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Lactancia, hacia una responsabilidad colectiva
Foto: Agencia Uno

Lactancia, hacia una responsabilidad colectiva

Por: Natassja de Mattos | 07.08.2025
En esta semana, el desafío es hacer visible lo invisible, hablar de lo que se calla y, sobre todo, construir las condiciones para que la lactancia deje de ser un acto heroico individual y se convierta en una responsabilidad compartida. Porque cuidar es tarea de todas las personas -y lactar-, también debería serlo.

La Semana Mundial de la Lactancia Materna llega una vez más, y con ella, la oportunidad de reflexionar sobre la experiencia de la lactancia, de mirarla más allá del ámbito privado e iluminarla como un asunto profundamente público y colectivo, tanto para hombres como para mujeres.

Sobre todo, llega una vez más la oportunidad de entender que todas las personas, sin excepción, dependimos de la lactancia para sobrevivir en los primeros meses o años de vida, lo que implica que nos compete a todos y todas sin excepción. Colectivizar la lactancia es un acto de justicia social. Significa que las instituciones, los espacios de trabajo, las comunidades y las políticas públicas deben asumir una responsabilidad real y concreta.

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¿Por qué insistimos en dejar a las madres solas ante un reto tan complejo? ¿Por qué se sigue asumiendo que la lactancia es una cuestión estrictamente individual, cuando en realidad nos compete a todas y todos?

Sabemos que en nuestras sociedades las personas han sido socializadas para asociar el cuidado y la crianza principalmente con las mujeres. Se les exige, se les recomienda, se les orienta -y a veces se les impone- las mejores prácticas, pero con frecuencia se les deja solas en la ejecución, en el cuerpo a cuerpo de la lactancia. Atención: una asesoría de lactancia a 50 mil pesos (o mucho más) con escasa cobertura dependiente de la previsión también es dejarlas solas, a la gran mayoría.

La paradoja es cruel: se espera que las madres sean expertas, naturales y abnegadas, pero rara vez se advierte sobre lo arduo, doloroso y exigente que puede ser amamantar. Esta omisión no es inocente. Es una forma de desigualdad, abandono, una marginalización sofisticada y biopolítica. Se desconoce la realidad bajo el pretexto de la idealización y se omite a las que fracasamos o batallamos para dar tribuna a las experiencias exitosas, a las que logran lactancia materna exclusiva, a las que producen leche al por mayor sin mayor dificultad.

La lactancia es mucho más que una decisión individual y, desde luego, más que una sola forma de alimentar. Hay múltiples trayectorias: lactancias cortas, prolongadas, mixtas, interrumpidas, dolorosas, gozosas, lactancias con ayuda de dispositivos, con apoyo de redes, materna o con fórmula, con asesoría profesional o sin ella.

Cada experiencia es única y, sin embargo, muchas comparten la soledad, la exigencia de perfección y la escasa comprensión social. Desprivatizar la lactancia implica sacarla de la esfera íntima y silenciada, para colocarla en el centro de las conversaciones públicas sobre cuidados, salud y bienestar. Implica reconocer que los obstáculos no son solo fisiológicos o emocionales, sino también sociales, económicos y culturales.

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La variable económica es clave no solo en torno a servicios y productos que se hacen necesarios para una lactancia materna exclusiva, sino también para quienes dependemos de la fórmula para la alimentación de nuestros hijos.

Y las personas insisten en recordar que, para el contexto chileno, en el consultorio entregan el alimento, pero ¿saben que la purita fortificada que entregan está diseñada expresamente para complemento y no alimentación exclusiva? ¿conocen las diferencias entre las fórmulas de mercado y la de acceso público? ¿entienden que a veces no se necesita para “relleno” ni complemento, sino para alimentación exclusiva de un infante?

La conversación sobre cuidados ha ido ganando espacio en el debate público, pero sigue pendiente el reconocimiento explícito de la lactancia como parte integral de esa agenda. La lactancia es cuidado y, como tal, necesita colectivizarse, democratizarse y protegerse para que nadie tenga que enfrentarla en soledad. En esta semana, el desafío es hacer visible lo invisible, hablar de lo que se calla y, sobre todo, construir las condiciones para que la lactancia deje de ser un acto heroico individual y se convierta en una responsabilidad compartida. Porque cuidar es tarea de todas las personas -y lactar-, también debería serlo.

NOTA: La masacre que está perpetrando el Estado de Israel en Gaza está asesinando lactantes de a puñados todos los días. No solo con bombardeos sino también con el bloqueo y desabastecimiento. Las mujeres no pueden amamantar sin alimentarse y beber suficiente agua, menos pueden preparar fórmula sin agua.

Bebés están muriendo de hambre e intoxicación. ¿Qué hacemos? En lo personal dono mensualmente una parte de mi sueldo a UNICEF desde que todo esto comenzó, esperando que de alguna manera hagan llegar algo a esos bebés, niñas y niños, lo que sea, pero al parecer ni siquiera están dejando ingresar esa ayuda. ¿Qué hacemos? Por favor, que alguien nos diga.

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