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Narrativas disidentes desde el sur: Lo que no entra en las agendas globales
Foto: Wikimedia Commons

Narrativas disidentes desde el sur: Lo que no entra en las agendas globales

Por: Sofía Cárdenas y Ángela Erpel | 03.07.2025
Hay un campo amplio en el que se mueven las disidencias. Hay muchas maneras de habitar las diversidades, no una sola, no todo cabe bajo el paraguas de las agendas internacionales hegemónicas. Sí, hay puntos comunes en los que se puede sostener diálogos, pero eso es justamente lo que la democracia promueve, el consenso dentro de un marco de respeto.

El auge de los populismos nacionalistas y conservadores ha impulsado una serie de narrativas distorsionadas que presentan ideas equívocas y tendenciosas respecto a las luchas colectivas y movimientos sociales, distorsionando su origen emancipatorio y colocando, a la fuerza, la idea de una supuesta hegemonía administrada por organismos internacionales.

Entre estas narrativas, destacan teorías infundadas como la existencia de un supuesto plan global para “homosexualizar” a las infancias, la idea de una "sociedad de reemplazo" que busca controlar la natalidad de ciertos grupos sociales en beneficio de la población migrante, y la priorización de temas de identidad sobre aquellos percibidos como de “mayor urgencia social”. Todas estas ideas, además de ser exageradas, son manipuladas e insidiosas.

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Estas construcciones narrativas han sido utilizadas para señalar a la democracia como cómplice de este presunto caos social, mediante una simplificación extrema y homogeneizante de una realidad social compleja. Este discurso es falaz, peligroso y perpetúa violencias.

Gran error de los grupos anti derechos, es asumir que todas las personas no heterosexuales comparten un único objetivo y militancia, ignorando así la diversidad interna que existe estos movimientos. Gran error es pensar que todo está centralizado y financiado por un organismo mundial que dirige la respuesta social. Esa es una manera liberal de mirar los fenómenos, desconociendo la diversidad y las autonomías colectivas.

Es por eso que desde Latinoamérica, se han discutido ampliamente los tratamientos frente a estos temas, cuya visión muchas veces son foráneos. Un caso muy claro, es la conmemoración del día internacional de orgullo LGBTIQ+ se celebra cada 28 de junio, en conmemoración de un hito clave en la historia de la resistencia de los grupos socio sexuales disidentes: Los disturbios ocurridos en 1969 en el bar Stonewall, en Nueva York.

Un bar gay que acogía a muchas personas que solían ser rechazadas en otros espacios, como personas trans, racializadas, trabajadoras sexuales, entre otras, donde las redadas policiales eran frecuentes en estos espacios, caracterizadas por la violencia y la criminalización.

Sin embargo, la noche de la redada del 28J las personas presentes decidieron enfrentarse a los abusos, dando inicio a una serie de protestas que duraron varios días (Becerra, 2018). Esta revuelta marcó un punto de inflexión en la lucha por los derechos de las diversidades sexuales y de género, y desde entonces, el evento es recordado como un símbolo de dignidad y resistencia.

Este hecho reivindicativo, se irguió como hito que fue tomado por los organismos internacionales que lo consagraron como fecha conmemorativa inscrita en la agenda global de grupos de las disidencias sexuales, lo que 56 años después, ha tenido revisiones y transformaciones, por los cambios de contexto de tales luchas.

Presentado como un triunfo de la sociedad civil organizada, coloca algunos acentos en quienes ganaron realmente con este triunfo, de donde viene el reconocimiento y como se institucionalizó una lucha ciudadana.

Porque no es lo mismo ser un gay artista en Nueva York, que ser una lesbiana campesina en El Salvador.

En Chile volvemos a la pregunta: ¿qué se celebra en esas fechas internacionales?, los casos de discriminación en contra de las diversidades sexuales en Chile aumentaron un 78,7% (Movilh, 2025), y entre la misma comunidad LGBTIQ+ se dan espacios de violencia que son aceptados ya que son normalizados por una sociedad heteronormativa como la nuestra.

Se reafirman entonces las diferencias culturales en las luchas colectivas: ¿Es la llamada agenda global LGBTIQ+ representativa de todas las realidades que luchan por la legítima, reivindicación de sus derechos?

Entonces interpelamos a los organismos internacionales también: ¿Son sus agendas un reflejo de las necesidades latinoamericanas? No siempre, sin duda. Y en esto, los populismos conservadores se equivoca al sostener una idea errónea de una supuesta dominación cultural totalitaria por parte de estas agencias. Se equivoca porque la crítica a las agendas globales desde el sur global es de larga data y se sustenta en décadas de pensamiento sistémico, basado en el concepto de decolonialidad.

Para el sociólogo y teórico político peruano Aníbal Quijano, la colonialidad influye en las formas de poder, saber y ser, perpetuando jerarquías raciales, de género y sexuales a través de prácticas institucionales. Este análisis es complementado por (Aguiló, 2016), quien destaca cómo estas jerarquías generan desigualdades naturalizadas.

La perspectiva decolonial surge para cuestionar esta "otredad" impuesta y busca nuevas formas de conocimiento más justas y acordes a las experiencias latinoamericanas. La filósofa feminista argentina María Lugones amplía el debate con el concepto de "colonialidad de género", señalando que el género, entendido hoy, fue una imposición colonial que alteró las estructuras comunitarias, generando nuevas formas de dominación que entrelazan género, raza y clase.

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Por su parte, la teoría de la disidencia sexual, influenciada por los planteamientos de la teoría queer, cuestiona la normalización de la homosexualidad que reproduce roles de género tradicionales y se adapta a las lógicas del sistema capitalista moderno, orientado al éxito y al consumo (González, 2016).

No obstante, desde Latinoamérica se han levantado críticas a este enfoque, ya que la teoría queer, aunque subversiva en su origen, ha sido adoptada principalmente por élites académicas y organismos internacionales, perdiendo su raíz popular y su capacidad de confrontación al ser asimilada por el orden hegemónico (González, 2016).

Fue así como las identidades disidentes sexuales latinoamericanas se han configurado como proyectos políticos propios, marcados por la resistencia a estos marcos teóricos importados. Así, conceptos como “homosexual” o “gay” resultaron insuficientes para nombrar a una población diversa que no se sentía representada por los modos de vida estandarizados que imponen ciertos patrones de consumo, género y organización social (Gonzalez, 2016).

Esta crítica también ha sido sostenida por autoras como Ochy Curiel y Yuderkys Espinosa, quienes, desde posturas decoloniales y antirracistas, se distancian de lo queer ya que si desestabilizamos las identidades como propone esta teoría, puede invisibilizar las luchas históricas de los pueblos afrodescendientes y de los movimientos lésbicos que han construido su acción política desde una identidad colectiva situada (González, 2016).

Autonomías disidentes y la performance como arma

Para graficar lo expuesto anteriormente, tenemos en Chile el trabajo artístico rupturista del escritor popular y performer político Pedro Lemebel, quien fue un referente del mundo homosexual en los 80s y 90s principalmente, cuya obra y presencia encarnaron una resistencia frente a la dictadura militar, a la homofobia, al machismo presente en sectores de izquierda y a la expansión del neoliberalismo durante las décadas de los ochenta y noventa (Arteinformado, 2025).

Aunque su formación inicial fue en artes visuales, Lemebel volcó gran parte de su trayectoria hacia la escritura, destacando por su estilo provocador, poético y profundamente político. Publicó obras como “Loco afán”, “De perlas y cicatrices”, “Tengo miedo torero” y “Adiós mariquita linda” (Memoria Chilena, s.f.), hoy traducidas a varios idiomas.

Además, fue parte del dúo performático “Las Yeguas del Apocalipsis” junto al poeta Francisco Casas, que irrumpían con acciones artísticas disruptivas que desafiaban las normas de poder, el autoritarismo y los límites del arte convencional (Arteinformado, 2025).

Una de sus intervenciones más icónicas fue la llamada Refundación de la Universidad de Chile”, realizada durante la toma de la Facultad de Artes en plena dictadura. En ella, ingresaron desnudos al campus Juan Gómez Millas montando una yegua blanca, acompañados por las poetas Carmen Berenguer, Carolina Jerez y Nadia Prado. Con esta acción buscaban ironizar y erotizar la figura heroica del militar y del conquistador, proponiendo una lectura homoerótica y crítica del poder masculino (Yeguas del Apocalipsis, s.f.).

Otra performance destacada fue “La Conquista de América”, en la que bailaron cueca descalzos sobre un mapa de América Latina cubierto de vidrios rotos de botellas de Coca-Cola. Esta acción denunció la violencia colonial y el respaldo del imperialismo estadounidense a las dictaduras latinoamericanas, visibilizando las heridas abiertas en territorios como Chile, que seguía bajo un régimen militar (Yeguas del Apocalipsis, s.f.).

De este modo, podemos reconocer que las disidencias sexuales en Latinoamérica -también llamado Abya Yala en su forma originaria-, aunque puedan compartir ciertos planteamientos con corrientes externas, poseen una perspectiva propia que permite un análisis situado y encarnado de la historia disidente latinoamericana. En este sentido, enfoques como el decolonial han contribuido a visibilizar las formas de opresión presentes en nuestras realidades, cuestionando las relaciones, normas y estructuras que nos han sido impuestas.

En resumen, hay un campo amplio en el que se mueven las disidencias. Hay muchas maneras de habitar las diversidades, no una sola, no todo cabe bajo el paraguas de las agendas internacionales hegemónicas. Sí, hay puntos comunes en los que se puede sostener diálogos, pero eso es justamente lo que la democracia promueve, el consenso dentro de un marco de respeto.

Eso es lo que líderes de ultraderecha quieren distorsionar en sus discursos, armados de noticias falsas, narrativas violentas y concepciones erradas de cómo funcionan estos pactos, buscan crear una realidad que fomenta el miedo y la inseguridad, creando un enemigo hecho a su medida, pero que no tiene un correlato en el día a día de quienes lo viven.


Otras Referencias

Bard, G., & Artazo, G. (2017). Pensamiento feminista Latinoamericano: Reflexiones sobre la colonialidad del saber/poder y la sexualidad. Cultura y representaciones sociales. https://www.scielo.org.mx/pdf/crs/v11n22/2007-8110-crs-11-22-00193.pdf

Oyhantcabal, L. (2020). Los aportes de los feminismos decolonial y latinoamericano. Revista Andaluza de Ciencias Sociales. https://revistascientificas.us.es/index.php/anduli/article/view/10942/13058

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