
Democracia siempre
En días recientes hemos sido testigos de declaraciones que no sólo nos alarman, sino que deben interpelarnos como sociedad en su conjunto. Las expresiones de los diputados del Partido Libertario, Cristián Labbé y Johannes Kaiser, ambos miembros de la Comisión de Derechos Humanos de esta Cámara, son inaceptables y su repudio transversal no debe quedar en silencio.
Como presidenta de esta Comisión me veo en la obligación de expresar con claridad y firmeza un rechazo absoluto a cualquier intento de relativizar o justificar un quiebre democrático en nuestro país. No se trata de una opinión más en un debate político; se trata de una amenaza directa a los principios esenciales que sostienen nuestra convivencia. Sobre todo si quien lo dice aspira, por voto popular, a presidir los destinos de nuestro país.
Chile tiene una historia dolorosa que nos enseña -con sangre, con lágrimas, con vidas truncadas- que la ruptura de la democracia tiene consecuencias irreparables. El Golpe de Estado de 1973 no fue un hecho aislado, ni un mero “cambio de gobierno”, como algunos intentan presentar.
Fue el inicio de una dictadura que vulneró de manera sistemática los derechos de las personas, la vida, la integridad física y psíquica, destruyó instituciones y abrió una etapa oscura marcada por el terror, la tortura, la desaparición de personas, el exilio y la persecución política.
Las palabras de los diputados Kaiser y Labbé son un peligro real. En un momento en que nuestro país se prepara para discutir democráticamente quién conducirá los destinos de Chile en los próximos años, estas declaraciones son un llamado a la violencia, al autoritarismo y a la negación de la voluntad soberana de las personas.
Nuestro compromiso es, y seguirá siendo, con la democracia. Defenderla no es opcional. Es un deber humano, político y ético. Significa resguardar los derechos de niños, niñas, adolescentes, de personas mayores, de todas las personas sin distinción. Fortalecer las instituciones, respetar la voluntad de las personas y nunca olvidar.
La historia no puede repetirse. Nuestro deber es cuidar lo que hemos construido con tanto esfuerzo y no permitir que los discursos de odio y las justificaciones a los crímenes del pasado vuelvan a tener espacio en la discusión pública. Por eso, hago un llamado transversal a todas las fuerzas políticas, a las instituciones y a la ciudadanía a rechazar sin ambigüedades este tipo de mensajes y a recordar que la democracia no se relativiza. Se defiende siempre, sin matices y sin excepciones.
Nunca más dictadura en Chile, democracia siempre.