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El eterno retorno del desencanto
Agencia Uno

El eterno retorno del desencanto

Por: Fernando Vergara Henríquez | 13.05.2025
El eterno retorno no se refiere a una repetición celebrada o destinada cosmológicamente, sino a una repetición trágica: Chile aparece atrapado al interior de un ciclo donde las expectativas de cambio (social, político, económico) son absorbidas y neutralizadas por las estructuras que se pretendía transformar. La “ilusión de lo nuevo” se convierte en una nueva forma de lo mismo pero con una ansiedad desesperanzada.

Los espacios emergentes configurados por los nuevos contextos de multidimensionalidad espacio temporal -favorecidos por relaciones virtuales e informatizadas- generan la necesidad de experiencias formativas y reflexivas renovadas. Al mismo tiempo, abren dimensiones paralelas para el pensamiento crítico.

Estas nuevas formas de habitar el mundo habilitan aproximaciones sensoriales y corpóreas inéditas a los modos de vida tradicionales, tanto en su dimensión individual como colectiva, posibilitando formas alternativas de construir sociedad, producir sentido e imaginar identidades. Se amplían, así, las maneras de concebirse a uno mismo y al otro, en un entramado donde lo simbólico, lo experiencial y lo tecnológico se entrecruzan.

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Surgen así tanto un escenario ético-político inexplorado con un dinamismo identitario caracterizado por la coexistencia de elementos simbólicos e imaginarios que inventan y resignifican, junto con una comprensión cada vez más compleja de los procesos de interacción, marcados por la diversidad y la diferencia. A ello se suma la necesidad de una participación solidaria y comunitaria, en constante tensión con la posibilidad de inserción o desconexión de los entramados sociales.

Inclusión y exclusión, asimilación y diferenciación, integración y cancelación se erigen como polaridades desde las cuales la subjetividad articula su experiencia particular y su existencia social, proyectándose en un tiempo histórico donde prima el presente personal sobre una visión colectiva de futuro.

Este escenario exige repensar los procesos sociohistóricos desde una perspectiva que asuma la evanescencia y el vaciamiento propios de la época, pero que también acoja las acciones de reivindicación cultural e identitaria.

La articulación simbólica entre presencialidad e invención cobra relevancia frente a la diversidad de territorios fluidos y escurridizos, entendidos como opciones híbridas dentro de una red de relaciones difusas, fragmentadas y descentradas, en medio de las oleadas globalizadoras que caracterizan nuestra era de tránsito y transformación.

En el Chile actual el conflicto por el litio, la fragmentación del sistema político y la redefinición de la estrategia económica frente al orden internacional neoliberal revelan no solo tensiones coyunturales, sino que reflotan las profundas contradicciones de un proyecto moderno que, en palabras del filósofo Enrique Dussel, se ha construido sobre la exclusión estructural de América Latina. Chile no vive simplemente una crisis de gobernabilidad o representación, sino que enfrenta una disputa por el sentido histórico de su ser político, social y económico.

La acelerada explotación del litio en el norte del país, sin la debida participación de las comunidades indígenas, reproduce formas de colonización interna que, lejos de ser superadas por el discurso de la transición ecológica, se ven reeditadas y reactualizadas bajo nuevas retóricas de sustentabilidad. Como advierte Dussel, la modernidad no es un proyecto universal emancipador, sino un proceso de expansión eurocéntrica que construyó su centralidad sobre la periferia colonial.

En este sentido, la promesa del “desarrollo verde” perpetúa la lógica de la acumulación por la de privación, desposesión y explotación comercial, instrumentalizando los territorios ancestrales en beneficio de mercados extranjeros con un grado de complicidad local. La colonialidad del saber y del poder se manifiesta en la exclusión epistemológica de los saberes indígenas, así como en la negación de su incidencia política real. Actualmente hay una recitación de las prácticas y relaciones coloniales que actualiza la desintegración del tejido cultural.

En el plano político, la proliferación de precandidaturas presidenciales refleja no solo una crisis de representación, sino la incapacidad de construir un horizonte colectivo de transformación. Localmente, incluso los discursos reformistas parecen atrapados dentro de una estructura que impide pensar más allá del marco institucional heredado.

La política se convierte, entonces, en una gestión de lo posible, y no en una praxis de ruptura o un proyecto vinculante. Esta inercia genera una democracia fatigada, que gira sobre sí misma, ajena a la potencia creativa, vinculante y esperanzadora de los movimientos que emergieron con fuerza en 2019, en el marco del estallido por la inequidad e injusticia.

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A ello se suma la estrategia de diversificación económica promovida por el Gobierno, en respuesta a la creciente inestabilidad de los mercados globales. Si bien esta medida puede parecer razonable en términos técnicos, desde una perspectiva filosófica se hace necesario interrogar las condiciones bajo las cuales un Estado periférico negocia su autonomía en un sistema-mundo capitalista profundamente asimétrico.

Dussel advertía que los países de América Latina no son parte secundaria del sistema moderno, sino su "exterior constitutivo", aquello que fue necesario oprimir para que la modernidad se realizara. En este contexto, ¿puede Chile construir un modelo económico posneoliberal sin romper con las estructuras coloniales que siguen articulando su inserción global?

La figura del presidente Gabriel Boric encarna estas tensiones: un liderazgo que emergió con legitimidad desde el malestar social, pero que ha debido operar y navegar dentro de los márgenes estrechos del pacto institucional vigente, con una derecha revanchista.

La expectativa de transformación, tan claramente expresada durante el estallido de 2019, se enfrenta hoy a los límites del sistema y a una ciudadanía nuevamente callada y digitalmente narcotizada, que cada vez más desencantada carga con una apatía estructural y una dificultad para imaginar que el mundo podría ser radicalmente distinto. Chile, en este sentido, corre el riesgo de olvidar su propia capacidad de pensar fuera de los moldes que lo subordinan.

Desde esta mirada crítica, es urgente reabrir el horizonte de lo posible. Ello requiere una política que no solo administre lo existente, sino que se atreva a cuestionar los fundamentos de su legitimidad. Una política que reconozca la pluralidad epistémica de su pueblo, que escuche la voz de quienes han sido históricamente silenciados, y que se proponga construir una modernidad otra, una modernidad desde el sur, como lo proponía Dussel: inclusiva, relacional, descolonizadora.

Siguiendo las ideas anteriores, el eterno retorno no se refiere a una repetición celebrada o destinada cosmológicamente, sino a una repetición trágica: Chile aparece atrapado al interior de un ciclo donde las expectativas de cambio (social, político, económico) son absorbidas y neutralizadas por las estructuras que se pretendía transformar. La “ilusión de lo nuevo” se convierte en una nueva forma de lo mismo pero con una ansiedad desesperanzada.

El eterno retorno aquí es una crítica a la inercia histórica, a la manera en que el país vuelve a tropezar con las mismas formas de exclusión, colonialidad y gobernanza, pese a los estallidos de sentido y ruptura. Chile se encuentra en un momento filosófico, más que técnico; en un momento que requiere reflexión situada y proyectada, más que cálculo comercial; en un momento que espera decisiones, más que pragmatismo egoísta.

No es simplemente de una cuestión de eficiencia administrativa o de reformas sectoriales. Se trata de repensar el país desde sus márgenes, desde su memoria y desde esa promesa incumplida de una democracia en la medida de las necesidades y esperanzas. Para ello, hay que atreverse a imaginar -y construir- lo que hoy parece imposible o, al menos, aquello que se nos quiere hacer creer que lo es.

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