
Parto y salud mental perinatal: Hacia una atención centrada en la mujer y el recién nacido
Hablar de parto respetado sin considerar la salud mental perinatal es quedarse con una visión incompleta del proceso reproductivo. La salud mental perinatal, que abarca el bienestar emocional de la mujer durante el embarazo, el parto y el posparto, está profundamente relacionada con cómo se vive y se recuerda el nacimiento.
Un parto respetado es aquel en que la mujer es protagonista de su proceso, recibiendo información clara, trato digno, respeto por sus decisiones y acompañamiento físico y emocional adecuado. Este modelo reconoce el parto no solo como un evento biológico, sino también como un hito emocional, psicológico y social que puede tener consecuencias en la vida de la mujer y en el desarrollo de su hijo o hija.
Distintos estudios han demostrado que la forma en que una mujer vive su parto puede tener consecuencias significativas para su salud mental. Experiencias de parto traumático, como lo son los asociados a violencia obstétrica, procedimientos no consentidos o sensación de deshumanización, se correlacionan con un mayor riesgo de desarrollar trastorno de estrés postraumático posparto, depresión, ansiedad y dificultades en el establecimiento del vínculo con el recién nacido.
Por el contrario, cuando el parto se da en condiciones respetuosas, con contención emocional y validación de la experiencia de la mujer, se refuerza su empoderamiento y se facilita el establecimiento de un apego seguro con el recién nacido desde sus inicios.
En Chile, esta relación comienza a visibilizarse, pero aún queda camino por recorrer. Según estudios, más del 20% de las madres chilenas presenta síntomas depresivos postparto, y esta cifra aumenta significativamente cuando se reportan experiencias negativas durante el parto.
Un parto respetado puede, por tanto, actuar como un factor protector clave en la salud mental perinatal. Se ha evidenciado que cuando la mujer se siente escuchada y partícipe de las decisiones en su parto, la percepción de control reduce el riesgo de ansiedad y depresión postparto.
Asimismo, la presencia de una figura de acompañamiento continuo durante el parto, disminuye significativamente el uso de intervenciones innecesarias y mejora los resultados de salud mental. También se ha documentado que las experiencias positivas de parto facilitan el establecimiento temprano del apego, lo que tiene efectos neurobiológicos en la madre y en el recién nacido, favoreciendo su salud emocional a largo plazo.
En el contexto chileno, la matronería juega un rol central. Las matronas/es están capacitadas para acompañar integralmente a la mujer durante todo el proceso reproductivo, pero muchas veces trabajan en condiciones institucionales que dificultan una atención verdaderamente humanizada.
Existe sobrecarga laboral, protocolos rígidos y poca integración de la salud mental en la atención obstétrica. Por eso, el desafío es pasar de un modelo centrado solo en lo biomédico a uno que reconozca el valor emocional y psicológico del nacimiento, y que sitúe la experiencia subjetiva de la mujer como un eje fundamental del cuidado.
Negar la salud mental perinatal es hoy negar derechos. Derechos de la madre a ser acompañada emocionalmente, a decidir sobre su cuerpo, a vivir su parto sin violencia. Derechos del recién nacido a ser recibido en un entorno respetuoso, cálido y libre de trauma.
Salud mental perinatal y parto respetado no pueden pensarse por separado. Son dimensiones que se entrelazan y se sostienen mutuamente. Solo comprendiendo esta relación podremos avanzar hacia un sistema de salud más humano, justo y reparador para las nuevas maternidades.
La matronería, por su cercanía y visión integral, está llamada a liderar esta transformación. Pero para ello necesita más herramientas, más respaldo institucional, y sobre todo, ser reconocida como una voz experta dentro del sistema de salud chileno.