Las nuevas estrategias que se implementan en Chile para reducir el uso de fertilizantes en maíz
Con 50.061 hectáreas sembradas, el maíz es uno de los cultivos anuales más relevantes de Chile, donde el 80% se concentran en la zona centro sur, la cual lleva años azotada por una dura sequía.
Ante esto y como un modo de reducir las excesivas aplicaciones de fertilizantes nitrogenados y así enfrentar la presión hídrica asociada al cambio climático, es que se están evaluando nuevas estrategias para reducir el uso de fertilizantes en el maíz.
Investigadores de la Universidad de O’Higgins en conjunto con expertos de cuatro universidades brasileñas, están midiendo tecnologías capaces de reducir la dependencia de fertilizantes químicos sin comprometer el rendimiento del cultivo.
Prometedor estudio
La investigación, de acuerdo a los desarrolladores, se centra en el uso de silicio, un elemento beneficioso para enfrentar estrés hídrico, y Azospirillum brasilense, una bacteria que fija nitrógeno atmosférico y estimula el desarrollo radicular.
De acuerdo a varios estudios, apenas el 50% del nitrógeno aplicado es realmente aprovechado por la planta. El resto se pierde por volatilización y lixiviación, lo que genera un impacto económico directo para los productores.
Estas pérdidas también tienen efectos ambientales relevantes, ya que la lixiviación contamina aguas superficiales y subterráneas, y parte del nitrógeno volatilizado se convierte en óxido nitroso (N₂O), un gas de efecto invernadero aproximadamente 300 veces más potente que el CO₂.
Es por eso que la iniciativa busca generar soluciones prácticas que mejoren la eficiencia del cultivo y, al mismo tiempo, fortalecer la vinculación científica entre ambos países.
“Este proyecto nos permite consolidar la colaboración con estas cuatro universidades brasileñas y promover el intercambio de académicos y estudiantes, un aspecto clave para avanzar en investigación aplicada en maíz”, destacó Dilier Olivera Viciedo, director del proyecto.

Silicio y Azospirillum brasilense
El silicio es un elemento presente de manera natural en los suelos agrícolas y que, incorporado al cultivo, ayuda a reforzar la estructura de la planta, reducir la pérdida de agua y mejorar su tolerancia al estrés hídrico.
Por otro lado, Azospirillum brasilense es una bacteria benéfica que fija nitrógeno atmosférico y estimula el desarrollo de raíces más vigorosas, lo que mejora la absorción de nutrientes y favorece la eficiencia del cultivo.
Los ensayos ya realizados en la macrozona centro-sur entregaron resultados preliminares que respaldan esta combinación, y que ahora están siendo sistematizados para generar recomendaciones prácticas ajustadas a condiciones locales.
Si estas tendencias se consolidan, las tecnologías basadas en silicio y Azospirillum brasilense podrían ofrecer una alternativa real para disminuir costos, mejorar la eficiencia del uso de nitrógeno y enfrentar de manera más robusta los efectos del cambio climático sobre el cultivo.