Nicolás Maduro: el fantasma del fraude, diplomacia pública y la banal pelea con Elon Musk
Una semana ha pasado de las elecciones presidenciales en Venezuela, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) dio como ganador al actual presiente, Nicolás Maduro.
Si bien las acusaciones de fraude comenzaron tan pronto como se comenzaron a cerrar las mesas de votación, Venezuela tiene una larga historia de llamados de fraude y crisis política que ha llevado al oficialismo y a la oposición a estar en constante pugna desde hace ya 20 años.
Hugo Chávez llegó al poder tras ganar las elecciones de 1998 con el 56,5% de los votos, sin embargo, dos años después, en las elecciones generales el Centro Carter informó que le resultó imposible validar los resultados del CNE por la falta de transparencia y su percepción de parcialidad.
El quiebre entre el oficialismo y la oposición vino en 2002 tras el intento de golpe de Estado que sufrió Chávez. Dos años después, se comenzó a hablar de fraude electoral luego de que los gobernadores de Miranda y Carabobo rechazaran su derrota acusando al CNE.
Desde ahí, han pasado dos décadas en donde la oposición ha intentado sin éxito sacar al chavismo del poder, pese a la presión internacional y la diplomacia pública ejercida por Estados Unidos.
Diplomacia pública sin éxito
Un año después de acusar fraude electoral, en 2005 la oposición boicoteó las elecciones legislativas al abstenerse de los comicios, lo que se tradujo en que no tuvo representantes en la Asamblea Convencional.
Tras una década de victorias, Hugo Chávez fue derrotado por la oposición en el referéndum de 2007 y que buscaba entregarle más poder al mandatario, incluido la opción de reelegirse nuevamente. La opción No ganó por dos puntos sobre el Sí.
Todo esto en un contexto de una guerra discursiva en contra de Estados Unidos, país que ejercía, además de bloqueo económico, presión a través de la diplomacia pública, ya que los intentos de sacarlo del poder a través de golpes de Estado no daban frutos.
“La experiencia internacional muestra que mientras un gobierno controle el país y tenga el apoyo militar, no hay forma de moverlo”, dice William Porath Doctor en Ciencia Política y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Porath agrega que “se pueden hacer muchas sanciones, muchos discursos, muchas asambleas, presiones y declaraciones, pero un gobierno que controla un país y que tiene el apoyo militar no hay forma de moverlo”.
Sin embargo, la muerte de Chávez en marzo de 2013 producto del cáncer que lo aquejaba hace años, es considerado un punto de inflexión. Si bien Nicolás Maduro -quien había sido el delfín de Chávez-, ganó las elecciones presidenciales frente a Henrique Capriles, el chavismo había decrecido en apoyo en comicios anteriores.
"Nosotros no vamos a reconocer ningún resultado hasta que se cuente cada voto de los venezolanos", dijo en esa oportunidad el candidato Capriles, colocando nuevamente las sospechas de fraude electoral.
Una muestra del declive del chavismo y de que Maduro no llenaba los zapatos de Chávez fue la aplastante victoria de la oposición en las elecciones legislativas de 2015, donde obtuvo hasta 2/3 de los escaños en la Asamblea Nacional.
Aunque dos años después el gobierno creó la Asamblea Nacional Constituyente, órgano legislativo paralelo con mayoría oficialista y que había prometido crear una nueva Constitución, sólo asumió poderes amplios sin redactar ninguna Carta Magna.
Tres años después, la oposición realizó otro boicot y se negó a participar de las elecciones presidenciales. Un año después, en enero de 2019 Juan Guaidó se proclamó como presidente encargado, teniendo reconocimiento parcial y de algunas naciones.
Lo de Guaidó fue visto más como una autoproclamación simbólica, ya que en la práctica no tenía ninguna atribución real.
“Lo que pasa es que esta es una oposición que tiene una larga data de peleas internas”, dice Leonel Retamal, periodista chileno que vive hace cinco años en Caracas.
Según explica Retamal, existe una oposición que no sigue la línea de Estados Unidos, mientras que la otra y que es la mayoritaria, dialoga con Washington y es donde se sitúa Leopoldo López, María Corina Machado y el propio Guaidó.
“Esa oposición ha tenido muchas disputas. Si tú preguntas hoy en día cuál es la postura que tiene sobre Guaidó, te van a decir que es un corrupto, que es un ladrón, que no sirvió para nada. Entonces, siempre se están cayendo a golpe”, dice Retamal.
“Se ha comprobado que Estados Unidos les da plata para su proceso interno, de distintas formas. Desde asesorías migratorias, hasta campañas como, por ejemplo, la ONG que está ligada a Manchado que se llama Súmate, que es como un CNE paralelo”, agrega Retamal.
Banalizar la discusión política
A una semana de las elecciones, aún no hay ni un reconocimiento ni una condena que sea transversal por lo ocurrido el domingo pasado. Mientras la oposición asegura tener las actas que confirman el triunfo de Edmundo González, aún no las han mostrado.
Por su parte, desde el Palacio Miraflores aseguraron que iban a hacer públicos los documentos, sin embargo, este viernes el Consejo Nacional Electoral ratificó a Maduro como ganador de los comicios con un 51,95% de los votos y con el 96,87% de las actas escrutadas.
Sin embargo, aún el CNE no ha publicado los resultados desglosados, tal como indica la normativa legal.
“Latinoamérica tiene una experiencia, hay que acordarse del PRI en México, que no había perdido ninguna elección presidencial. Cuando empezaron a llegar observadores internacionales sencillamente cortaban la luz nomás. En ese tiempo no había hackeo, pero cortaban la luz y se caía el sistema y después que volvía la luz decían ¡Ya ganamos!”, reflexiona William Porath.
En el caso venezolano, el supuesto fraude estuvo acompañado de acusaciones de hackeos, los que habrían sido digitados desde Macedonia. Sin embargo, hasta hoy, tal como ha ocurrido con las actas, el gobierno de Maduro aún no ha dado detalles ni ha entregado evidencia del supuesto hackeo.
En ese sentido y tal como ocurrió en julio de 2000 con las elecciones generales, el Centro Carter, observador independiente aceptado por el propio gobierno venezolano, declaró que la elección no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral, por lo que no puede ser considerada como democrática.
Mientras un puñado de países, entre los que se encuentra Perú, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Costa Rica, Ecuador y Panamá, han reconocido como ganador a Edmundo González, Maduro está dispuesto a pelear con el magnate y duelo de la plataforma X (Ex Twitter), Elon Musk.
"Elon Musk, ¡quien se mete conmigo, se seca! (...) ¿Quieres pelea? ¡No te tengo miedo!, donde quieras, en los barrios... ¡Si tú quieres, yo quiero!", fueron las palabras de Maduro.
Por su parte, el dueño de Tesla y SpaceX dijo que aceptaba pelear, pero bajo ciertas condiciones:
"Si gano, dimitirá como dictador de Venezuela. Si (él) gana, le doy un viaje gratis a Marte", señaló Musk.
Todo esto mientras en las calles de Venezuela las protestas han dejado a cientos de detenidos, heridos y muertos, y los países de la región se preparan para una segunda ola migratoria, en un contexto en que la migración venezolana ya ha impactado de manera importante en países como Perú, Argentina, Ecuador y Chile.