China, el gigante dormido que podría ser la llave para desescalar guerra en Medio Oriente
La madrugada del martes -horario local-, Irán lanzó un ataque sin precedentes contra Israel, disparando más de 200 misiles balísticos que sobrevolaron desde Teherán hasta territorio israelí en apenas 12 minutos. Esta acción, que Irán calificó como represalia por el asesinato del líder de la milicia chií Hizbulá, Hasán Nasrala, ha elevado las tensiones en Oriente Medio a niveles críticos, despertando temores de una guerra regional y poniendo a prueba la capacidad de mediación de la comunidad internacional.
En este escenario, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China manifestó este miércoles su "profunda preocupación" por la "volátil situación" en Oriente Medio, expresando su "oposición a la expansión del conflicto".
"China se ha convertido en un actor ascendente que ha logrado incluso colocar a hablar a países que estuvieron muy distantes como Irán y Arabia Saudí. Por lo tanto, creo que si el tema es una salida diplomática, China puede ser crucial", argumenta el analista internacional de la Universidad de Chile, Gilberto Aranda.
China socio comercial de Irán
La posición de China como el mayor socio comercial de Irán y su creciente influencia en la región han puesto al país asiático en el punto de mira por su posible capacidad para prevenir un agravamiento del conflicto. El pasado año, China ejerció de intermediaria para que Irán y Arabia Saudí alcanzaran un acuerdo para restablecer sus relaciones diplomáticas, demostrando su capacidad de mediación en la región.
Sin embargo, el papel de China en la región no está exento de complejidades. "Aunque China ha ganado influencia, no debemos olvidar que Estados Unidos sigue siendo un actor clave en la región, con aliados históricos como Israel y Arabia Saudí. La capacidad de China para influir en Israel, por ejemplo, es limitada en comparación con la de Washington", analiza Aranda.
La relación entre China e Irán se ha fortalecido en los últimos años. En 2021, ambos países firmaron un acuerdo de cooperación de 25 años en ámbitos como el económico, el militar y el energético. Además, Irán se convirtió el pasado año en miembro de la Organización para la Cooperación de Shanghái (OCS) y se encuentra entre los seis nuevos países que se unieron este año a los BRICS, extensión promovida por Pekín.
Arma de doble filo para China
No obstante, esta cercanía podría ser un arma de doble filo para China. "La creciente cercanía entre China e Irán podría dar a Pekín cierta influencia sobre Teherán. Sin embargo, esto también podría limitar su capacidad para ser percibido como un mediador neutral en el conflicto con Israel", advierte el analista.
La posición de China en el conflicto se ha caracterizado por un llamado constante a la paz y la estabilidad. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, declaró la semana pasada en la Asamblea General de la ONU que "la fuerza no puede reemplazar la justicia", instando a que no se ignore más la "injusticia histórica" sufrida por el pueblo palestino.
Esta postura podría dar a China una ventaja diplomática. "El discurso de China sobre la justicia histórica y la solución de dos Estados resuena con muchos países del Sur Global. Esto podría permitir a Pekín presentarse como un mediador más imparcial que Estados Unidos, que es percibido como fuertemente alineado con Israel", sostiene Aranda.
Falta de experiencia histórica como mediador
A pesar de su creciente influencia, China enfrenta desafíos significativos en su potencial papel de mediador. "China carece de la experiencia histórica de Estados Unidos en la mediación de conflictos en Oriente Medio. Además, su creciente cercanía con Irán podría ser vista con recelo por Israel y sus aliados", puntualiza el experto.
La situación actual plantea un dilema para China. Por un lado, su creciente influencia en la región y su relación con Irán le dan cierto margen de maniobra diplomática. Por otro lado, una intervención más directa en el conflicto podría poner en riesgo sus intereses económicos y su imagen de neutralidad.
"Su influencia económica y su creciente peso diplomático le permitirán jugar un papel en los esfuerzos de mediación, pero es poco probable que asuma un liderazgo directo en la resolución del conflicto", concluye Aranda.