
Cenizas en el Perquilauquén: Secuestro de la dirección del Partido Socialista
Hace exactamente medio siglo, el miércoles 25 de junio de 1975, después de 21 meses dirigiendo el Partido Socialista en la clandestinidad, Exequiel Ponce (“Viejo”, “Cheque”), Carlos Lorca (“Sebastián”), fueron detenidos por agentes de la DINA en las viviendas santiaguinas donde alojaban.
Días antes, el 17 de junio en una casa de la Población Las Rejas había sido apresado, Ricardo Lagos Salinas (“Renato”) y su compañera Michelle Peña, que estaba embarazada de 8 meses; anteriormente, el 14 de marzo de 1975 fue capturado el constructor civil, Ariel Mancilla, quien estando cautivo fingió un encuentro con un compañero, y cuando los agentes lo trasladaron al lugar, se arrojó bajo un bus que transitaba por la calle.
Más de medio año antes, el 2 de julio de 1974 en Valparaíso, miembros del Servicio de Inteligencia de Carabineros (SICAR), asesinaron al economista, Víctor Zerega Ponce, después de haberlo tenido secuestrado en los subterráneos del palacio de La Moneda; y meses antes, en marzo de 1974, el sociólogo, Gustavo Pollo Ruz había sido encontrado por el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) en una reunión en un departamento del centro de Santiago. Así, a fines de junio de 1975 había caído casi toda la dirección clandestina del Partido Socialista de Chile.
Los socialistas tienen la esperanza de que Jaime López (“Pablo”), encargado de relaciones internacionales del Partido, quien, a comienzos de abril de ese año, había sido uno de los representantes del “interior” en el Pleno del Comité Central en La Habana, no haya caído. Tensa espera. Por semanas nada se sabe de él...
Cuando se conoce que está en libertad, y tiene actitudes poco acordes a la vida clandestina, sus camaradas piensan que puede estar colaborando con la DINA. La voz se corre. No se equivocaban.
Pese a las fundadas sospechas sobre él, en septiembre de 1975, en la calle Amapolas en Providencia se junta un grupo de compañeros provenientes de los antiguos frentes estudiantil y sindical, allí se arma el segundo núcleo dirigencial encabezado por Jaime López por ser el sobreviviente de la dirección –que no está presente en la cita- que, entre otros, conforman: Gregorio Navarrete, Iván Párvex, Juan Carvajal, Benito Rodríguez, Óscar de la Fuente, Eduardo "Negro" Reyes, Carlos González Anjarí.
La nueva Dirección asume en un marco de desconfianza por las caídas anteriores, problemas logísticos y escases de recursos económicos. La principal tarea que se propone es averiguar con quién y en que frentes se puede desarrollar un mínimo trabajo partidario que le de continuidad a la dirección secuestrada; también les es urgente comunicarse con el exterior.
Mientras en Chile la novel dirección comienza a realizar sus tareas, en Berlín Esté los más importantes dirigentes del PS en el exterior, encabezados por Carlos Altamirano, Secretario General de la colectividad, sabedores de que en manos de la DINA sus camaradas difícilmente sobrevivirán, comienzan una campaña internacional de denuncia.
Así, presentan los antecedentes del secuestro ante los organismos pertinentes de las Naciones Unidas; contactan con jefes de estado y de gobierno de países europeos; se reúnen con organizaciones de solidaridad con Chile; recurren a autoridades religiosas; y se juntan con artistas e intelectuales del mundo entero. Además, el grupo Quilapayún compone la canción Donde están, que en uno de sus versos dice:
No serán lágrimas por Exequiel Ponce
Será la confraternidad del pueblo herido
Y un nuevo viento, una luz nueva sobre las espigas de la patria.
¿Dónde están? Los bravos compañeros, ¿dónde están?
Endurecidos a golpe y a suplicio
Levantando la bandera y la palabra…
La enorme campaña socialista de denuncia de tan brutal hecho será en vano. De los secuestrados nada se sabrá durante décadas.
Por alguna razón no conocida hasta ahora, entre diciembre y los primeros días de enero de 1976, en Santiago, Jaime López, el nuevo responsable socialista, entrega a la DINA a sus compañeros de la segunda dirección; todos caen, él es el único que permanece en libertad, aunque, controlado por el organismo de seguridad. Afortunadamente, después de semanas secuestrados, de sufrir enormes torturas, los integrantes de ese grupo de conducción socialista sobrevivirán.
A inicios de 1976, la situación del Partido Socialista es dramática, su continuidad está amenazada porque su principal dirigente está cooptado por la inteligencia pinochetista. En ese marco, en una reunión en un cerro de Santiago, se constituye un tercer núcleo directivo.
Lo integran, Eduardo Gutiérrez, Patricio Barra (“Aníbal”), Ricardo Solari, Raúl Díaz (“Juan Carlos García”); don Albino Barra Villalobos, padre de Patricio, se convertirá en el dirigente más importante porque, a diferencia de sus jóvenes compañeros, no puede ser desconocido por la dirección exterior.
Posteriormente, entre otros, se integrarán, Germán "Chino" Correa, Silvio Espinoza (“Negro Elías”), Akin Soto, "Moncho" Montes. De a poco con dirigentes sindicales ferroviarios, panificadores, campesinos, estudiantes universitarios, y profesionales de los derechos humanos, se formará un comité central clandestino que permanecerá hasta el retorno a la democracia. El Partido había conseguido sortear aquellos duros tiempos.
Varias décadas después, reinstaurado un sistema democrático en el país, la justicia logró averiguar qué había pasado con la dirección socialista secuestrada. Exequiel Ponce, Carlos Lorca, Ricardo Lagos, Ariel Mancilla y otros dirigentes detenidos, sus enlaces y sus compañeras son trasladados a Villa Grimaldi donde los torturan salvajemente para que entreguen a otros miembros de la organización, y para comprobar si tienen dinero o vehículos para robárselos.
Luego de pasar algunas semanas en ese centro ilegal de detención, Ponce, Lorca y quizás Lagos fueron llevados hasta la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad (Villa Baviera), un poblado de ciudadanos alemanes fundado en 1961 por el pederasta nazi, Paul Schäfer ubicado en las inmediaciones de Parral.
En ese lugar del terror, Exequiel Ponce, Carlos Lorca y probablemente Ricardo Lagos Salinas, durante meses fueron mantenidos cautivos, y sometidos a crueles experimentos y torturas. En algún momento del año 1976 fueron asesinados, sus cuerpos convertidos en cenizas y arrojadas a las aguas claras del río Perquilauquén.
El asesinato de la dirección socialista se enmarcó en la política dictatorial de exterminar el “cáncer marxista”, como el general Gustavo Leigh lo había anunciado aquella noche del 11 de septiembre de 1973 en la Escuela Militar.