
Jeannette Jara: Alternativa o continuidad
“No me ayude tanto, compadre”. Así podrían sintetizarse los líos surgidos desde el PC que han abierto flancos con el Socialismo Democrático, en perjuicio, claro está, de la propia candidatura de Jeannette Jara. Sin embargo, más allá de lo afortunadas o desafortunadas de declaraciones, y de los dimes y diretes entre unos y otros, hay a la base tensiones y tiranteces que veo difícilmente solucionables en estos tiempos.
Si bien hay varias formas de encuadrar la tirantez interna de los partidos detrás de Jara, por ejemplo, tiranteces ideológicas, doctrinarias o programáticas -que diría, son las más evidentes-, me gustaría detenerme en una tensión subterránea: alternativa o continuidad del gobierno de Boric.
Para argumentar sobre esta tensión, que me parece está a la base de las desavenencias en torno a la candidatura de Jara, creo importante detenerme, primero, en lo que fueron las primarias, y las razones por las que fue electa como la candidata oficialista, para después reparar en el tono que ha ido adquiriendo la campaña.
Tras ese 29 de junio, varios analistas interpretaron el resultado de las primarias poniendo como principal razón de ese abultado 60% las cualidades personales de Jara, dejando de lado, primero, lo que de contenido tuvo una primaria con domicilio: izquierdas y centro-izquierdas; y, segundo, y más grave, las expectativas de militantes y simpatizantes izquierdistas que permitieron ese triunfo arrollador.
Más allá entonces del carisma y espontaneidad de una común y corriente vuelta candidata, algo quisieron decir las y los militantes y simpatizantes de las izquierdas votando así como votaron por Jara.
¿Qué? Tiendo a creer que la insistencia instituyente; es decir, que lo que estaba detrás de ese ímpetu de militantes y simpatizantes votantes de Jara era la insistencia en la voluntad transformadora post estallido. Una porfía instituyente, no en forma constitucional como en 2020, pero sí en forma gubernamental. Si bien es iluso pensar que Jara ganó exclusivamente por ese primer programa de 7 páginas, más iluso es creer que, siendo una militante comunista, ganó una primaria de izquierdas principalmente por cualidades personales.
Con Jara tan arriba y Tohá tan abajo, la pretensión de restitución concertacionista quedaba derrotada; pero, sobre todo, con Jara tan arriba y Winter tan abajo, parecía ser que las expectativas de militantes y simpatizantes iba por probar un camino distinto al que probó el Frente Amplio mediante el gobierno de Boric.
La euforia y esperanza ese 29 de junio en la noche nos decía sobre una alternativa más acorde con ese ánimo que primó entre 2019 y 2021, y no desde el ánimo (o desánimo, a esta altura) del periodo 2022-2025; nos decía de expectativas que se impulsaban desde antes de lo que ha sido este gobierno y no desde su continuidad.
Meses antes de la primaria, no era menor la decisión del PC sobre su carta presidencial. Los dos nombres más recurrentes de sus filas: Jara y Jadue. La primera, ministra de Boric; el segundo, el polemista por izquierdas más altisonante de Boric. Por lo mismo, podía leerse como subtexto que esta decisión era, a la vez, la propia evaluación de la participación del Partido en el gobierno: por una parte, validar la participación del PC en este periodo mediante una candidata surgida en el seno gubernamental; por otra, evaluar negativamente la participación mediante el candidato crítico.
Pero la validación de la participación del PC en el gobierno, al elegir a Jara sobre Jadue, no es necesariamente sinónimo de continuidad. Consultada en varios medios si acaso su eventual gobierno sería una continuidad del de Boric, ella ha expresado que no. Sin embargo, a la luz de las últimas polémicas, se ha ido produciendo una afinación del tono de la candidatura, a expensas de la dirigencia PC, tendiente a transversalizar acuerdos y moderar propuestas históricamente discordantes con el centro, sobre todo con la Democracia Cristiana: el aborto.
A esto se suma la exclusión de la nacionalización del litio, de la renacionalización del cobre y del modelo de desarrollo económico basado en la demanda interna. Con la forma en que se ha afinado el tono, la tesis pobre que llevó a Boric a La Moneda en 2021 parece estarse repitiendo en 2025: “unidad lo más amplia posible para vencer a la ultraderecha” (lo que, con un poco de realismo, en verdad es: “unidad instrumental amplia para vencer en un campo exclusivamente electoral a la ultraderecha”).
Sin claridades estratégicas, y con la clase de polémicas intestinas del tipo “no me ayude tanto, compadre”, las expectativas de la alternativa se diluyen frente a lo que, en los hechos, parece perfilarse como continuidad. ¿Pero es definitiva la renuncia a esas expectativas de alternativa de la primaria? ¿O es aún posible atisbar a dos meses y medio de la primera vuelta más que continuidad? Veremos.