
Científicos explican el efecto químico de las canciones de Bad Bunny en el cerebro
Un reciente estudio encabezado por científicos del Colegio Químico de Puerto Rico explicó como afectan las canciones de Bad Bunny en el cerebro humano y en la salud emocional. "¿Por qué ciertas canciones nos hacen sentir tan bien?" fue la pregunta inicial que motivó el estudio.
¿Qué le sucede al cerebro al escuchar canciones de Bad Bunny?
Según la investigación, las canciones de Bad Bunny -y cualquiera que nos gusten- pueden activar en el cerebro neurotrasmisores como la dopamina, la serotonina y la oxitocina.
Estas sustancias químicas se relacionan directamente con la sensación de placer, generar recuerdos y mejorar el ánimo. En ese sentido, la música no solo acompaña, sino que también transforma.
Esto ocurre a nivel químico. Sin embargo, el cuerpo lo materializa mediante acciones como la necesidad automática de moverse, bailar o sonreír.
En ese sentido, no resulta extraño que Bad Bunny cuente con más de 80 millones de oyentes mensuales en Spotify.
El rol de la música en la salud emocional
Respecto al estudio, especialistas chilenos explican cómo la música impacta a nivel emocional. El profesor Gonzalo Quintana Zunino, psicólogo y doctor en Neurociencia de la Conducta Sexual de la Universidad de Chile, aborda este campo.
“La música es un estímulo que fácilmente suele asociarse con experiencias positivas y, por ende, puede regular nuestras emociones”, señala.
En ese sentido, las canciones actúan como una forma de "máquina del tiempo emocional" al permitir revivir experiencias pasadas y consolidar nuevos recuerdos.
En concreto, el recuerdo de sonidos, silencios o incluso la naturaleza puede provocar respuestas muy similares de bienestar.
Por su parte, el Dr. Pedro Maldonado, académico del Laboratorio de Neurociencias Cognitivas de la misma casa de estudios, destaca la conexión profunda entre la música y nuestra historia evolutiva.
“La música ha sido una compañía muy larga en la historia de los humanos y tiende a resonar con ciertas actividades también rítmicas de nuestro propio cerebro”, dice, añadiendo que su efecto es más potente cuando existe una fuerte carga cultural y emocional asociada.
E incluso, la música puede fortalecer otras habilidades cognitivas. En quienes estudian un instrumento, por ejemplo, se desarrollan competencias útiles para múltiples aprendizajes.
"Es un tipo de actividad que, como la lectura o el aprendizaje de un idioma, entrega herramientas para otras áreas de la vida”, afirma.
Ambos especialistas coinciden en que una melodía tiene la capacidad de influir en cómo nos sentimos, tanto en el presente como al evocar el pasado. Por eso, escuchar la música que más disfrutamos no es un acto trivial.
“La música preferida activa las áreas del cerebro asociadas con el placer y la euforia, así como también con la corteza somatosensorial, aquella asociada con el cuerpo y el movimiento. No por nada nos gusta movernos al ritmo de la música”, concluye Quintana Zunino.