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El Frente Amplio y las presidenciales 2025. ¿Hacia dónde vamos?
Agencia Uno

El Frente Amplio y las presidenciales 2025. ¿Hacia dónde vamos?

Por: Sebastián Farfán | 31.03.2025
Es un buen momento para la batalla de ideas. Las crisis del modelo hoy está más expuesta que nunca en el mundo y es importante que el frenteamplismo plantee una ruta de salida en línea progresista. Verde, feminista y socialista.

Analizar el escenario presidencial de 2025 tras el gobierno de Gabriel Boric no se reduce a elegir nombres, sino a debatir proyectos políticos. Un eje central es evaluar el contexto social post-Boric y cómo construir mayorías en un clima marcado por la frustración ciudadana y el avance global de la ultraderecha.

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Balance y desafío del gobierno del Gobierno actual

Contra los agoreros del pesimismo, es justo reconocer que este gobierno entregará al país en mejores condiciones que las que encontró, incluso impulsando reformas históricas con minoría parlamentaria.

Sin embargo, quedará marcado por la derrota en los procesos constitucionales y la incapacidad de resolver políticamente ese desafío. El tránsito de la esperanza a la frustración sigue vigente, y ahí radica el caldo de cultivo para el auge de la ultraderecha.

El fenómeno de la ultraderecha: conexión con el malestar

La ultraderecha chilena, reflejo de una tendencia global, ha capitalizado el descontento de una sociedad desencantada con la política institucional. Su discurso desinhibido -antipolítico, antielitista y aparentemente renovador- logra conectar con mayorías frustradas que se sienten excluidas del sistema.

Este malestar, expresado desde el estallido de 2019, carece de un sesgo ideológico definido, pero la ultraderecha lo canaliza hábilmente, promoviendo un relato simplista que enfrenta a "débiles contra débiles".

Las ilusiones peligrosas de la izquierda

Frente a este escenario, la izquierda enfrenta tres riesgos:

  • Creer que la unidad partidista basta: Los partidos hoy son entidades desconectadas de la ciudadanía, como "plantas hidropónicas" sin raíces en lo social. Sumar siglas no resolverá la crisis de representación ni construirá mayorías fuera de lo institucional.

  • Perseguir un "centro" imaginario: Apostar por un giro al centro como fórmula mágica ignora la desafección profunda de la ciudadanía. El centrismo no es un refugio viable si se evade el diálogo con las demandas reales.

  • Abandonar las reformas estructurales: Imitar las promesas de seguridad de la derecha o diluir el proyecto transformador sería un error. La gente prefiere originalidad, y el diagnóstico de la derecha —que reduce el estallido a un "episodio izquierdista"— omite las grietas del modelo.

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Hacia una hegemonía transformadora

El desafío clave es construir una mayoría cultural y social que impulse reformas en tiempos complejos. Para ello, la izquierda debe:

  • Hablarle a las mayorías excluidas

Jóvenes con empleos precarios, dueñas de casa que no llegan a fin de mes, jubilados olvidados. Ese pueblo olvidado por la política tradicional y que sigue por fuera y en contra de toda política institucional.

El voto obligatorio es hoy una oportunidad para un dialogo más directo y claro hacia estos amplios sectores. Son también nuevos votantes que dirimirán la próxima elección presidencial. Es ahí donde está creciendo la ultraderecha y donde debiésemos priorizar la disputa.

  • Generar una narrativa emocional

Conectar con las angustias cotidianas y ofrecer soluciones concretas, sin caer en promesas vacías. La ultraderecha ha sido capaz de transmitir un mensaje que conecta con las angustias de la población y que redirige el malestar contra el de al lado, en vez de hacia arriba.

Es importante en este momento pelear por la disputa del relato y del significado de la frustración que sigue presente en Chile.

  • Liderar con claridad ideológica

Enfrentar a la ultraderecha no con adaptaciones tibias, sino con un proyecto audaz que dispute las ideas en el terreno cultural. Este es uno de los grandes temas que se dirimen en esta elección. Muchos buscan forzar el relato para plantear que el Frente Amplio o nunca tuvo proyecto, o ya arrió sus banderas.

Es una conexión directa con el planteo ”anti woke”, “anti octubrista” y otras variables, como una forma de eliminar cualquier atisbo de critica al modelo, que fue lo que planteó el 2019, la constituyente y el Gobierno de Boric.

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Es un buen momento para la batalla de ideas. Las crisis del modelo hoy está más expuesta que nunca en el mundo y es importante que el frenteamplismo plantee una ruta de salida en línea progresista. Verde, feminista y socialista.

En 2025, la izquierda no puede refugiarse en ilusiones. Es hora de desplegar banderas transformadoras, construir pueblo y disputar el relato con un liderazgo que combine firmeza y empatía. Un liderazgo presidencial es importante para cumplir los objetivos acá planteados. Solo así se evitará que el miedo triunfe sobre la esperanza.