El arroz más austral del mundo se produce en la Región de Ñuble: Consume la mitad de agua y soporta climas extremos
Investigadores del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) han logrado producir arroz con la mitad del agua utilizada, reduciendo un promedio de 23 mil a 12 mil metros cúbicos por hectáreas por temporada.
Actualmente, realizan modificaciones genéticas a la planta de arroz Oryza sativamás, para hacerla más resiliente frente al cambio climático y menos contaminante.
Así, esperan aminorar las emisiones de metano a la atmósfera, ya que los arrozales son responsables de un 10% de estas emanaciones a nivel global.
Fernando Barrera, especialista en extensión rural del IICA, explica que en la estación experimental de INIA Quilamapu, se miden las emisiones del sistema tradicional de cultivo frente a otros sistemas de producción sin inundación, y así se puede saber cuánto se pueden reducir de estos gases.
Menos plantaciones
Las plantaciones de este cereal han disminuido a causa del desplazamiento por cultivos que producen mayor rentabilidad, como los frutales.
Chile solo cuenta con unas 20 hectáreas concentradas entre las regiones de Maule y Ñuble. Generalmente, para suplir la demanda nacional, se importa desde Uruguay, Argentina y Paraguay.
En los cultivos chilenos predomina una línea genética llamada "japónica", generalmente usada para preparar sushi o alimentos para bebés.
Adaptación climática
La mega sequía impulsó el desarrollo de soluciones a la producción arrocera desde 2017. Los investigadores lograron que soportara condiciones climáticas secas y al frío.
“Con el cambio climático está la posibilidad de no tener nada de agua como de que haya en exceso”, comenta al medio El País la ingeniera agrónoma Karla Cordero, quien lidera el programa de mejoramiento genético del arroz del INIA.
La variedad llamada secano, presente en gran parte del mundo, solo se alimenta de lluvias y resiste a la sequía. Este tipo de arroz posee un bajo rendimiento, sobre todo en Asia, pues genera menos de tres toneladas.
“Se necesita más que eso para alimentar al mundo y no seguir dañando al medioambiente”, asegura Cordero, quien además cree que en el continente asiático, donde se produce la mayor cantidad, deben intentarse otros métodos.
Arroz versus el cambio climático
Para obtener un cultivo versátil, INIA adaptó el Sistema de Intensificación del Arroz, conocido como SRI.
Luego de evaluar cientos de genotipos por casi una década, cuatro han sido seleccionados por su capacidad para adaptarse a sequías e inundaciones. La intención es que esta fórmula sea utilizada a gran escala en el futuro.
El resultado ha sido un arroz aeróbico; es decir, cultivado en suelos no inundados ni saturados y bien drenados. Para los investigadores, representa una alternativa de mitigación y continúan trabajando en producir más evidencias científicas, con la voluntad de que sea una propuesta de adaptación al cambio climático para otras naciones.