Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
Retornabilidad: Una herramienta clave frente a la crisis climática

Retornabilidad: Una herramienta clave frente a la crisis climática

Por: Tamara Ortega | 03.07.2025
Ante una crisis climática que exige medidas urgentes y estructurales, apostar por la retornabilidad es una decisión política ineludible que no podemos seguir postergando. Es una muestra concreta de liderazgo con una visión responsable y de largo plazo. Es momento de dejar atrás el modelo del usar y botar, y construir uno que priorice el sentido común, la justicia ambiental y el cuidado de la salud planetaria.

En medio de la profunda crisis climática que enfrentamos, la urgencia de transformar nuestros sistemas de consumo es más evidente que nunca. Entre las distintas medidas necesarias a tomar, una destaca por su simplicidad, impacto y potencial transformador: los sistemas de retornabilidad.

Apostar por envases retornables no es solo una opción más económica, sino una estrategia poderosa para reducir nuestros residuos, conservar elementos naturales y reactivar economías locales. 

[Te puede interesar] Estrés: Los hábitos matutinos que aumentan los niveles de cortisol y producen irritabilidad y caída del pelo

Actualmente, vivimos bajo un modelo lineal de consumo: extraer, producir, usar y desechar. Este sistema ha colapsado nuestro planeta, contaminando ecosistemas y acelerando la crisis climática. Plásticos, vidrios y metales que podrían reutilizarse, terminan enterrados. Suena bastante ilógico, pero es la realidad que vivimos. Este modelo no solo es insostenible, sino económicamente absurdo. 

En Chile, se generan más de 23.000 toneladas de plásticos de un solo uso cada año, y esta cifra sigue creciendo. Gran parte de estos residuos proviene de envases que se utilizan una sola vez y luego se desechan, lo que ha sobrecargado los sistemas de recolección y ha aumentado la contaminación en calles, ríos, mares y otros ecosistemas. 

Frente a este problema, una solución concreta y efectiva es optar por envases retornables, que pueden reutilizarse muchas veces y ayudan a reducir la basura desde su origen. 

La retornabilidad nos enseña que un envase no es basura: es un recurso. Si diseñamos y fomentamos sistemas donde los envases -botellas, tarros, cajas- regresen a su origen para ser lavados y reutilizados, se rompe la lógica del desperdicio.

Una botella retornable puede tener hasta 40 ciclos de vida antes de reciclarse definitivamente. ¿Qué significa esto? Menos basura en las calles y rellenos sanitarios, menor demanda de materias primas como arena, agua o petróleo, y una drástica reducción de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de nuevos envases. 

[Te puede interesar] Contribuciones: Alertan que "se podría estar actuando desde una posición comercial especulativa", obviando un impuesto justo

Pero los beneficios no son sólo ambientales. Los sistemas de retornabilidad crean empleos. Desde la logística de recolección hasta la operación de plantas de lavado y clasificación, se activa una cadena de valor local que impulsa economías circulares. Además, las y los consumidores suelen recibir descuentos o incentivos por devolver sus envases, generando un efecto educativo y participativo clave para el cambio sociocultural que necesitamos. Si el mundo ya cambió, ¿por qué seguimos consumiendo envases que duran minutos pero contaminan siglos? 

Algunos podrían decir que es una idea del pasado, pero la realidad es que es una solución del mañana. Ya existen ejemplos exitosos en ciudades como Berlín, donde los sistemas de retornabilidad han demostrado ser viables, escalables y populares. Lo que falta no es tecnología, sino voluntad política, regulaciones claras e inversión en infraestructura. El futuro regresa en envase retornable.

Incluso lo intuimos en lo cotidiano: muchos afirman que la bebida tipo cola sabe mejor en botella de vidrio. Aprovechemos esa percepción, convirtámosla en motor de cambio. Viralicemos no solo el sabor, sino el sentido. 

Ante una crisis climática que exige medidas urgentes y estructurales, apostar por la retornabilidad es una decisión política ineludible que no podemos seguir postergando. Es una muestra concreta de liderazgo con una visión responsable y de largo plazo. Es momento de dejar atrás el modelo del usar y botar, y construir uno que priorice el sentido común, la justicia ambiental y el cuidado de la salud planetaria.

Involucrar al comercio, facilitar puntos de retorno y educar a la ciudadanía debe ser parte de una estrategia nacional. Cada envase que vuelve cuenta. Cada hábito que cambia suma. Y cada ciudad que se atreve a liderar este cambio se convierte en ejemplo de que un futuro más limpio y justo sí es posible. 

[Te puede interesar] Se buscan: Talaron 60 cipreses nativos de hasta 500 años en Aysén y Conaf persigue con PDI a los autores