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¿Cuántas veces más nos va a mentir Israel?
Captura de video publicado por la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina

¿Cuántas veces más nos va a mentir Israel?

Por: Valeria Apara Hizmeri | 12.04.2025
Ya no hablamos de errores. Hablamos de un patrón. De impunidad sistemática. Israel miente, y miente con intención. Miente para justificar crímenes de guerra. Miente para desviar la atención. Miente para ganar tiempo y cobertura política. Y la prensa internacional, salvo excepciones, se traga la versión oficial israelí una y otra vez.

Desde 1948 han pasado 77 años de ocupación, colonización, limpieza étnica y crímenes impunes. Y, sin embargo, en pleno 2025, Israel sigue mintiendo descaradamente sobre sus acciones, mientras los grandes medios internacionales repiten sus versiones oficiales sin verificar, como si fueran verdades inapelables. Luego, cuando las investigaciones revelan lo contrario, el silencio es ensordecedor. No hay titulares. No hay disculpas. Y, sobre todo, no hay consecuencias.

La semana pasada, 15 trabajadores humanitarios fueron asesinados por tropas israelíes en el sur de Gaza, incluyendo paramédicos de la Media Luna Roja Palestina, bomberos de la Defensa Civil y un funcionario de la ONU. Según el portavoz militar israelí, teniente coronel Nadav Shoshani, los vehículos en que viajaban “avanzaban sin luces ni demarcaciones”, lo que habría justificado el ataque.

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Mentira. Un video hallado en el bolsillo de uno de los paramédicos asesinados muestra ambulancias y un camión de bomberos claramente identificados, con luces encendidas, en misión de rescate. Sus cuerpos fueron encontrados días después, enterrados en una fosa común con disparos a corta distancia. ¿Y qué respondió Israel ante estas pruebas fehacientes? Que el caso “está bajo examen”.

Este no es un caso aislado. En 2024, Israel atacó un convoy de la ONG World Central Kitchen, matando a siete trabajadores humanitarios. Alegaron que se encontraban en una “zona de combate no coordinada”. Otra mentira. La organización había coordinado cada movimiento con el ejército israelí.

¿Y qué decir del caso de Hind Rajab, la niña de seis años que pasó horas atrapada en un vehículo bajo fuego israelí, suplicando ayuda por teléfono? Su familia fue asesinada. La ambulancia que intentó rescatarla -con autorización israelí- también fue atacada. Murieron los paramédicos, la niña y todos los ocupantes del auto. Israel dijo que no había tropas cerca. Sin embargo, las investigaciones de Forensic Architecture demostraron que un tanque israelí se encontraba a menos de 23 metros y que el vehículo recibió 335 disparos.
Y la lista sigue.

El “calendario” del Hospital Al-Rantisi presentado por el entonces portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari como una “lista de turnos de vigilancia de terroristas para custodiar rehenes”, resultó ser exactamente eso: un calendario con los días de la semana.

El Hospital Al-Shifa fue invadido bajo la acusación de ser un centro de comando de Hamás. Israel presentó animaciones como “pruebas” de una red subterránea. Sí, animaciones. Tras semanas de operaciones, no encontraron nada. En cambio, sí hubo médicos, pacientes y desplazados detenidos, heridos o asesinados.

También están las acusaciones contra la UNRWA, que llevaron a más de 15 países a cortar fondos vitales para refugiados palestinos. ¿Las pruebas? Ninguna. Una revisión independiente encabezada por la exministra francesa Catherine Colonna concluyó que Israel no entregó evidencia que respaldara sus acusaciones.

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Esto no es nuevo. En 2022, la periodista palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh fue asesinada por un francotirador israelí mientras cubría una operación en Jenin, Cisjordania. Israel dijo que fue “fuego cruzado”, sin embargo, The New York Times, CNN, Al Jazeera, The Washington Post y la ONU confirmaron que fue un disparo directo, sin enfrentamiento cercano. Nadie fue responsabilizado.

Ya no hablamos de errores. Hablamos de un patrón. De impunidad sistemática. Israel miente, y miente con intención. Miente para justificar crímenes de guerra. Miente para desviar la atención. Miente para ganar tiempo y cobertura política. Y la prensa internacional, salvo excepciones, se traga la versión oficial israelí una y otra vez.

¿Qué más necesitan? ¿Qué más tiene que pasar? ¿Qué más pruebas tienen que ver? ¿Hasta cuándo va a seguir el periodismo global actuando como amplificador del aparato propagandístico de un Estado genocida? No se trata solo de Gaza. Se trata de la verdad. Y del costo de seguir permitiendo que la mentira sea política de Estado.

Si Israel tuviera la verdad de su lado, no necesitaría impedir el ingreso de la prensa internacional a Gaza, algo que bloquea sistemáticamente desde octubre de 2023.
Quien no tiene nada que ocultar, no le teme a las cámaras, a los testigos ni a la verdad.
Solo los perpetradores se esfuerzan tanto en silenciar a quienes podrían mostrar lo que hicieron.

Mientras tanto, me pregunto: ¿Cuántas veces más nos va a mentir Israel? ¿Y cuántas pruebas más hacen falta para que los medios acepten, por fin, que han sido engañados?

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