Los problemas estructurales del sistema de AFP
El sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) en Chile ha sido durante décadas objeto de debate público debido a su impacto en las pensiones de los trabajadores.
Este modelo de capitalización individual, instaurado en plena dictadura cívico-militar, en 1981, busca que los aportes mensuales de los trabajadores sean invertidos en el mercado de capitales para generar rentabilidad y financiar una pensión en la etapa de jubilación. Sin embargo, en la práctica, este esquema presenta deficiencias que afectan directamente la calidad de vida de los pensionados.
El rol del riesgo de mercado en el sistema de AFP
Uno de los pilares fundamentales del sistema es la inversión en mercados financieros, lo que implica una exposición inherente a la volatilidad y los ciclos económicos. Aunque esta estrategia puede generar altos rendimientos en periodos de bonanza, también enfrenta caídas significativas durante crisis económicas, afectando el saldo acumulado en las cuentas individuales.
Desde una perspectiva de teoría financiera, la diversificación busca mitigar riesgos, pero no los elimina por completo, especialmente frente a choques sistémicos en el mercado de valores. Por ejemplo:
Crisis financieras globales como la del 2008 y la pandemia de COVID-19 han generado pérdidas importantes en los fondos previsionales, reduciendo los saldos acumulados y, por ende, las pensiones proyectadas.
La disminución estructural de las tasas de rentabilidad en los mercados financieros internacionales, influenciada por factores como tasas de interés bajas, la desaceleración económica global y avances de la crisis climática, ha agravado esta situación.
El sistema, al depender exclusivamente del desempeño del mercado, expone a los trabajadores a un riesgo financiero que no controlan, transformando el ahorro previsional en una suerte de inversión especulativa obligatoria en el mercado de capitales internacional.
Evidencia del “fracaso” del sistema
Los resultados del modelo de AFP han demostrado que, para una gran parte de los jubilados, las pensiones entregadas no son suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Según datos recientes:
El promedio de las pensiones autofinanciadas es significativamente inferior al salario mínimo y a la línea de pobreza en el caso de las mujeres.
Un porcentaje importante de trabajadores que cotizan regularmente durante su vida laboral obtiene pensiones que representan menos del 25% de su último sueldo.
Esto lleva a una brecha entre las expectativas y la realidad, derivada no solo de factores como la informalidad laboral y la baja densidad de cotizaciones, sino también del diseño mismo del sistema, que transfiere el riesgo financiero completamente al cotizante o mejor dicho a la clase trabajadora, no a los grandes capitales, ellos utilizan estos recursos para hacer grandes negocios, sin asumir grandes riesgos.
Las reformas y sus limitaciones
A pesar de las reformas propuestas y los esfuerzos por introducir un componente de solidaridad intergeneracional (2.5% con la actual reforma) o aumentar las cotizaciones, estos ajustes no abordan el problema estructural del riesgo de mercado. Mientras las pensiones dependan principalmente de los rendimientos de los fondos invertidos, cualquier caída en los mercados financieros afectará directamente el nivel de las jubilaciones.
Un ejemplo reciente es el impacto de la volatilidad en los multifondos (A al E), donde los más expuestos al mercado de renta variable (A, B y C) han mostrado pérdidas significativas en momentos de crisis económica y actuales pandemias. Este fenómeno refuerza la percepción de que el sistema no garantiza estabilidad ni predictibilidad para los pensionados.
Una reflexión sobre la teoría financiera
Desde la perspectiva de la gestión del riesgo, el sistema de AFP no cumple con los principios básicos de protección social, ya que:
No garantiza un nivel mínimo de ingresos en la jubilación, dejando a los individuos expuestos a los vaivenes del mercado nacional e internacional.
La lógica de maximización de rentabilidad, que beneficia principalmente a las administradoras, no se alinea necesariamente con los objetivos de seguridad y estabilidad que requiere un sistema previsional.
En un marco teórico, las pensiones deberían ser tratadas como un activo de bajo riesgo, similar a un bono gubernamental, que permita estabilidad y previsibilidad a largo plazo. Sin embargo, en el sistema chileno, los ahorros previsionales se manejan como si fueran instrumentos de renta variable, donde el retorno esperado es incierto.
Conclusiones
El sistema de AFP chileno, basado en la capitalización individual y la inversión en mercados financieros, ha demostrado ser incapaz de cumplir su objetivo principal: garantizar pensiones dignas y estables para los trabajadores. Este modelo transfiere el riesgo financiero directamente a los cotizantes, quienes ven sus ahorros expuestos a la volatilidad del mercado de valores, sin control sobre los factores externos que determinan su rentabilidad.
A pesar de las recientes reformas, que imponen un aumento obligatorio en las cotizaciones y entregan más recursos al mismo modelo (más de un 50% adicional), el núcleo del sistema permanece intacto. Se sigue apostando por la dependencia del mercado de capitales, ignorando que las crisis económicas, la crisis climática y las tendencias globales de desaceleración, han reducido de manera significativa las tasas de rentabilidad, erosionando los fondos de los trabajadores.
La teoría financiera es clara: un sistema previsional debe priorizar la estabilidad y protección de los ahorros, no su exposición al riesgo. Sin mecanismos efectivos de redistribución y un componente solidario que complemente el ahorro individual, el modelo chileno perpetúa desigualdades y deja a millones de jubilados con ingresos insuficientes para una vejez digna.
Sin cambios estructurales que enfrenten estos problemas de raíz, el sistema de AFP continuará siendo una promesa rota que, lejos de brindar seguridad social, agrava la incertidumbre y precariedad en la etapa de vejez de los trabajadores chilenos.