Medicina y dibujo, una relación virtuosa
Antes de conocer un lenguaje y el significado de las palabras empezamos a garabatear trazos que no parecen tener sentido. Empezamos a representar el mundo, lo que nos rodea y cómo nos percibimos, tengamos o no habilidades para el dibujo.
Los niños saben bien esto, entienden perfectamente el lenguaje y las emociones que se transmiten en gráficas simples. Por esto no resulta extraño que los dibujos puedan pertenecer al espacio sociosanitario. Entre muchas posibilidades, nos ayudan a comunicarnos mejor.
A su vez, desde el campo de las ciencias médicas y la necesaria exploración del cuerpo humano, nos damos cuenta como el dibujo al servicio de las descripciones y estudios anatómicos, permitieron avanzar en el conocimiento y transmitirlo de una manera única.
Entre los precursores, podemos nombrar al mismo Leonardo Da Vinci, quien, entre sus múltiples habilidades, ilustró el cuerpo humano, el que fue objeto de sus estudios fruto de una inagotable curiosidad.
También, entre quienes se hayan acercado de alguna manera a los estudios anatómicos en nuestra era, es prácticamente imposible que no se hayan topado con la magia de Frank Netter, un reconocido médico e ilustrador estadounidense.
Con sus dibujos excepcionales, los estudiantes de las ciencias de la salud del mundo han podido aprender y reconocer estructuras anatómicas que descritas parecen muy complejas, pero vistas desde sus ilustraciones, se tornan más fáciles de aprender.
Poder dibujar en el ámbito de la medicina ha facilitado comunicar mejor ciertas ideas y aprender detalles anatómicos como se ha mencionado. Por esto, dibujar es sin duda una valiosa herramienta que muchos practican espontáneamente para entender aquello que descrito no parece tan fácil y también, para mostrar a otros lo que se ha llevado a cabo, por ejemplo, cuando un cirujano que ha realizado una cirugía compleja, decide dibujarlo como parte de un registro médico, con tal de facilitar la comprensión de otros.
El dibujo exige concentración y ello puede actuar como una forma de meditación en quienes lo practican, permitiendo calmar las exigencias de una mente hiperactiva, contribuyendo al bienestar. Son muchos los estudiantes que espontáneamente realizan dibujos en sus clases para entender lo que escuchan, aprenden o presencian en sus prácticas.
La buena noticia es que hoy existen prácticas narrativas gráficas que se utilizan deliberadamente en la educación de profesionales.
En la Universidad de Penn State, el año 2009, Michael Green, médico y docente de humanidades y medicina, implementó un curso para estudiantes de medicina de 4° año (“Graphic storytelling and medical narratives”) en donde se les mostraba como lo gráfico podía ser usado efectivamente para comunicar narrativas médicas complejas y se les ayudaba a contar sus propias historias de manera gráfica.
En un curso de la Universidad de Valparaíso, los estudiantes de la mano de sus profesores o incluso alumnos de cursos superiores son estimulados a dibujar lo que les sucede en su vida estudiantil. Muchas veces, esto se transforma en una herramienta poderosa para poder comprender lo que vive un estudiante mientras cursa exigentes estudios superiores.
Esta es la experiencia que ha podido constatar Carolina Contreras, alumna de quinto año de medicina de la Universidad de Valparaíso, dibujante desde pequeña, miembro del colectivo de medicina gráfica y del laboratorio de medicina narrativa de la Universidad de Valparaíso:
Se evidencia en los libros de medicina de los cuales aprendemos, en los dibujos de los profesores en la pizarra cuando quieren que algo quede grabado y entendido de mejor manera, en los esquemas que hacemos esporádicamente en apuntes es difícil separar al dibujo de la medicina cuando gran parte del aprendizaje se basa en estos para explicar los complejos procesos del cuerpo humano.
Llega un momento en la vida en el cual la mayoría de las personas deja el dibujo de lado; ya sea porque se comienza a considerar como algo infantil, o algo en lo que no se es bueno, o simplemente porque otras cosas “más importantes” pasan a primer plano. A veces, llega un día donde el lápiz no se vuelve a tomar para el propósito de dibujar.
De eso me di cuenta en los estudiantes de primer y segundo año, en un taller electivo, cuando les pedimos que dibujaran. Partió simple, un ejercicio donde tuvieron que dibujarse a sí mismos, con la única instrucción de no decir que no sabían dibujar.
Aparentemente sí eran capaces de dibujar, aunque sus reacciones iniciales dijeran lo contrario. Al verlos interactuar, y detallarse a sí mismos en papel, fui testigo de tanto reacciones de frustración cuando las cosas no salían como querían, como de diversión, en cuanto el dibujo se convirtió en algo social, al pedirles que mostraran sus trabajos al resto.
El dibujo ha sido un amigo durante años, y ha facilitado mi paso por la mayor parte de la carrera, tanto como una forma de comprender mejor la medicina como de comprenderme a mí misma y lo que he vivido los últimos años. Permite comunicar vivencias de tal manera que las palabras solas no logran hacer.
Para visualizar de mejor forma estas ideas o cómo se desarrolla este tipo de proyectos en la Universidad de Valparaíso, sugerimos visitar el sitio: encuentros de medicina gráfica