Fútbol, canto y un hogar para su madre: Los sueños truncados de los 4 niños calcinados por militares que conmocionan Ecuador
El 8 de diciembre de 2024, Ismael Arroyo, de 15 años, su hermano Josué, de 14, Nehemías Arboleda, de 15, y Steven Medina, de 11, salieron a jugar fútbol en el barrio Las Malvinas, una zona popular de Guayaquil.
Sin embargo, nunca regresaron a casa. Lo que comenzó como una tarde normal terminó en uno de los crímenes más atroces que ha enfrentado Ecuador en los últimos años.
Según los relatos de sus familiares, los menores fueron interceptados por una patrulla militar mientras jugaban.
Se les acusó de estar involucrados en un robo, aunque sus padres aseguran que eran estudiantes ejemplares y chicos de bien.
Días después, sus cuerpos fueron encontrados incinerados y con signos evidentes de tortura cerca de una base militar en Taura.
"Ellos no merecían este destino, ningún niño de los que se hayan perdido aquí en Ecuador merece este destino", dijo Luis Arroyo, padre de Ismael y Josué, entre lágrimas tras el entierro de sus hijos.
Sueños truncados: fútbol, música y esperanza
Ismael soñaba con ser futbolista profesional y jugar en el extranjero, inspirado por su ídolo Neymar.
Había ganado medallas en campeonatos locales y sus padres hicieron grandes esfuerzos para comprarle zapatillas deportivas que le permitieran entrenar con más comodidad.
"Papá, mamá, yo voy a llegar a jugar fútbol profesional, voy a viajar por el mundo, te voy a comprar una casa mamá... yo los voy a sacar de aquí", recordó Luis Arroyo, citando las palabras de su hijo mayor.
Josué, por su parte, era un estudiante destacado y también amaba el fútbol, aunque su verdadera pasión eran sus estudios.
Nehemías era conocido por su talento para el canto y su carisma en las actividades escolares.
Steven, el más pequeño del grupo, era un niño alegre, lleno de energía y con un amor inquebrantable por los superhéroes y el fútbol.
Sus familias los recuerdan como niños amorosos, con sueños grandes y una alegría contagiosa que iluminaba sus hogares.
El silencio que duele
El padre de Ismael y Josué relató que logró hablar con su hijo mayor antes de su desaparición final.
"Papi, ven, sálvame, que estamos por aquí en Taura, botados, los militares nos cogieron por supuestamente haber estado robando, pero nosotros no estábamos haciendo nada, papá, ven acá a rescatarnos por favor. Estoy asustado", le dijo Ismael en una llamada que sería la última comunicación entre ellos.
A pesar de los esfuerzos por ubicar a los menores, las autoridades no actuaron con la celeridad necesaria. Las familias denuncian que hubo negligencia, descoordinación y, sobre todo, un intento de encubrir lo ocurrido.
Justicia y dolor
Tras semanas de incertidumbre y movilización social, la Fiscalía confirmó que los cuerpos incinerados encontrados cerca de la base militar correspondían a los cuatro menores. La noticia sacudió al país entero.
El gobierno ecuatoriano, inicialmente, responsabilizó a grupos delincuenciales por la desaparición de los jóvenes. Sin embargo, días después, el ministro de Defensa admitió que fueron detenidos por una patrulla militar.
Actualmente, 16 militares están detenidos y enfrentan cargos por desaparición forzada. La Fiscalía ha solicitado prisión preventiva para todos ellos mientras avanza la investigación.
El padre de Steven Medina, Rony Medina, expresó su indignación: "No entiendo por qué hicieron algo así, algo tan cruel contra los niños".
Ecuador de luto
La indignación en las calles no se hizo esperar. Miles de personas salieron a protestar con carteles que decían: "Son futbolistas, no terroristas".
Las movilizaciones reflejaron el dolor de una sociedad que exige justicia y respuestas claras sobre lo ocurrido.
La Asamblea Nacional declaró tres días de luto oficial por el asesinato de los menores, mientras las familias continúan exigiendo que se apliquen las máximas penas a los responsables.
"Justicia para nuestros niños", gritaban las madres y familiares en el cementerio Ángel María Canales, donde fueron enterrados los menores.
Un país en busca de respuestas
El caso de los 4 de Guayaquil ha dejado en evidencia las grietas en el sistema de seguridad y justicia en Ecuador.
Las familias siguen esperando respuestas, mientras el país entero observa con atención el desarrollo de las investigaciones.
"Nos quitaron a nuestros hijos, pero no nos quitarán nuestra voz", dijo Luis Arroyo al finalizar el entierro de sus hijos.
El caso no solo es una herida abierta para las familias de Ismael, Josué, Nehemías y Steven, sino también para un país entero que exige que estos crímenes no queden impunes.