Integrar las humanidades a la medicina es urgente
Hace unos meses, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación presentó la primera Radiografía de las Humanidades, Artes y Ciencias Sociales (HACS), revelando el estado de la educación en estas áreas, su investigación y producción académica, y destacando cómo las capacidades adquiridas a través de ellas nos permitirán enfrentar escenarios complejos e inciertos propios de nuestra era como la migración, seguridad, confianza, clima, convivencia, diversidad y equidad.
En contraste con esta perspectiva, se difundieron declaraciones de un economista que instaba a menospreciar y rechazar estos conocimientos, generando una respuesta de múltiples figuras académicas que enfatizaron la relevancia de las humanidades como una fuente insustituible para reflexionar y abordar los desafíos del mundo contemporáneo.
Desde hace siglos, grandes pensadores han fundamentado la importancia de integrar las humanidades con la ciencia. Aristóteles, por ejemplo, desarrolló textos en filosofía, metafísica, ética, lógica, política, estética, retórica, física, astronomía y biología.
Más cerca de nuestros tiempos (1843), Andrés Bello, en su discurso al inaugurar la Universidad de Chile, dijo: "La Universidad, señores, no sería digna de ocupar un lugar en nuestras instituciones sociales, si (como murmuran algunos ecos oscuros de declamaciones antiguas) el cultivo de las ciencias y de las letras pudiese mirarse como peligroso bajo un punto de vista moral, o bajo un punto de vista político".
Más adelante, Bello destacó que "todas las verdades se tocan... desde las que formulan el rumbo de los mundos en el piélago del espacio; desde las que determinan las agendas maravillosas de que dependen el movimiento y la vida en el universo de la materia; desde las que resumen la estructura del animal, de la planta, de la masa inorgánica que pisamos; desde las que revelan los fenómenos íntimos del alma en el teatro misterioso de la conciencia, hasta las que expresan las acciones y reacciones de las fuerzas políticas; hasta las que sientan las bases inconmovibles de la moral; hasta las que determinan las condiciones precisas para el desenvolvimiento de los gérmenes industriales; hasta las que dirigen y fecundan las artes".
Este legado subraya la importancia de integrar las humanidades en la formación de los profesionales de la salud para comprender mejor la condición humana. Aunque la formación técnico-científica actual es de alto nivel, no responde a todas las preguntas sobre el sufrimiento humano.
Lidiar para siempre -desde la profesión que se ha escogido- con el sufrimiento, no es tarea sencilla. ¿Cómo educar para abordar las incertezas y los misterios de la vida humana?¿Cómo nos adaptamos a los cambios constantes?¿Cómo equilibrar la educación centrada en el conocimiento de enfermedades con la reflexión sobre las cuestiones humanas del padecer?
Con estas interrogantes en mente, el laboratorio de medicina narrativa de la Universidad de Valparaíso ha iniciado un proyecto desafiante, ofreciendo a los internos e internas de medicina la posibilidad de cursar de forma electiva un mes intensivo destinado a comprender la condición humana a través de la literatura, el arte, la poesía, el cine y el dibujo, guiados por tutores, en un entorno interdisciplinario.
Este enfoque integra el conocimiento técnico-científico con la sabiduría humanista, ya que, consideramos esencial reconocer que existe una riqueza humana irremplazable en la diversidad de saberes. Y, es en este contexto que conocimos a Javiera, una futura colega interesada en estas ideas, quien señala:
“Profundizar en las ciencias médicas y en las humanidades ha enriquecido mi formación y práctica profesional. Enfrentarme a la complejidad de la condición humana me ha llevado a reflexionar sobre cómo las humanidades enriquecen y sensibilizan el quehacer médico. La literatura, poesía, filosofía, historia, arte, entre otras disciplinas, ayudan a comprender mejor las posibilidades de los sujetos, enseñándonos a ver a los pacientes como seres humanos con historias, emociones, miedos y sueños, proporcionando una atención en salud integral y empática.
La literatura, por ejemplo, ofrece relatos que facilitan la comprensión del dolor y la resiliencia desde una perspectiva íntima. Leer a autores como Dostoyevski, Camus y Hesse, entre otros; me ha permitido explorar las profundidades del alma y prepararme para enfrentar situaciones difíciles en la práctica clínica. La filosofía por su parte, nos desafía a cuestionar nuestras creencias y valores, y a reflexionar sobre la ética de nuestras decisiones médicas. La historia brinda el contexto necesario para entender la salud de las personas, analizar patrones en la salud pública y abordar desafíos contemporáneos con una perspectiva informada. Las artes visuales y la poesía nos permiten encontrar significado en el sufrimiento y la enfermedad, además de explorar y comunicar conceptos abstractos de una manera accesible y emocionalmente resonante, aún en casos donde se presenten dificultades físicas y/o mentales.
Creo que el estudio de las humanidades es esencial para cualquier profesión que trabaje para y con los humanos. Nos enseñan a aceptar la complejidad y a lidiar con la incertidumbre y la subjetividad. Como escribe Theodor W. Adorno en la Dialéctica Negativa, el pensamiento no puede separarse de lo pensado, y la dialéctica, o la contraposición de ideas, es clave para comprender esa contradicción. Debemos abrazar las humanidades como un componente fundamental de nuestra formación para ser no solo técnicos competentes, sino también seres humanos integrales y compasivos".
Crédito de la fotografía: Agencia Uno