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Licencias Pesqueras Transables: La forma de la industria para enriquecerse sin tirar ni una red al agua

Licencias Pesqueras Transables: La forma de la industria para enriquecerse sin tirar ni una red al agua

Por: Matias Rojas | 21.01.2025
En la antesala de la votación del proyecto de fraccionamiento en el Senado, Carlos Zepeda, expescador industrial reconvertido a artesanal, revela cómo el sistema de licencias permite a la industria obtener millonarias ganancias sin realizar faenas pesqueras.

La Comisión de Pesca del Senado votará este martes un proyecto que busca modificar sustancialmente la distribución de cuotas pesqueras en Chile. Entre las regiones de Arica y Parinacota y Coquimbo, el Ejecutivo propone asignar un 80% para el sector artesanal y un 20% para el industrial en el fraccionamiento de la anchoveta y sardina española, una modificación sustancial considerando que la normativa actual establece entre Arica y Antofagasta un 84% para la industria y apenas un 16% para el sector artesanal.

En este contexto, las licencias pesqueras transables son permisos que otorgan a las empresas el derecho a capturar una proporción de la cuota global de pesca. Este sistema, que permite a las industrias mantener estos derechos hasta 2032 y además transferirlos a terceros, ha derivado en un mercado de cuotas que, según denuncian los pescadores artesanales, se ha convertido en un mecanismo de control y enriquecimiento para la industria, especialmente en el norte del país.

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El monopolio en el norte

"Es un punto que muy pocas veces se toca, ya que es de mucho desconocimiento y poco acceso, pero acá en la región XV, I y II pasa una situación bien particular. Es la única región del país donde la concentración de la cuota global la tiene la industria", explica Carlos Zepeda, expescador industrial con 30 años de experiencia.

"Esto conlleva a que claramente existe la necesidad de que el sector artesanal tiene muy poca cuota para trabajar durante el año y tiene que esperar a que la industria le ceda la cuota para que ellos puedan seguir trabajando", detalla Zepeda.

Control absoluto del mar

La empresa no solo mantiene el control de las cuotas existentes. De 72 lotes disponibles para licitar, Corpesca se adjudicó 21, sumando 18.000 toneladas adicionales. "La concentración es sumamente negativa y maliciosa. Corpesca licita licencias transables tipo B teniendo el control absoluto de más casi el 90% de la cuota global. El espíritu de la ley, cuando se pensó en abrir las licitaciones tipo B, fue para que nuevos actores ingresaran al rubro y pudieran competir. Pero resulta que es imposible competir", denuncia Zepeda.

El control diario de la operación es asfixiante: "Se pesca cuando ellos quieren pescar. Cuando hay situaciones de conflicto, por ejemplo, cuando se presenta la anchoa recluta y los sindicatos tratan de autorregularse haciendo paralizaciones voluntarias para cuidar el recurso, hay veces que necesitamos desplazarnos a otra región, pero no podemos hacerlo sin la venia de Corpesca".

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La paradoja de las cinco millas

Hernán Cortés, vocero de la Alianza por la Pesca Artesanal, revela que "la industria se embolsa US$7,6 millones gracias a la sardina sin tirar una red al agua". "Todo el recurso en este momento se encuentra dentro de las cinco millas", confirma Zepeda, evidenciando la contradicción de un sistema que mantiene cuotas industriales en zonas exclusivas para artesanales.

El juego de las cuotas Las licencias transables de pesca -permisos que otorgan a las empresas el derecho a capturar una proporción de la cuota global- se han convertido en un mecanismo de concentración. Las de tipo B, que según la ley deberían permitir el ingreso de nuevos actores mediante licitaciones públicas, son sistemáticamente adquiridas por Corpesca, reforzando su posición dominante.

El sistema además premia a quienes no pescan. "De acuerdo a la ley 20.657, existe un beneficio para la industria que se presenta coincidentemente solo acá en el norte", explica Zepeda. La normativa establece que si una empresa no alcanza el 50% de su cuota asignada, puede solicitar un crédito tributario para el año siguiente.

"En 2022 la cuota era de 620.000 toneladas. Se capturaron 450.000, superando el 50%. Pero milagrosamente, en octubre se pidió aumento de cuota a un millón de toneladas", revela el dirigente. Con este incremento, la captura quedó por debajo del 50%, activando el beneficio tributario. "Es un manejo malicioso. La industria dice que paga muchos impuestos, pero la ley les da otro beneficio. ¿A qué emprendedor le dan la posibilidad de comprar su mercadería devolviéndole el 50% para que el próximo año trabaje?", cuestiona.

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Capacidad artesanal comprobada

Frente al argumento industrial sobre la falta de capacidad artesanal, Zepeda presenta números concretos: "En Arica e Iquique contamos con 75 embarcaciones. Si hacemos un ejercicio de 150 zarpes al año, con 50 toneladas por zarpe, podemos capturar 562.000 toneladas. En Mejillones, con 40 embarcaciones y 70 zarpes anuales, se pueden sumar 140.000 toneladas más".

"El asunto no es si la flota artesanal tiene la capacidad de pescar. La pregunta se invierte: ¿tiene la industria la capacidad de procesar? Cuando se presentan los peaks de pesca tenemos tiempos de espera de hasta 30 horas", revela.

La reconversión exitosa

Como patrón de pesca, Zepeda ejemplifica la exitosa reconversión del sector: "Así como yo, varios colegas, tanto motoristas, patrones, tripulantes, han tenido la posibilidad de reconvertirse. Lo único que sabemos hacer es trabajar en la mar. Todas nuestras capacidades y competencias siempre se fueron desarrollando y canalizando hacia el sector marítimo".

"Acá hay que decir las cosas como son: hay abusos, y hay abusos porque hay concentración", concluye Zepeda, mientras la industria insiste en la necesidad de "análisis previos", lo que el sector artesanal considera una nueva estrategia dilatoria para mantener los privilegios heredados de la Ley Longueira.