Directora de Datos Protegidos revela cómo Musk y Zuckerberg controlan qué ves en redes sociales
Los recientes cambios en la moderación de contenidos anunciados por las principales plataformas digitales han encendido las alarmas sobre el futuro de la democracia en internet. Esta preocupación crece en países como Chile, donde no existe regulación para estas empresas. Así lo advierte Patricia Peña, académica de la Universidad de Chile y directora de la Fundación Datos Protegidos.
"Las plataformas que usamos todos los días, que se concentran principalmente en Meta, X y TikTok, se han convertido en nuestro espacio para informarnos cada día", explica Peña, enfatizando que estas empresas operan bajo reglas que no han sido consensuadas con sus usuarios ni supervisadas por autoridades locales.
Meta elimina el fact-checking
La situación se ha agravado con el reciente anuncio de Mark Zuckerberg sobre eliminar el fact-checking en Meta. "Significa que finalmente Meta está diciendo que en el discurso, en la conversación social todo vale", advierte la académica, recordando el escándalo de Cambridge Analytica y su influencia en procesos electorales.
Este cambio en la política de moderación llega en un momento crítico, especialmente considerando la victoria de Donald Trump y el próximo proceso electoral en Estados Unidos. La eliminación de estas herramientas de verificación podría tener consecuencias globales en la difusión de desinformación.
Los cambios radicales en X
El panorama es similar en X, donde los cambios han sido aún más drásticos tras su adquisición por Elon Musk. "En las últimas semanas muchos notaron que el algoritmo de X ha tenido cambios radicales. Hoy puedes encontrar desde pornografía hasta una preponderancia de cuentas que están hablando todo el rato de juego y publicidad", señala la experta.
La plataforma, que anteriormente era considerada un espacio crucial para el debate público, ha experimentado una transformación significativa en su política de moderación, privilegiando la viralización por sobre la calidad del contenido.
El negocio detrás de la desinformación
El problema, subraya la especialista, radica en el modelo de negocio de estas plataformas. "Cada vez que hacemos un me gusta o comentamos, eso es información que se captura. Siempre estamos dejando una huella digital que monetizan estas empresas", explica. Esta monetización privilegia el contenido viral, independiente de su veracidad o impacto social.
La experta señala que este modelo ha demostrado ser particularmente efectivo con contenido polémico o controversial, creando un incentivo perverso para la propagación de desinformación y discursos de odio.
Brasil marca el camino en regulación
Ante este escenario, Peña destaca el contraste con Brasil, que ha tomado medidas concretas. "Brasil es un país que viene desarrollando un marco regulatorio donde las empresas de este tipo tienen representantes legales en el país", señala. La situación es radicalmente distinta en Chile, donde estas compañías operan sin presencia legal ni supervisión directa, dejando a los usuarios en una situación de vulnerabilidad.
El caso brasileño demuestra que es posible establecer marcos regulatorios efectivos que obliguen a estas empresas a responder ante las autoridades locales, sin comprometer su operación comercial.
La necesidad de una respuesta regional
La académica, quien integró la Comisión Asesora contra la Desinformación, insiste en que la solución debe ser regional. "Chile tiene que ser un líder junto con Brasil para ver cómo generamos una posición como región", argumenta, sugiriendo establecer una institucionalidad reguladora convergente, similar a la europea.
La experiencia europea demuestra que la regulación coordinada entre países puede ser efectiva para establecer estándares de operación para estas plataformas.
Mientras se avanza en la regulación, Peña enfatiza la urgencia de que los usuarios desarrollen pensamiento crítico. "Necesitamos educarnos todas y todos respecto a cómo funcionan estas tecnologías, particularmente ahora que hay una mezcla entre algoritmos automatizados y mucho uso de inteligencia artificial", señala.
Las consecuencias para la democracia
El riesgo de no actuar es claro: la fragmentación del debate público en "burbujas de contenido". "Las personas cada vez se están evadiendo de lo que se considera noticia y se van a burbujas de información, que realmente van como encerrándonos en temas, sin ver la diversidad de voces", advierte Peña.
Esta situación, concluye la experta, no solo amenaza la calidad del debate público, sino los fundamentos mismos de la democracia digital, especialmente en un contexto donde las decisiones sobre qué información circula están cada vez más concentradas en manos de unas pocas empresas tecnológicas.