
De la Maza y Lavín en la lupa de Contraloría: Pagos injustificados, sueldos duplicados y asesorías fantasmas
En una democracia que se precia de republicana la legalidad no basta si no está sostenida por la ética pública. Ya lo había advertido Kant en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”.
A juzgar por el contenido del Informe Especial Nº 258 de la Contraloría General de la República, la Asociación de Municipalidades de la Zona Oriente (AMZO) ha hecho exactamente lo contrario, ha tratado al Estado como medio para fines personales y a los ciudadanos como ausentes del pacto social.
Este documento -una auditoría extensa y demoledora- revela una serie de pagos injustificados, sueldos duplicados, asesorías fantasmales y proyectos inexistentes. Pero lo que más escandaliza no es el delito, sino la normalización del abuso como gestión institucional.
El caso De la Maza
Uno de los principales protagonistas es el exalcalde de Las Condes, Francisco de la Maza (UDI). Tras dejar la presidencia de la AMZO en 2017, fue contratado por la misma entidad como asesor externo, cobrando $190.890.930 brutos entre 2017 y 2021.
Sus informes son, en la práctica, inexistentes o vacíos de contenido. En uno de ellos, por el que se le pagaron $3,3 millones, solo se escribió: “Reuniones de coordinación con personal AMZO”. Además, cobró $5.032.288 brutos por “revisar avances” de las bases preliminares INGEROP proyecto Eje Las Condes.
Asimismo, fue el coordinador estratégico del Proyecto del Tranvía Oriente, que contemplaba una extensión de 8,8 km desde la estación Manquehue de la Línea 1 del Metro hasta el centro comercial Portal La Dehesa. Iniciativa que jamás se ejecutó ni avanzó más allá de una etapa embrionaria.
Este retorno travestido de asesoría evidencia lo que Simone Weil describió en Apuntes sobre la supresión general de los partidos políticos, es decir, cómo las grandes instituciones modernas (partidos políticos o aparatos estatales), funcionan por inercia y retórica, desligadas del bien concreto, fabricando pasión colectiva y sofocando la verdad.
De la Maza, más que asesor, se transformó en síntoma de una patología más profunda: la captura de lo público por redes político-administrativas, las que operan con total indiferencia al control social.
Sueldos dobles y funciones replicadas
A la par, Cristián Palacios Yánquez, funcionario contratado por la AMZO desde 2015, recibió $310.422.839 brutos entre 2018 y 2021 por funciones de “planificación y gestión” que, según el propio informe, se sobreponían casi idénticamente a las de De la Maza. Ambos cobraban, paralelamente, por las mismas tareas.
Esto encarna con precisión lo que Antonio Gramsci describía, en sus Cuadernos de la cárcel, como la creación de estructuras ficticias dentro del Estado para reproducir hegemonía, sin generar real función social.
La AMZO no operó como espacio de eficiencia intermunicipal, sino como fábrica de sueldos innecesarios, elaborando un simulacro de gestión donde el verdadero producto era la transferencia sistemática de fondos públicos a cuentas privadas.
Honorarios sin respaldo
Entre 2018 y 2021, la AMZO pagó $441 millones en honorarios que no contaban con informes válidos. De ese total:
-$170 millones fueron pagados por informes sin respaldo.
-$271 millones se destinaron a personas cuyas labores no se pudieron verificar.
La impunidad en una democracia administrada surge no del silencio, sino de la saturación de lenguaje sin contenido. No es que no haya papeles, hay papeles inútiles, hechos para no decir nada.
Fondos públicos para Lavín
No menos alarmante es lo detectado en relación a Joaquín Lavín. La AMZO financió un viaje de él, cuando era edil de Las Condes, a los Países Bajos sin respaldo de reuniones, informes ni objetivos definidos. Pero el dato más brutal es la contratación de Ideograma SpA por $69.235.847 para capacitar al “equipo Joaquín Lavín Chile” en temas como “Twitter político”, “escenografía electoral” y “segmentación de audiencias”.
Los resultados de estas asesorías no eran entregados a la AMZO, sino directamente al propio Joaquín Lavín y a sus asesores, entre los que se encontraban Gonzalo Müller.
Byung-Chul Han, en La sociedad del cansancio, describía este fenómeno con precisión quirúrgica: El poder contemporáneo ya no prohíbe: seduce. No castiga: premia. No controla: monitorea para mejorar la eficiencia del yo. En este caso, el yo seducido fue el del político, y el que pagó la seducción fue el contribuyente.
Conclusión
El caso AMZO revela una sofisticada banalidad del saqueo, donde los actores no se ocultan, sino que operan a plena luz del día, amparados en la inercia institucional y la complicidad pasiva del sistema político.
Pierre Bourdieu en La nobleza de Estado sostuvo que el dominio simbólico se perpetúa cuando las prácticas ilegítimas se visten con la legitimidad del procedimiento. Y eso es exactamente lo que ha sucedido: corrupción formalizada con informes, contratos, asesorías y lenguaje técnico, pero sin ética, sin control y sin consecuencias.