Educación no sexista: Promoviendo la igualdad de género en el aula
Entra el docente al aula donde imparte su clase en una universidad. El estudiantado ya está instalado esperándole y con una sonrisa amplia les saluda. “Buenos días a todos, todas y todes”… Se queda en silencio por unos segundos y retoma la clase… “Hablo de esta manera para que se den cuenta de lo ridículo que suena”.
El malestar se nota en la cara de varias mujeres y en personas de la comunidad LGBTIQ+ que están presentes. Se miran con un gesto empático y a pesar de sentir la necesidad de manifestarse, callan ante la manifestación de jerarquía y poder del docente.
En otra sala, en un colegio, una profesora les indica a los niños que deben ser más caballeros con sus compañeras mujeres, ya que ellas requieren ser cuidadas, protegidas y tratadas “con el pétalo de una rosa” porque son delicadas.
Lejos de ser un ejercicio narrativo, estos son dos ejemplos de los muchos que a diario se dan en las salas de clase de distintas instituciones educativas en nuestro país. Se trata de frases, experiencias, formas de trabajo y de relacionarnos que están empapadas de una formación aferrada a los estereotipos, prejuicios y roles de género.
Las personas hemos sido educadas bajo este modelo a lo largo de nuestras vidas y muchas veces frente a la desidia, a la ignorancia voluntaria y activa, se generan discriminaciones y violencias de género.
En los últimos años se ha generado un interés por promover una educación no sexista en todos los niveles del aprendizaje, incluyendo el espacio universitario. La finalidad de este tipo de educación es transformar los espacios académicos en espacios seguros, entornos de inclusión donde se rechace todo tipo de discriminación, trato sexista y se promueva la integración de todas las voces históricamente discriminadas.
Desde una mirada más crítica, se hace necesario no sólo centrarse en la eliminación de estereotipos, roles o prejuicios de género. Hace falta avanzar y generar un cuestionamiento de las estructuras de poder que perpetúan las desigualdades entre las personas, desde un enfoque interseccional como herramienta de análisis, que tenga en cuenta no sólo el sexo/género de las personas, sino, que nos lleve a analizar y reconocer las múltiples formas de discriminación.
Según el estudio de la UNESCO “Mujeres en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas” (2020), las mujeres representan el 53% del estudiantado a nivel mundial. Sin embargo y a pesar de su presencia en las aulas, aún existen brechas de género en dichas áreas, donde las mujeres nos encontramos subrepresentadas.
A nivel país, en términos de referencias bibliográficas utilizadas para la elaboración de textos escolares, en un recuento realizado en 23 de ellos del año 2014 arrojó que solo un 28,9% son textos escritos por mujeres (Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. Revisión crítica de 28 textos escolares distribuidos por el Ministerio de Educación a escuelas y liceos públicos en el año 2012).
La educación no sexista en el aula universitaria es fundamental para la promoción de la igualdad de género, herramienta que nos ayuda a desmontar las barreras e impedimentos que aún persisten en nuestra cultura. Ambas estadísticas, datos, e indicadores que se producen en género, respaldan la necesidad de implementar políticas, prácticas y estrategias que fomenten la equidad y la justicia de género en la educación superior.
Se hace necesario el impulsar cambios estructurales en la universidad como espacio de transformación social, con la implementación de políticas de igualdad de género, diversidad e inclusión, equidad en la representación en espacios de poder y decisión y la revisión de los programas académicos con enfoque de derechos humanos y de género, entre otras estrategias.
Gracias a esta herramienta, las universidades podrán formar a profesionales agentes de cambio, con una impronta ética que desafíe el status quo y les lleve a construir una sociedad más justa, transformadora y equitativa promoviendo la igualdad de género en todos los espacios donde se desarrollen tanto personal como profesionalmente.
Autora de la columna: Tatiana Paiva, encargada de Ofician de Género y Diversidad UCSH
Crédito de la foto: Agencia Uno