Crónicas de Berlín II: Pistas para entender el avance de la ultra-derecha en Alemania
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En Sajonia el partido de ultra derecha Alternativa para Alemania (AfD) sacó el tercer lugar, mientras que en Turingia fue la fuerza mayoritaria. Mientras tanto, el espectro político liberal ha declarado no armar coalición con este partido.
Más allá de las lamentaciones por este resultado electoral, ya se observa una clara deriva autoritaria, un signo más de su decadencia tanto en el plano político como económico. A continuación me referiré a algunas de las razones por las cuales el gobierno actual de socialistas, verdes y liberales (llamado “semáforo” por lo respectivos colores) han sido castigados por el pueblo alemán.
La guerra de Ucrania. Europa continúa inyectando recursos financieros hacia Kiev a fin de sostener una guerra que muchos analistas consideran ya perdida. Aun así, las continuas agresiones por parte de OTAN a fin de provocar una respuesta contundente de Rusia generan un clima de miedo y angustia que también repercutió en las urnas.
La AfD es uno de los pocos partidos -aparte de la emergente fuerza de izquierda BSW-, que abogan por un fin a la guerra, es decir, la necesidad de sentarse a negociar con Putin.
El declive económico. Alemania es una de las economías más afectadas por la inflación en gran parte como consecuencia de la guerra. Debido a los altos costos energéticos las principales empresas del país son crecientemente incapaces de competir en el mercado internacional. Hace algunos días el gigante alemán VW anuncio la posibilidad de cerrar sus fábricas en Alemania. Según Buisnessinsider, durante el primer semestre unas 10.700 empresas se han declarado insolventes, lo que equivale el 25% más que las del año pasado.
En gran parte los resultados electorales son fruto de la política de un gobierno que ha conseguido arruinar a Alemania en unos pocos años. Las sanciones a Rusia han golpeado fuertemente a las economías europeas, provocando un efecto boomerang inesperado.
Producto de la guerra, Alemania ha optado por dejar de beneficiarse con el gas ruso, optando por otras fuentes alternativas de suministro energético mucho más caras. En 2023, Alemania entró en recesión con un producto interior bruto (PIB) 0,3% inferior al del año anterior. Con esto la llamada “locomotora de Europa” ha perdido su preeminencia económica.
La inmigración “descontrolada”. Recientemente un ataque en la ciudad de Solingen por un supuesto islamista, parece confirmar las ideas xenófobas y racistas de los “Hombres con cuchillas” proferidos por la AfD años atrás.
Estos se referían a los hombres árabes que ingresaban al país no como refugiados en busca de asilo, sino como beneficiarios del estado alemán. Sin embargo, su consigna “Alemania para los alemanes” ignora el gran aporte del trabajo inmigrante para el normal funcionamiento del país, en un momento donde la falta de trabajadores calificados es un problema estructural que afecta a la economía entera.
Aunque sabemos que fomentar el miedo hacia el migrante siempre ha sido una estrategia exitosa que parece ser parte del recetario obligado de cualquier agenda de derecha, lo peor es que la clase gobernante actual ya se encuentra en plan de transformar esas ideas en políticas públicas abogando por un mayor control, mayor vigilancia, y más deportaciones.
La narrativa única. Existe un creciente descontento que se expresa en una crítica cada vez más abierta hacia los medios de prensa. Los medios oficiales alemanes son financiados con un impuesto especial a fin que las líneas editoriales no se alineen con los intereses de privados. Pero la Transmisión Pública alemana ha sido crecientemente criticada por no reflejar la diversidad de opiniones al interior del país.
Esta ha fomentado una narrativa única que se empecina en atacar al disidente y a quien se atreve a tener una opinión diferente. Esta tendencia ya se venia desarrollando desde la pandemia, y la guerra en Ucrania, adquiriendo un carácter propagandístico casi absurdo con su tratamiento sesgado del conflicto Palestino-Israelí.
El enemigo interno. En este contexto gran parte de la prensa alemana está contribuyendo a un clima de hostilidad hacia los extranjeros, especialmente la población árabe, objeto de una campaña de difamación y terror, tal cual también se aplica a los activistas pro-palestinos.
Ya es usual escuchar en los medios alemanes la manifestación de preocupación por los sucesos de ataques islamistas, asociándolos a un aumento de agresividad en el contexto de la actual “guerra en Gaza” (la noción de “genocidio” nunca se oye). De esta forma, hábilmente los medios se encargan de enmarcar la protesta pro-palestina como “simpatizante de Hamás”, cercanos al “islamismo” y al “antisemitismo”.
Esta falsa narración distingue a los “moderados” y “demócratas” de centro, ante los “extremistas”, “islamistas”, “izquierdistas” sospechosos de radicalismo y de amenazar a la democracia. Todo ello, vendría a justificar las medidas de vigilancia, control de fronteras y deportaciones. Así lentamente se consagra la imagen del enemigo interno.
Hace ya algunas crónicas atrás que vengo anunciando esta tendencia hacia la derechización en este país, cosa que no es de extrañar cuando la actual política alemana ya se encuentra allanando el camino.
Esta lista de temas a tomar en cuenta no pretende ser para nada exhaustiva, sino solo dar algunas coordenadas para la comprensión del descontento. Ahora, dudo que estos problemas se solucionen votando por la derecha, porque a pesar de algunas diferencia ideológicas mínimas, siempre ha habido afinidades ideológicas y de intereses entre el capital y el fascismo. ¡No nos engañemos! Por los frutos los reconocerás, dicen por ahí.