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Educación Sexual Integral: Cuáles son las creencias erróneas y cómo los prejuicios potencian la hipersexualización

Educación Sexual Integral: Cuáles son las creencias erróneas y cómo los prejuicios potencian la hipersexualización

Por: Nicole Donoso | 01.08.2025
Aunque la Educación Sexual Integral es valorada por sus beneficios en el desarrollo infantil y la prevención de abusos, un estudio del CIAE advierte que la desinformación y los temores sociales siguen siendo los principales obstáculos para su implementación efectiva en las escuelas chilenas.

Un estudio reciente del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile advierte sobre la persistencia de creencias erróneas y temores infundados que obstaculizan la implementación efectiva de la Educación Sexual Integral (ESI) en el sistema escolar.

La investigación, desarrollada en el marco del proyecto Fondecyt N°3230101 y liderada por la académica Anita Tobar, da cuenta de una percepción social contradictoria: se reconoce la ESI como una herramienta valiosa para el desarrollo de niños, niñas y adolescentes, pero a la vez genera recelo por su supuesto contenido inapropiado.

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“Un análisis preliminar de entrevistas realizadas a la población adulta chilena sugiere que las creencias sobre la ESI en nuestro país son altamente contradictorias. Se considera fundamental para el bienestar de niñas, niños y adolescentes, pero al mismo tiempo genera temor por una supuesta hipersexualización del estudiantado", señala Tobar.

Pese a que la evidencia indica que la ESI contribuye a prevenir abusos, fortalecer el autocuidado y promover vínculos saludables, la falta de comprensión sobre sus contenidos reales ha dado lugar a temores infundados.

¿Qué temores infundados persisten en la sociedad?

Según la investigadora, estos prejuicios están enraizados en construcciones culturales y discursos sociales que distorsionan el sentido original de esta propuesta pedagógica.

“Muchas veces se asume, erróneamente, que la ESI es hablar sobre contenidos explícitos e inapropiados para la etapa de desarrollo de las y los estudiantes”, afirma.

Desde la perspectiva de Tobar, uno de los principales riesgos es que esta desinformación termine por restringir el acceso de niñas, niños y adolescentes a una educación sexual adecuada.

“Cuando la implementación se percibe como peligrosa, las escuelas pueden optar por reducir contenidos o simplemente no abordarlos. Esto vulnera el derecho de niñas, niños y adolescentes a recibir la educación que necesitan para su correcto desarrollo psicoemocional”, advierte.

La académica recalca que la ESI no implica adelantar conocimientos sexuales, sino acompañar el desarrollo infantil con información apropiada a cada etapa.

“La educación sexual integral no adelanta contenidos sexuales de manera inapropiada, sino que acompaña el desarrollo desde el autocuidado y el respeto por el propio cuerpo y el de los demás”, explica.

A esto se suma la necesidad de ampliar la comprensión sobre la ESI más allá de la dimensión biológica

“Muchas veces se asume que la ESI es solo biología o genitalidad y no se considera que aborda también el consentimiento, el respeto, los vínculos y la prevención de violencia. Sobre todo, se ignora que enseña sobre la sexualidad de forma progresiva y adecuada a cada etapa del desarrollo”.

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¿Cómo se refuerzan estos prejuicios sobre la ESI?

Otra preocupación que emerge del estudio es la escasa preparación docente y la falta de apoyo institucional, lo que, según Tobar, puede reforzar los prejuicios ya presentes en la sociedad.

“Si el profesorado no está debidamente preparado ni apoyado, es probable que también reproduzca los temores y prejuicios presentes en la sociedad. Por eso, la implementación de la ESI no puede limitarse a ajustes curriculares; es un desafío cultural que implica aceptar y acoger con respeto las preocupaciones de las familias”.

La especialista subraya que abrir espacios de diálogo entre escuelas y apoderados es crucial para revertir la desconfianza.

“Estudios como este son indispensables para la creación de intervenciones pedagógicas que se hagan cargo de manera realista y culturalmente apropiada de las necesidades de nuestra sociedad”, afirma.

En esa línea, propone fortalecer la formación docente como vía para enfrentar los miedos sociales.

“Para esto, sería bueno avanzar hacia la capacitación de docentes, para que puedan no solo identificar las preocupaciones de sus apoderados, sino también abordarlas desde la misma escuela, ofreciendo un espacio seguro para aprender sobre los beneficios de una ESI bien implementada”.

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Resultados de una ESI bien implementada

En cuanto a los efectos positivos de la ESI, la evidencia —según Tobar— es clara: esta reduce conductas de riesgo, disminuye embarazos no deseados y entrega herramientas para combatir la violencia sexual.

“Lo que hipersexualiza no es la educación, es el silencio: deja a niñas, niños y adolescentes expuestos al sensacionalismo de los medios, a información sin mediación adulta que responda sus dudas e inquietudes de manera respetuosa e informada, o a pensar que se puede aprender sobre sexualidad viendo contenidos pornográficos que, justamente, normalizan la hipersexualización de los cuerpos y erotizan problemáticamente la violencia”, enfatiza.

Finalmente, Tobar sostiene que el acceso a una ESI de calidad es un derecho que debe ser garantizado.

“Una ESI bien implementada no es un riesgo, sino una herramienta imprescindible para formar personas autónomas, respetuosas y conscientes. Hoy, más que nunca, el acceso a una ESI de calidad es un derecho de las infancias que la academia puede y debe defender”, finaliza.

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