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Carrera “zombi”: La derecha chilena tras la fórmula Milei
Agencia Uno

Carrera “zombi”: La derecha chilena tras la fórmula Milei

Por: Álvaro Muñoz Ferrer | 09.04.2025
Es legítimo debatir sobre el tamaño y el rol del Estado en la economía, pero es fundamental que las propuestas económicas de quienes aspiran a liderar el país se sustenten en evidencia sólida, y no en recetas fracasadas que, lejos de impulsar el desarrollo, amenazan con aumentar las brechas sociales y debilitar el bienestar de la mayoría.

Existe una competencia al interior de la derecha chilena por apropiarse de la representación de las políticas de desregulación promovidas por Javier Milei. Tanto Evelyn Matthei como José Antonio Kast y Johannes Kaiser buscan acercarse al presidente libertario, destacando entre sus propuestas la reducción de impuestos y los recortes fiscales como una vía para estimular el crecimiento económico y el bienestar social.

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Esta pugna no es casualidad: Milei se ha convertido en un referente para ciertos sectores de la derecha que ven en su discurso una oportunidad para radicalizar sus propias posiciones en materia económica y política.

Si bien la situación chilena no es comparable con la crisis que permitió el ascenso al poder del presidente libertario, la competencia por importar ese modelo es preocupante. La experiencia histórica muestra que las políticas de austeridad fiscal impulsadas por Milei, que parecen tan atractivas para el conservadurismo local, carecen de respaldo en la evidencia.

El economista Paul Krugman las ha denominado "ideas zombis": propuestas desacreditadas por los datos, pero que persisten en el discurso público debido a intereses ideológicos y políticos.

Krugman advierte, a partir de experiencias en Estados Unidos y Europa, que estos recortes no solo no garantizan el crecimiento económico, sino que agravan la desigualdad y debilitan los servicios públicos esenciales. A pesar de ello, la insistencia en estas medidas continúa, muchas veces impulsada por actores que ven en la reducción del Estado una oportunidad para favorecer intereses privados en detrimento del bienestar colectivo.

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Pero no hace falta mirar tan lejos para encontrar evidencia de los efectos nocivos de estas políticas. En Chile, la política económica instaurada durante la dictadura siguió el mismo recetario de reducción y privatización de lo público, generando consecuencias que persisten hasta el día de hoy en forma de desigualdad estructural y acceso limitado a derechos básicos.

En este contexto, resulta preocupante que figuras políticas con aspiraciones presidenciales insistan en seguir este camino sin una evaluación crítica de sus resultados. La historia económica reciente de América Latina ha demostrado que la desregulación extrema y los recortes fiscales suelen traducirse en crisis profundas que afectan principalmente a la clase media y a los sectores más empobrecidos.

Argentina es un caso ilustrativo, pues la terapia de shock de la política económica de la “motosierra” ha mejorado el desempeño de ciertos indicadores macroeconómicos, pero el creciente malestar social plantea dudas sobre su impacto en la calidad de vida real de las personas.

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Es legítimo debatir sobre el tamaño y el rol del Estado en la economía, pero es fundamental que las propuestas económicas de quienes aspiran a liderar el país se sustenten en evidencia sólida, y no en recetas fracasadas que, lejos de impulsar el desarrollo, amenazan con aumentar las brechas sociales y debilitar el bienestar de la mayoría.