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Dueño de mi cara, mi voz y mi cuerpo en la era de la IA
Foto: Agencia Uno

Dueño de mi cara, mi voz y mi cuerpo en la era de la IA

Por: Marcelo Trivelli | 26.07.2025
Aquí (en Chile), la ley no contempla explícitamente el uso de IA para generar información falsa con fines políticos o de lucro. El Código Penal solo sanciona casos puntuales de suplantación o difamación, sin abordar la complejidad de los deepfakes generativos ni menos la responsabilidad de plataformas.

En una era de inteligencia artificial, nuestro rostro, voz y cuerpo se pueden replicar sin permiso. No es ciencia ficción: los deepfakes -videos y audios falsos generados por IA- permiten engañar, extorsionar, manipular campañas o difundir pornografía no consentida. Ya no basta hablar de identidad: se trata de proteger nuestro “yo digital”.

El pasado 26 de junio, Dinamarca dio un salto legal sin precedentes en Europa. Una reforma de su ley de derechos de autor otorgará a las personas copyright sobre su imagen, voz, rasgos físicos e incluso gestos. El objetivo: impedir la creación, difusión o uso de deepfakes sin consentimiento, y exigir que las plataformas eliminen ese contenido y compensen a las víctimas.

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Las multas serán severas y aplicables según el Reglamento Europeo de Servicios Digitales. La ley, sin penalidades penales para usuarios individuales, pondrá el peso en plataformas y autores intelectuales. Quedan excluidos los deepfakes con fines artísticos, de sátira o parodia.

El ministro danés Jakob Engel‑Schmidt lo resumió así: “Todos tienen derecho a su propio cuerpo, voz y rasgos faciales”. Y concluyó: “no estoy dispuesto a aceptar que se procesen digitalmente los seres humanos y sean usados indebidamente”. Dinamarca añade que esta ley será la punta de lanza para impulsar regulaciones similares en la UE.

¿Y en Chile? Aquí, la ley no contempla explícitamente el uso de IA para generar información falsa con fines políticos o de lucro. El Código Penal solo sanciona casos puntuales de suplantación o difamación, sin abordar la complejidad de los deepfakes generativos ni menos la responsabilidad de plataformas. No existen herramientas ágiles para retirar contenido malicioso ni sanciones ejemplares para quienes lo elaboren.

La candidatas presidenciales Evelyn Matthei (Chile Vamos) y José Antonio Kast (Republicanos) se volvieron protagonistas de esta urgencia. Matthei denunció una campaña en redes -que ella atribuye a sectores del entorno de Kast- donde se sugiere que padece Alzheimer, usando audios y videos alterados digitalmente.

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Hoffmann (UDI) exigió al Republicano que aclare su eventual responsabilidad. Kast negó toda vinculación. Pero si existiera una ley al estilo danés, se podría perseguir penal y civilmente a denunciante e implementadores de esa campaña; se podría forzar a plataformas a eliminar ese material y sancionarlos por difundir falsedades sobre su salud.

La diputada Marlene Pérez presentó un proyecto en julio que busca regular el mal uso de la IA en campañas políticas, campañas escolares y educación. Es un primer paso, pero sigue siendo débil: no reconoce la propiedad sobre la imagen ni penaliza suficientemente el abuso.

Chile no puede esperar. Estamos en 2025 y se actualiza un derecho humano: ser dueño de tu yo digital.

¿No nos merecemos la misma protección que Dinamarca? En lugar de proteger a quienes manipulan, defendamos a las personas. Ser dueño de uno mismo es un derecho moral y político. El “yo digital” debe ser propiedad personal, no carne de copy‑paste.

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