
Lo tributario en contexto: Claves para un análisis de lo que fue, lo que es y lo que viene
Cuando la discusión sobre lo tributario es constantemente dominada por conceptualizaciones técnicas, mecánicas y eficientistas, se deja de lado que el fisco y la interacción con los agentes no es sino una relación social. Que el sistema sea como es y que se den las discusiones que se dan no es meramente una cuestión estructural, sino que compete a la agencia constante de individuos con un capital tal que pueden moldear el campo de lo tributario.
Ejemplo de esto es cómo se convierte en hegemónico el imaginario social de un impuesto ineficiente y distorsionador; imaginario que pasa de ser una contingencia propia de la clase capitalista a una que parece ser parte de los intereses de los trabajadores: "Ojalá no le suban el impuesto a las empresas, porque puede afectar el trabajo y el crecimiento; ojalá no le suban el impuesto a los superricos porque se llevarán inversión clave para el país; ojalá no les toquemos los bolsillos a los empresarios porque si no..."
Y no, no son frases que quedan sólo en una representación simplista del asunto. Miremos lo que dice la candidata de la derecha: “apostamos por el crecimiento, el empleo, el impulso a la inversión y un Estado que acompañe en vez de asfixiar. Queremos volver a ser un país de clase media que progresa con su trabajo”, lo que luego acompaña de propuestas regresivas y pro-capital como las de reducir el impuesto corporativo al 18% y la integración del sistema tributario.
El tema es que es difícil apelar a un impacto real a la “clase media” y el trabajador si es que hablamos de un impuesto que afectaría a la clase capitalista, conformada por los individuos más ricos del país.
Lo anterior se sustenta en una noción del “sentido común” económico, donde el crecimiento, el empleo y el bienestar material en general proviene de una sola fuente: más ganancia para el capitalista.
Este neoliberalismo en la teoría, que proveería de crecimiento y bonanza por medio de la lógica de chorreo hacia la clase trabajadora, dista mucho del que se experimenta en la práctica, donde el Estado es constante cómplice de una clase que no genera el dinamismo ni el “progreso” que tanto le gusta señalar como propio.
Pero ¿cómo fue conformada tal situación? En el último documento de trabajo de OPES “La economía de lo tributario y redistributivo en Chile” describo literatura que provee un contexto general. Conceptos clave en este punto son el de la cohesión multisectorial del empresariado, que puja por un Estado pequeño y con un rol subsidiario dado el poder estructural e instrumental que se les dotó en dictadura.
Esto va más allá de lo tributario, pues el empresariado también se ha abocado al sector primario configurando una dependencia de la recaudación al ciclo de los commodities que, en suma, configura una baja carga tributaria total dado los grandes ingresos de la minería del cobre.
La historia reciente no carece de ejemplos. Uno de ellos es la reforma tributaria del 2014, donde la CPC afirmaba que los cambios radicales afectarían el crecimiento, el empleo y los salarios, lo que serviría como demostración del poder instrumental con el que cuentan al ayudarse de los medios para difundirla en los trabajadores.
Lo mismo se repitió en la reforma tributaria propuesta en 2022, en donde la CPC repetiría el discurso de baja inversión y que la mejor forma de recaudar es más crecimiento. Y claro, esto no queda allí, puesto que efectivamente el empresariado logró una reforma tributaria mucho más débil en el primer caso y un freno completo en el segundo, tal que para este último el gobierno cedió una rebaja del impuesto a dicha clase.
Todo esto confirma que, lejos del paradigma eficientista que se busca implantar en la discusión tributaria, lo cierto es que es una discusión meramente política, en la que el Estado sabe que no puede ir contra los intereses del capital porque deja todo intento de crecimiento y bienestar en las manos de la ganancia y la acumulación.
Por ello, y considerando el contexto que se avecina, no es difícil adivinar las narrativas de crecimiento y progreso que intentarán desplegar los empresarios en un intento burdo y poco honesto sobre quienes son los que realmente generan la riqueza del país.