64% de los chilenos considera que su alimentación es muy mala: "Faltan políticas públicas"
Hace unos días, Activa oficializó el resultado de un revelador estudio acerca de la alimentación de los chilenos, contexto en el que se detalla lo preocupantemente mal aspectado que se ve este ítem entre quienes habitan nuestro país.
“La alimentación en Chile es un tema de discusión y análisis constante, debido a los altos niveles de obesidad registrados en el país”, asegura el comunicado del trabajo efectuado “con una muestra de 1.085 entrevistas que cubren todos los grupos socioeconómicos”.
Respecto de los hallazgos, este concluye que “64% de los chilenos considera que la calidad de su alimentación actual es regular o mala, mientras que 36,1% la evalúa de manera positiva”.
Se trata de índices llamativos dado que, según el análisis, si se hace un ejercicio comparativo apelando al año 2017, se constata que, entonces, “53% tenía una percepción negativa de su dieta”, lo que “ha aumentado considerablemente”.
Paralelamente, el levantamiento de información revela que, “en cuanto a la alimentación recibida durante la infancia, 52,8% de los encuestados cree que era buena o excelente, contrastando con la percepción actual de su alimentación, que solo alcanza el 36,1% con esa valoración positiva”.
Desayuno y almuerzo no siempre se respetan
Y en cuanto al “cumplimiento de las comidas diarias recomendadas, muestra una caída respecto a años anteriores”, en 2024 “63% de los chilenos consume desayuno regularmente, mientras que en 2017 este porcentaje era del 76%”.
Al momento de indagar en el almuerzo, “78% lo respeta en 2024, frente al 89% en 2017”, mientras que la cena “es adoptada solo por 21% de la población actualmente, en comparación con el 27%, de hace siete años”.
La frecuencia de consumo de alimentos, es otro tema en el que se indagó, lo que se tradujo en la revelación de tendencias importantes: “83% de los encuestados consume verduras semanalmente, 73,5% incluye frutas en su dieta con la misma regularidad, y 58,3% consume carne”.
Adicionalmente, el estudio asegura que, en “cuanto a las bebidas, el té es la más consumida semanalmente, con 80,9% de los encuestados, seguido por el agua natural con 71,8% y el café con 70,6%”.
Abordaje desde la medicina
Además, recalca el trabajo recopilatorio, “38,5% de los chilenos ha visitado a un médico o especialista por inquietudes sobre su peso en el último año”.
Cifra a la que se adiciona un 39% que dice haber “iniciado alguna dieta o ha tomado medidas para controlar su peso”.
Sobre las condiciones de salud, en tanto, “18,5% de la población sufre de hipertensión, 15,8% es intolerante a la lactosa, 14,7% tiene colesterol alto, y 12% padece diabetes”.
A estos porcentajes, se suma el reporte del “50% de los encuestados”, que asegura no “tener ninguna condición de salud que requiera una dieta especial”.
Mayor conciencia actual
Consultados al respecto, Luis Kohle, subgerente de marketing intelligence de Activa Chile, comenta que el sinceramiento del 64% de los chilenos que admiten que su alimentación es "muy mala", se puede entender a través de varios factores:
- Acceso a la información: La implementación de políticas como la Ley de Etiquetado de Alimentos ha permitido a los chilenos estar más conscientes de lo que están consumiendo. Con los sellos de advertencia visibles en los productos procesados, es más fácil identificar los alimentos que no cumplen con estándares saludables, lo que proporciona evidencia tangible de que su dieta puede no ser la más adecuada.
- Exposición y discusión de problemas: En los últimos años, ha habido una creciente discusión pública sobre los problemas de alimentación en Chile, como la obesidad y las enfermedades asociadas. El hecho de que estos temas se discutan abiertamente en medios de comunicación, y a nivel gubernamental, ayuda a que las personas acepten y reflexionen sobre sus propios hábitos alimenticios.
- Eliminación de estigmas: Hablar abiertamente sobre los malos hábitos alimentarios y sus consecuencias ha ayudado a sacar estigmas. Esto facilita que más personas admitan que su alimentación no es óptima sin sentir vergüenza, lo que puede ser un paso clave para mejorar esos hábitos.
- Conciencia constante: Desde la exposición al etiquetado de alimentos en el supermercado, hasta las campañas de concientización en los medios, los chilenos están expuestos a un flujo constante de información que los ayuda a tomar conciencia de sus decisiones alimentarias. Este ciclo de información comienza cuando compran alimentos y sigue con la toma de decisiones en su día a día, lo que refuerza esa autoevaluación crítica de sus propios hábitos alimenticios.
Estilo de vida, fundamental
Siguiendo con su análisis, Khole plantea que “aún faltan políticas públicas para mejorar la alimentación de los chilenos”, recalcando que algunos de los principales desafíos incluyen:
Acceso y mejora en la salud preventiva: El acceso a la atención médica preventiva es un tema crucial. La promoción de hábitos saludables desde la atención primaria puede ayudar a mejorar la alimentación y prevenir enfermedades asociadas. Los procesos y accesos a la salud preventiva deben ser mejorados, especialmente en los sectores más vulnerables.
Condiciones de transporte y estilo de vida: La falta de tiempo debido a largas jornadas laborales y tiempos de traslado extensos influye en los hábitos alimentarios. Según un estudio del Centro de Innovación en Datos de la Universidad Diego Portales, 27% de los usuarios de transporte público en La Pintana, inician su viaje entre las 4:00 y 7:30, lo que limita el tiempo disponible para alimentarse y con mayor razón, (con) comida saludable. En comunas como Puente Alto y Pudahuel, estos porcentajes son del 24% y 18%, respectivamente.
Mientras tanto, en sectores de mayores ingresos como Providencia y Las Condes, solo entre el 4% y el 5% de los usuarios utiliza el transporte en estas horas, lo que evidencia una diferencia significativa en los estilos de vida.
Para aliviar esta carga y evitar el colapso del sistema de transporte público, (se requiere) la implementación de políticas de horarios laborales diferidos, permitiendo que los trabajadores puedan distribuir sus traslados de manera más equitativa, y así evitar las horas punta.
Esto no solo mejoraría la experiencia de transporte, sino que también ofrecería más flexibilidad para hábitos alimenticios saludables.
Educación y prevención: Es necesario implementar más programas educativos que fomenten una buena alimentación desde una edad temprana. La alimentación refleja los estilos de vida, por lo que los programas de prevención deben ser estructurados para que la población entienda la importancia de mantener hábitos alimentarios saludables y evitar enfermedades relacionadas con la nutrición.
Horarios de trabajo más flexibles: En ciudades como Santiago, la estructura de los horarios laborales y los largos traslados limitan la posibilidad de tener espacios adecuados para una alimentación saludable. Las políticas podrían enfocarse en facilitar condiciones que promuevan mejores hábitos, como ofrecer tiempo para comer de manera adecuada en los lugares de trabajo.
Condiciones socioeconómicas: Las familias con menos recursos económicos tienen menos acceso a opciones saludables y a espacios donde practicar deporte. Es importante que las políticas públicas tomen en cuenta estos factores socioeconómicos y ofrezcan soluciones para facilitar el acceso a una alimentación adecuada y oportunidades para la actividad física.
La alimentación no es un fenómeno aislado; está directamente relacionada con diversos aspectos de la vida diaria como el trabajo, el transporte y las condiciones socioeconómicas. Por lo tanto, las políticas públicas deben abordar estos múltiples factores para lograr un impacto significativo en la salud alimentaria de los chilenos.
Se debe mejorar acceso a la salud preventiva
Respecto del llamado a la autoridad central en relación al hallazgo alusivo a que “64% de los chilenos considera que su alimentación es muy mala, “debe enfocarse en mejorar el acceso a la salud preventiva y ajustar los horarios laborales y de transporte.
Es necesario que se implementen políticas que refuercen la atención preventiva, garantizando que la población tenga acceso a programas de educación alimentaria y recursos que promuevan hábitos saludables.
A la vez, plantea Khole, “se deben flexibilizar los horarios laborales, permitiendo que las personas distribuyan mejor su tiempo, lo que no solo descongestionaría el transporte público, sino que también brindaría más oportunidades para adoptar hábitos alimenticios adecuados y mejorar su calidad de vida”.
“Estas medidas”, tomadas en conjunto, concluye, “permitirían abordar las múltiples causas que influyen en los malos hábitos alimentarios, mejorando la salud de la población chilena de manera más efectiva y equitativa”.