En momentos en que se empiezan a presentar acusaciones constitucionales contra ministros de la Corte Suprema, contexto en el que el nombre de Ángela Vivanco queda seriamente en entredicho producto de sus vínculos con Luis Hermosilla, conversamos con Felipe Vergara Maldonado, académico de la Universidad Andrés Bello (UNAB), quien nos entrega su visión al respecto.

Qué consecuencias tiene el hecho de que existan ministros tan cuestionados, es lo primero que le consultamos a nuestro entrevistado. “No solo daña a la Corte Suprema, sino que daña a todo el Poder Judicial, porque esto evidentemente permea a las otras cortes y juzgados, etcétera”, recalca.

“Es complicado, es delicado, es un poder de Estado que es relevante, importante, que debe ser transparente y ciego”, complementa.

Y hoy, agrega en relación a los ministros, “con estas acciones que se están develando, caen en tela juicio y (se generan) complicaciones mayores de cara a la transparencia que ellos deberían tener”, y a “la capacidad de actuar eficientemente a través de sus fallos y de la manera en que estos se realizan”.

En cuanto al accionar del máximo tribunal, tras constatarse el complejo momento que atraviesa, Vergara releva la manera en que ha procedido en estas convulsas últimas semanas. “Me parece que la Corte Suprema ha dado señales claras al dejar en suspenso y levantar un cuaderno de remoción para Ángela Vivanco”, dice.

¿Cómo no se detectó el modus operandi de Vivanco?

Según el académico, “ese es el camino lógico, lo importante ahora es hacer investigaciones, y que esto se transparente, no solo en el caso de Vivanco sino también en otros casos que hoy día están en cuestión”.

Ahora bien, pese a que nuestro entrevistado valora la acción del máximo tribunal, deja claro que estas situaciones como la de Vivanco, no pueden terminar en la designación de un integrante de este.

“El cuaderno de remoción es un camino”, pero “la pregunta es cómo llega una persona a ser ministra de la Corte Suprema sin haber observado esta situación, es algo que el Poder Judicial debe revisar y debe rectificar y corregir para las ternas y las quinas que tengan”, asegura.

¿Debiera dar un paso al costado y marginarse del máximo tribunal? Para Vergara Maldonado ese es el camino. “Creo que Ángela Vivanco debiera renunciar, por los antecedentes suficientes (que tiene). Y seguir defendiéndose, si quiere, pero desde la renuncia, porque pareciera que eso ayudaría bastante a transparentar un poco el rol de la Corte Suprema en particular”, asevera.

Consultado luego respecto de cómo se puede defender la institucionalidad cuando la Corte Suprema está tan cuestionada, el académico comenta que esta, “como la de cualquier órgano del Estado, va a tener que resguardarse a través de sus propios hechos y las acciones que ellos tengan para enmendar este tipo de situaciones, y para evitar que estas vuelvan a suceder”.

“La institucionalidad va más allá de quiénes las componen"

“La institucionalidad va más allá de quiénes las componen, y lo que hay que trabajar es que quienes la compongan sean garantes, en este caso, de una justicia ecuánime, transparente y justa para todos”, releva a renglón seguido.

Eso, agrega, “por sí solo apoya y ayudará a que la institucionalidad se sostenga más fuerte, pero las personas pasan y la instituciones se mantienen”.

“Y uno espera que prontamente la Corte Suprema vuelva a tener un prestigio mayor y mejor que el de hoy”.

Desde sus atribuciones, cómo podría contribuir el Ejecutivo a mejorar la performance de las instituciones en un momento tan complejo como el que estamos viviendo, es otra inquietud que le planteamos a Vergara, quien comenta que “acá hay mucho que aportar y mucho que avanzar en esta en esta línea”.

“Acá el Poder Judicial hace su quina, en el caso de la Corte Suprema, de la Corte Suprema pasa al Poder Ejecutivo, que elige a uno de esa quina y es después seleccionado por el Poder Legislativo, por el Senado” contextualiza antes de entregar su opinión.

Y esto, asegura, “daña, porque el fondo más que autonomía, lo que (se generan son) cuoteos políticos entre uno y otro sector, para que en teoría la Corte Suprema esté nivelada políticamente”.

“Pese a que su rol no es político, es judicial, quizás (se le debería) dar más autonomía del Poder Judicial para definir con mayor transparencia cuáles son los roles, y apoyarse posiblemente en otros órganos, para que quienes asuman o asciendan en la carrera judicial, tengan mayores competencias y estén acordes con lo que se busca”, concluye.