Carga horaria en la Educación Superior: Un enfoque interseccional para la equidad
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Carga horaria en la Educación Superior: Un enfoque interseccional para la equidad

Por: Mariela Urbina Cerda | 07.11.2024
Pensar a las/os estudiantes como personas que tienen una vida fuera del aula, implica verlos desde su complejidad vivencial, es decir, desde la interacción dinámica de los diversos factores que influyen en sus propias experiencias de vida.

En el contexto de la Educación Superior actual en Chile uno de los aspectos que más impacto tiene en el bienestar y el rendimiento académico de las/os estudiantes es la carga horaria, la que determina en gran medida al cálculo del SCT-Chile (Sistema de Créditos Transferibles).

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La exigencia de cumplir con las horas de estudio necesarias según el SCT se convierte en una barrera para aquellas/os que no disponen del tiempo suficiente para cumplir con las demandas académicas impactando fuertemente en su rendimiento académico, debido a que un porcentaje importante de las/os estudiantes deben trabajar a tiempo parcial o cuidar de familiares, pues provienen de contextos más desfavorecidos y que -a menudo- enfrentan presiones adicionales para apoyar en el cuidado o generar ingresos mientras estudian. Para ellas/os la carga horaria puede resultar agobiante.

Por este motivo, es crucial adoptar un enfoque interseccional en la revisión de la carga horaria, con el fin de garantizar una educación más justa, equitativa y accesible para todas/os.

El enfoque interseccional permite analizar cómo diversas formas de opresión y desigualdad (género, raza, clase social, discapacidad, entre otras) se cruzan y generan experiencias únicas de discriminación o privilegio. Lo que implica que no todas/os las/os estudiantes enfrentan las mismas dificultades, ni se ven afectados por las demandas académicas de la misma manera.

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Es por ello que evaluar la carga horaria desde un enfoque interseccional es esencial para garantizar la igualdad de oportunidades en su formación académica. Este análisis no sólo debería centrarse en el número de horas dedicadas al estudio, sino también en la capacidad de cada estudiante para equilibrar sus estudios con su vida diaria, considerando tiempo de calidad para su bienestar general en los distintos aspectos de su vida.

Pensar a las/os estudiantes como personas que tienen una vida fuera del aula, implica verlos desde su complejidad vivencial, es decir, desde la interacción dinámica de los diversos factores que influyen en sus propias experiencias de vida. Es difícil separar al estudiantado de estar inmerso en un fenómeno complejo, teniendo la capacidad de experimentar el acto mismo de vivenciar la realidad humana.

Por lo que abordar la carga horaria desde esta perspectiva significa ver a las/os estudiantes como personas integrales, cuyos desafíos y fortalezas son producto de un cruce de factores personales, familiares, económicos y sociales.

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Y en esa línea, se hace necesario ayudar a crear políticas académicas más comprensivas y adecuadas a la realidad de cada estudiante, incorporando acciones de países como Finlandia, Estados Unidos y Reino Unido que han implementado políticas de ajuste de carga académica y apoyos específicos a las distintas necesidades de sus estudiantes, evitando que quienes provienen de contextos desfavorecidos deban reducir su carga por falta de tiempo o recursos.

Sólo así podremos avanzar hacia una Educación Superior más inclusiva, equitativa y justa para todas y todos.