron a quienes profesaban el cristianismo; pasó con los nazis que, cobardemente, negaban lo que hicieron al pueblo judío; y pasa en Chile con los golpistas, que apelan a que no hay que quedarse “atrapados” en el pasado.

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¡Curioso argumento!, pues a 52 años de los fatídicos hechos, los desaparecidos siguen sin aparecer, los asesinos van muriendo en total impunidad, la verdad sigue estando oculta detrás de las palabras infames de los verdugos y la justicia no ha podido hacerse carne.

Claramente el golpe de Estado y la posterior dictadura civil-militar no es cosa del pasado, sigue latente, seguimos pagando sus consecuencias y es esta la razón del porqué los perpetradores de tanta muerte promueven una amnesia colectiva que los libere de todo juicio social, moral y legal.

Pero, pese a sus esfuerzos por borrar lo sucedido, la historia está ahí, porfiada y sangrante, y se asoma cada vez que a aquel hijo o hija le falta el abrazo de su padre, se asoma cada vez que aquella mujer que buscó toda la vida a su esposo muere de cáncer producto de su pena, se asoma cada vez que una jubilada va a buscar la pensión que le alcanza, apenas, para sus remedios: la herencia de la dictadura es en todas las dimensiones.

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Incluso en la dimensión más oscura de todas: el fascismo. Hoy, a cinco décadas del golpe de Estado, en que pensábamos que había un consenso de condena a las violaciones a los derechos humanos, vemos candidatos presidenciales incluso celebrando el terrorismo de Estado. ¿Hasta qué punto permitiremos este tipo de declaraciones? Aun más ¿Cómo hay quienes, en pleno año 2025, promueven ideologías de odio contra quienes piensen distinto?

Por eso cuando hablamos de memoria, también hablamos de futuro. Memoria y futuro son parte del mismo engranaje, son indivisibles. Hablamos de lo que pasó para que no vuelva a pasar jamás. No es “quedarse pegado” en el pasado, como dicen quienes no les conviene recordar la historia, es justamente todo lo contrario: es pensar y hacer futuro.

Por nuestras nietas y nietos, y por los hijos de sus hijos, no olvidemos nunca la tragedia que significó -no solo para el país, sino que para el mundo-, el golpe de Estado liderado por Pinochet, justamente para que no vuelvan a aparecer nuevos Pinochet, para que el odio no tenga cabida, para que asesinar y hacer desaparecer no sea motivo de orgullo… para que nunca más un niño se quede sin el abrazo de su padre.

De esto se trata todo esto: de luchar por un futuro mejor.

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