
El Litio de nuevo en la noticia: Una innovación potencial para abordar el Alzheimer
Se trata de un avance científico que ameniza la actual crisis del derecho internacional público, recientemente informada por este medio de comunicación. Científicos de la Universidad de Harvard (USA), prohibida de matricular alumnos extranjeros, por orden del presidente americano, relatan en la revista Nature.com que la concentración de litio intracerebral esta vinculada con la incidencia de Alzheimer.
Litio, ese mismo elemento encontrado en yacimientos naturales y en las baterías de vehículos -contribuyendo al bienestar nacional-, es vindicado como el responsable. Los científicos demuestran que el déficit del litio provocado en animales de laboratorio, alimentados con dieta sin este elemento, genera cambios en el cerebro semejantes a los observados durante el Alzheimer (acúmulo de B-amiloide insoluble, proteína tau, pérdida de sinapsis). Estos cambios se explican por una modificación en la expresión de algunos genes, semejante a lo observado en pacientes con Alzheimer.
Cabe recordar que el litio es un antiguo fármaco, prescrito para el tratamiento de diversos síntomas desde el siglo XIX, y posteriormente en 1949, y su uso se tornó frecuente para controlar los síntomas asociados con depresión bipolar y unipolar. Pero la ciencia tardó más de 70 años para descubrir nuevas opciones terapéuticas para el litio.
Los científicos participantes en este estudio se preguntaron porque, si los niveles de litio son normales en el suero sanguíneo y en determinados compartimentos cerebrales, solo algunas personas manifiestan síntomas de Alzheimer, mientras que el resto de la población no expresa la enfermedad.
Una posible causa es que el carbonato de litio (Li2CO3) utilizado comúnmente en el tratamiento de depresión no es la forma más apropiada para ejercer el efecto anti-Alzheimer. Por el contrario, usando orotato de litio (C5H3LiN2O4) cuyo grado de ionización es menor al del carbonato de litio, se previene que el metal sea secuestrado por β-amiloides, manteniendo su nivel normal en áreas de la corteza cerebral en que el elemento es esencial, como agente protector contra Alzheimer.
O sea, alterando la fórmula con un mismo elemento, se obtiene un resultado inesperado. Este relato prueba que en “ciencia” nunca se ha dicho la última palabra. Y que la validad de un principio se aplica hasta que no surja otro genio inventivo que pruebe lo contrario.
Resta saber si el efecto protector del litio es de largo plazo o si es necesario mantener el tratamiento de manera continua. Las respuestas a estas y otras interrogantes deben ser aclaradas durante los ensayos clínicos de rigor.
Eso sí, una mala noticia para los Laboratorios de fármacos quienes no podrán lucrar con la comercialización de este producto si es adoptado como medicamento, ya que el orotato de litio es comercializado como suplemento alimentario.