Ni a la Diestra de Nadie: El lenguaje cifrado de novela criminal en último libro de Sonia González Valdenegro
Sonia González Valdenegro señaló alguna vez que el Noir es un tipo específico de policial que da cuenta de una época y de un lugar. Además, indicó que el crimen es parte de nuestra cultura "Vivimos a pesar y con el crimen". De modo que, según la autora, se ha vuelto objeto de estudio y, también, de creación.
Los relatos policiales negros, entonces, se convierten en un espejo de la sociedad, donde el crimen y la investigación reflejan esa realidad imperfecta, que acoge —o provoca— la transgresión. Es así como el relato negro articula una memoria diferente, crítica y despiadada, que no acepta eufemismos, busca entretener, criticar y presentar una mirada situada de la realidad.
En c de Sonia González Valdenegro se refleja una realidad agresiva. Se retratan personajes que sobreviven miopemente en un mar de dificultades, con sus voluntades embotadas, deseos mutilados y propósitos equivocados.
Son relatos criminales y negros, pero en la mayoría de ellos no hay pesquisa; y no está de más decir que no siempre es necesaria una investigación en este género; ni tampoco, se requiere de un detective para llegar a esa verdad. Se observa la realidad, con lente de aumento, a través de la perspectiva de la víctima; por medio de la narración de un testigo; o del relato del victimario.
Se profundiza en los recovecos y en los rincones ocultos, incluso, a través de las miradas limitadas que han perdido toda autonomía. Los silencios y las distorsiones, entonces, son verdades por revelar, convirtiéndose, de este modo, en un lenguaje cifrado, o en el código de la novela negra criminal.
En otras palabras, el misterio se articula a través de las elipsis, de lo silenciado, de los vacíos de los mismos personajes. Lo no dicho es esa verdad latente que se presenta en una especie de olla a presión y que estalla o promete una fisura profunda en la vida de los personajes.
Así surgen las preguntas que guían la lectura. Sin detective, sin investigación hay pistas que permiten darle forma a las omisiones. ¿De dónde proviene la miopía, el asombro, la distancia o perplejidad que experimentan los personajes frente a sus propias experiencias? Se podría decir, como una idea inicial, que los personajes viven las consecuencias de causas que desconocen. Son el resultado de algo que no se expresa. Aquí se hace necesario recordar a Ricardo Piglia quien, en su ensayo "Tesis sobre el cuento", señala que el cuento tiene dos historias: una es visible y la otra es secreta.
La claustrofobia —familiar, emocional— dificulta todo tipo de entendimiento y vuelve a los personajes presos de las circunstancias, incapaces de actuar según su voluntad, como si los guiara una fatalidad hacia el precipicio.
Son narraciones de ausencias; de aquellas víctimas que deambulan mutiladas, desconectadas de su vida y su pasado. En "El ejercicio de la gratitud" la protagonista en su narración expresa un estupor distante hacia el dolor experimentado por un desengaño amoroso, que la hace sentirse extranjera de su propia vida.
De los interiores, pasamos a la ciudad-trampa. En "El Hallazgo" y "Matar carece de sentido", los personajes se enfrentan a una violencia deliberada y el crimen azaroso se muestra como la causa de las tragedias; se presenta un mundo desordenado y arrojado al caos.
En "Nada como el rencor" y "Decrepitud" la revancha se convierte en el motor de las acciones. En estos relatos, no se ve la pasividad o la deriva de los personajes. Se aprecia la determinación motivada por un asunto del pasado que quedó flotando en la memoria.
Hay, entonces, un enfrentamiento de fuerzas desiguales, una realidad casi absurda en la que solo se permite ser víctima o victimario. En otras palabras, si se actúa, se actúa como victimario. Y el que ni siquiera tiene la opción de actuar, opta por la espera y su tragedia.
Por eso, en la obra de González Valdenegro, detrás del cadáver literario, se encuentra un crimen olvidado, se hallan realidades íntimas enterradas. Detrás de la violencia de los cuentos, se encuentra el recuerdo, ese remezón que enrostra la pasividad generalizada que se asombra rápidamente y olvida para asombrarse de nuevo. En palabras de la autora "hay una historia detrás de un cuerpo, hay un olvido, hay impunidad".