Día de la Libertad de Prensa: el Chile de una sola línea editorial que daña su democracia

Día de la Libertad de Prensa: el Chile de una sola línea editorial que daña su democracia

Por: Felipe Avendaño | 03.05.2024
Este viernes se inauguró en Santiago la Conferencia del Día Mundial de la Libertad de Prensa. Sin embargo, hace años que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos viene advirtiendo al Estado de Chile sobre la necesidad de promover una pluralidad de fuentes que permitan mejorar “uno de los sistemas mediáticos con mayores índices de concentración, tanto en propiedad como en líneas editoriales”.

“Hoy día, los medios chilenos de prensa están en el epicentro de un movimiento dirigido por algunos de los personajes más ricos y poderosos del país, quienes están usando hábilmente los medios de comunicación para promover ideologías y economías de derecha”

Si bien esta frase podría retratar el estado actual de los medios tradicionales en Chile, lo cierto es que tiene casi un cuarto de siglo. Su autor, el periodista estadounidense Ken Dermota, se radicó en Chile a comienzos de la década del 2000 para investigar y analizar el ecosistema de medios nacionales.

En su libro “Chile inédito: el periodismo bajo democracia”, Dermota no oculta su asombro al ver que, pese a la gran cantidad de diarios, revistas, medios audiovisuales y un dial lleno de estaciones de radio, “prácticamente no hay opiniones divergentes acerca de la economía”.

“Las noticias carecen de análisis especializados, foros abiertos, interpretación y comentario; sólo hay cuatro géneros periodísticos: actualidad, reportajes, crónica y opiniones”, decía hace casi un cuarto de siglo.

[caption id="attachment_364284" align="alignnone" width="1949"]cidh Agencia Uno[/caption]

Este viernes 3 de mayo se inaugura oficialmente en Santiago la 31° Conferencia del Día Mundial de la Libertad de Prensa, a exactos 30 años de la firma de la primera Declaración de Santiago sobre el Desarrollo de los Medios de Comunicación y la Democracia, celebrada en Chile el 6 de mayo de 1994.

El punto 5 de la declaración de 1994, señalaba que “se debe promover el mayor número de periódicos, revistas, videos, radios y canales de televisión que reflejen la gama más amplia posible de opiniones de la sociedad”.

Aunque en la actualidad hay un gran número de medios a libre disposición, como El Mostrador, Timeline, ExAnte, El Líbero, Tercera Dosis, El Desconcierto, The Clinic, CIPER, Interferencia, La Voz De Los Que Sobran, Súbela Radio, Ladera Sur, además de medios regionales e independientes, el discurso hegemónico de los grandes grupos económicos y políticos sigue marcando la pauta de los principales medios tradicionales, creando una narrativa prácticamente sin contrapesos, tal como lo describía Dermota hace un cuarto de siglo.

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Según el informe Situación de la Libertad de Expresión en Chile de la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), “los índices no indicarían la existencia de un monopolio en el sector de la televisión. Sin embargo, el informe afirma que este índice arrojaría un dominio de un 91 por ciento de la audiencia y un 87 por ciento de la inversión publicitaria en manos de cuatro grupos empresariales”.

Rol hilvanador de los medios

Marcos Ortiz, director de Ojo del Medio, portal que analiza el tratamiento y discursos de la prensa tradicional, viene hace años estudiando la relación entre medios de comunicación y poder.

“Los medios de comunicación tradicionales chilenos tienen un poder hilvanador, es decir, se encuentran en el centro y van hilvanando distintos trozos de poder, de distintos sectores, el poder económico, político, etc. Entonces, el poder de los medios radica en su ubicación estratégica para hilvanar las relaciones entre estos poderes”, dice en conversación con El Desconcierto.

[caption id="attachment_917383" align="alignnone" width="900"] Marcos Ortiz/Cedida[/caption]

Ortiz pone como ejemplo de este cruce entre medios y poder lo ocurrido en la primera la Convención Constituyente, donde esta posición estratégica de los medios tradicionales de qué y cómo retratar a la sociedad chilena se vio amenazada.

“Eso es lo que hacía la Convención: dejar a los medios off side. Si tú eliminabas al Senado, por ejemplo, los medios ya no tenían una capacidad para relacionarlo con el poder económico. Gran parte de los medios consideró que la Convención tenía un afán refundacional”, explica.

“La prensa tradicional lo que hizo fue básicamente tratar de mantener el status quo. De parapetarse en su rincón de no ceder, de no incorporar estas contradicciones interesantes que se pudieron haber incorporado y más bien tratar de aguantar lo más posible”, dice Ortiz sobre el tratamiento que hicieron los grandes medios sobre el estallido social de 2019.

Mirada similar a la de la académica y Premio Nacional de Periodismo, Faride Zerán.

“Cuando se instala la primera Convención Constitucional se asomó una diversidad que no estaba en ninguna parte. De pronto vimos expresiones de un Chile real. Es tal el nivel de ocultamiento que la figura de Elisa Loncon, paradigmática en ese minuto, que representa la dignidad y la necesidad de que nuestros pueblos originarios tengan derechos, esa figura en la narrativa de los grandes medios se necesitaba demoler”, señala a El Desconcierto.

Cabe recordar que la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en reiteradas ocasiones ha advertido al Estado de Chile sobre la necesidad de promover una pluralidad de fuentes que permitan mejorar “uno de los sistemas mediáticos con mayores índices de concentración, tanto en propiedad como en líneas editoriales”.

[caption id="attachment_917384" align="alignnone" width="900"] Faride Zerán[/caption]

Negacionismo y fake news sin contrapesos

Chadwick califica de "sesgado e ideologizado" informe de Amnistía Internacional que cuestionó rol del gobierno en materia de DD.HH.

Ese fue uno de los tantos titulares de la prensa tradicional que difundió las declaraciones del por entonces ministro del Interior de Sebastián Piñera, respecto al documento del organismo internacional que, en mayo de 2019, afirmaba que existía una deuda pendiente del Ejecutivo en materia de derechos sexuales y reproductivos, diversidad sexual y de géneros, medioambiente, pueblos indígenas, entre otros.

Lo que no se pudo leer en ningún titular fue un dato clave: el secretario de Estado no había leído el informe.

“Yo no he leído el informe, he leído lo que ha publicado la prensa, solo dos comentarios: me parece una visión muy sesgada, muy ideologizada, se centra fundamentalmente en materia de proyectos de ley en materia de género y sexualidad y no hay una palabra para la agenda de mujer que ha impulsado el Presidente, y que ya se ha concretado en varias materias", explicó Chadwick.

Un titular más cercano a la realidad y más noticioso habría sido algo como “Chadwick cuestiona un informe de Amnistía Internacional que no leyó”

“Los periodistas deben dejar de ser meras cajas de resonancia de sus propios patrones (…) Son muy funcionales a los intereses de los grandes medios de comunicación”, dice Faride Zerán.

Según el Estudio de Confianza en la TV elaborado por el CNTV, sólo un 23% de la población confía en la televisión, sin embargo, más del 70% se informa a través de ella.

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A casi un lustro de las declaraciones de Chadwick, tanto el ecosistema de los medios de comunicación como el debate público están intoxicados de desinformación, fake news, declaraciones sin sustento y apreciaciones personales difundidas como hechos, sin espacio para el debate de ideas y donde las redes sociales le han usurpado el monopolio de la información a los medios tradicionales.

La influencia que tienen actualmente las redes sociales para moldear la realidad, es lo que se conoce como hiperrealidad, concepto de la semiótica y la filosofía postmoderna, influenciado por el filósofo Herbert McLuhan, el cual se puede explicar como la manera en que la conciencia define lo que es y lo que no es real, en un mundo donde los medios y las redes sociales modelan y filtran la manera en que se perciben los acontecimientos.

Líderes inestables que amenazan la democracia

Mientras Chile tiene uno de los ecosistemas mediáticos con mayores índices de concentración, en Argentina existe una pluralidad de medios, prensa escrita, radios y canales de televisión que abarcan todas las miradas y el espectro político.

Sin embargo, el actual mandatario argentino, Javier Milei, está en una cruzada para eliminar toda institución pública, incluidos los medios de comunicación, como parte de una "privatización a la chilena", como señaló al llegar a la Casa Rosada.

Lo que sucede en Argentina, donde Milei ha intentado callar toda voz contraria a su narrativa, puede servir como ejemplo para entender en Chile el daño que le hace al debate público y al sistema democrático no tener voces que vayan a contrapelo del discurso hegemónico.

[caption id="attachment_917385" align="alignnone" width="900"] Juan Pablo Meneses/Creative Commons[/caption]

“En Argentina había una disposición a debatir sobre el rol de los medios públicos que siento que acá también es una deuda pendiente”, dice Juan Pablo Meneses, periodista chileno que por años trabajó en medios argentinos.

“Acá nadie discute de los medios públicos, incluso se ha instalado que hasta la gente de izquierda no puede hablar de que hace falta un medio público porque se le considera trotskista, siendo que las grandes democracias que nos ponen de ejemplo, todas tienen medios públicos”, agrega.

Meneses señala que en Chile ese tema desapareció, no existe en la agenda y cree que en Argentina un poco se está instalando, desde algún sector, la idea de que lo público le quita recursos a los más necesitados. Idea que hace años está instalada en Chile.

“No hay contrapeso. El único supuestamente medio que es público sería TVN, que de público solo tiene el eslogan, porque tiene que generar su propia plata. Hay todo un debate que me parece muy interesante y siento además que no lo está dando nadie, ni siquiera las escuelas de periodismo. Lo está dando El Desconcierto”, agrega.

Uno de los medios que desde el primer minuto fue crítico con el personaje de Milei, es Anfibia, revista digital que nació al alero de la Universidad Nacional de San Martín y que el 5 de marzo pasado, un día después del cierre de la agencia Télam, sufrió un voraz incendio que destruyó totalmente sus oficinas.

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El medio digital, que ha seguido en pie tras el shock de perderlo todo por las llamas, se define como “un dispositivo cultural, un laboratorio de producción de sentido que combina el lenguaje pop con la rigurosidad de un paper”.

Bajo esa mirada, su fundador y director, el periodista chileno Cristian Alarcón, tiene una visión crítica sobre el rol que están teniendo los periodistas en la defensa de la democracia.

[caption id="attachment_917386" align="alignnone" width="900"] Cristian Alarcón/ Creative Commons[/caption]

“La maestría en el manejo de la comunicación de una estrategia como la de Milei es absolutamente increíble. Es un nivel de eficiencia que nos pasa el trapo”, reconoce.

“Hemos gastado millones de millones en ONGs, centros de investigación académica, partidos políticos, pero se sigue haciendo que se leen entre sí. Se miran el ombligo sin hacerse un solo cuestionamiento sobre sus métodos de narrativa, sus estrategias narrativas para llegar a quienes hay que llegar”, señala.

“La cuestión hidropónica de la política, este efecto de distancia absoluta con el mundo, de distancia absoluta con las bases, pero eso no es una cosa solamente estructural que tiene una explicación desde la ciencia política, eso tiene una explicación también desde la comunicación. Eso me parece que debería ser el horizonte de muchos que estamos preocupados por la formación de periodistas, por la formación de líderes periodísticos, por el carácter que va asumiendo el periodismo en América Latina”, cierra.